lunes, 27 de mayo de 2013

EXPEDIENTE : EL CELULAR...

 Saltillo.- Con la muerte reflejada en el rostro, Antonio se desvaneció mientras el luchador apretaba con fuerza su cuello hasta dejarlo inconsciente, propinándole una llave para asesinarlo en la batalla de hermanos que comenzó por la disputa de un teléfono celular.

Al darse cuenta que se había convertido en criminal, Víctor Hugo cargó el cadáver de Toño para recostarlo en una cama y huir ignorando que la policía lo detendría horas después, resolviendo uno de los más trágicos casos ocurridos en lo que va del año.

En medio de las trivialidades cotidianas que rodeaban a los Vásquez, la tragedia tomó su casa como pancracio para rendir al victimario en una sola caída, porque sería el destino quien cobraría la factura de sus actos al gladiador que ahora paga su osadía con cárcel.

Una familia común

Reflejando la alegría que sentía, Antonio llegó al departamento de sus padres con las manos repletas de ilusiones, y es que el deseo largamente anhelado se había convertido en realidad.

Sin dejar de mirar el teléfono que acababa de comprar, abrió la puerta del condominio para de manera efusiva mostrar el aparato a sus hermanos que complacidos lo felicitaron por la obra concretada, la misma con que extendería su satisfacción muy poco tiempo.

Incrédulo por haber material su deseo, el joven de 21 años vio pasar los días inmerso en el mundo de novedad tecnológica que siempre creyó común, aunque la desgracia empezaba a rondarlo sigilosamente.

Y es que Víctor Hugo mostraba su recelo tomando “prestado” el móvil de su hermano para utilizarlo con afanes laborales, porque sus tareas como luchador lo obligaban a mantenerse comunicado con quienes le proveían actuaciones en diferentes partes del país.

Utilizando sus poses de rudo implacable, “Azteca Negro” amedrentó a Toño para conservar consigo el aparato durante gran parte del tiempo, minimizando que el dueño se lo pidiera constantemente, pues comenzaba a hartarse de tan molesta situación.

Pero mientras la tragedia llegaba a casa, la relación se tensaba cada vez más y los desprecios comenzaron a hacerse evidentes, aunque ambos intentaban ignorar los choques emocionales que para entonces ya desmigajaban lentamente los lazos afectivos que les unían.

Esto porque en las inmediaciones de la primavera, el calor de la temporada se acrecentó dando paso a las disputas verbales que elevaron su tono hasta salirse de control, y todo por el capricho de Víctor que se empeñaba en molestar al más pequeño de sus hermanos.

Terrible lucha

Arrastrando hasta el alma de tanto caminar, Antonio se detuvo en una plaza mientras el hastío nublaba su mente, debía contactar a un conocido, pero el barrio se hizo grande y no encontraba la manera de localizarlo por ninguna parte.

Repentinamente, un destello avivó sus ideas haciéndole recordar que Víctor Hugo conservaba el celular que con tanto esfuerzo había comprado, por lo que presuroso se paró de la banca donde pernoctaba para ir al encuentro del gladiador.

Una vez en casa, el joven se encontró con sus hermanos que dialogaban sobre los quehaceres del día e interrumpiéndolos increpó al deportista, exigiendo que le entregara el aparato que se había apropiado sin consentimiento del dueño.

Decidido a recuperar lo suyo, el quejoso levantó la voz retando al causante de sus males, que aprovechando su superioridad física dejó de lado las palabras para írsele encima, buscando dar un escarmiento al rijoso de ocasión.

Aunque Jorge intentó separar a los peleoneros para frenar la inminente gresca, sus gritos de juez resultaron banales porque el luchador sometió sin piedad a Antonio, sacando lo peor de su instinto animal para mantener su hegemonía en el clan familiar.

Sobresaltado porque la escena se había salido de control en las ínfimas dimensiones del departamento, el testigo corrió al baño para esconderse y evitar ser atacado por el enfurecido fanfarrón, que cegado por el coraje no escuchaba razones.

Atrincherado en su refugio temporal, el tercero en discordia enmudeció para aplacar el terror que lo mataba emocionalmente, mientras afuera los gritos de los rijosos crecían sin control evocando la tragedia que cobraría forma instantes después.

Los contendientes se olvidaron de la fraternidad que les unía desde su nacimiento y sin pensar en las consecuencias intercambiaron miradas de reto que dieron paso a la trágica escena.

Una sola caída

Enfurecido por los reclamos que le hacían, “Azteca Negro” sorprendió al dueño del teléfono y tomó sus brazos para someterlo al instante, haciendo fricción sobre las manos de éste para romperle los dedos despiadadamente.

Sintiendo que el dolor lo vencía, Antonio intentó zafarse pero sus movimientos resultaron inútiles porque el agresor había decidido acabarlo sin importarle nada, mientras el testigo seguía privado en el baño por el miedo que le impedía reaccionar ante lo que ocurría.

Por su parte, Víctor Hugo continuaba sembrando terror en el lugar que había elegido para escarmentar a Toño, que sufriendo la maldad en carne propia rogaba a su victimario que cediera para dialogar y olvidarse del asunto.

Lastimosamente, el destino ya estaba escrito porque haciendo gala de su técnica deportiva, el azteca del mal sujetó al atrevido adolescente tomándolo del cuello para aplicarle una llave que lo dejó inconsciente, desvaneciéndose entre sus brazos para dar por terminada tan desigual reyerta.

Sorprendido por el repentino desenlace, el luchador cargó a su hermano para llevarlo a una habitación donde tras recostarlo en una cama lo tapó con cobijas, saliendo presuroso del lugar para huir de su complicada realidad.

Mientras el criminal se perdía entre las calles aledañas, un silencio sepulcral invadía la propiedad donde la muerte había dejado su huella, denotando la paz ficticia que impregnó el ambiente de soledad donde minutos antes se había dado la guerra.

Extrañado por la ausencia de sonidos que imperaban en el lugar, Jorge abandonó su escondite presupuestando que las cosas se habían calmado, aunque estaba equivocado porque la verdad salió ante sus ojos repentinamente.

Tras avanzar algunos metros, el testigo silencioso abrió lentamente la puerta del cuarto adyacente y al ver que Antonio reposaba inconsciente lo agitó sin poder despertarlo, comprendiendo que algo malo había pasado durante la gresca.

Aterrorizado gritó pidiendo ayuda, mientras los vecinos acudían a su encuentro para dar aviso a las autoridades, que mediante paramédicos de Cruz Roja llegaron para valorar al joven lesionado y ratificar que ya no tenía signos vitales.

Destrozado emocionalmente, Jorge narró lo acontecido a los agentes investigadores que llegaron para dar fe del deceso, contando paso a paso cómo se dio la diferencia entre hermanos que nació cuando Antonio compró el teléfono que se convirtió en el objeto de la discordia.

Espaldas planas

Convencidos de que un despliegue inmediato podría llevarlos a la ubicación del homicida, los elementos de la Procuraduría peinaron la zona auxiliados en la descripción otorgada por el deudo, que desilusionado de su pariente aportó los generales a la justicia para que lo detuvieran.

Sin perder la huella del rastro que seguían, los sabuesos ministeriales redoblaron esfuerzos hasta que en una esquina dieron con el objetivo buscado, abordándolo para cuestionarlo mientras lo trasladaban a sus instalaciones en calidad de presentado.

Ya frente el agente del Ministerio Público en turno, el sospechoso cambió sus facciones de violencia por las de una mentirosa paz que dejaba ver de entre sus ojos claros, tan llenos de la sosegada maldad que escondió para evitar ser descubierto por sus interrogadores.

Finalmente, el sujeto de vestimenta negra y cabellos parados aceptó las imputaciones que pesaban en su contra, asegurando no saber por qué terminó con la existencia de su víctima, ya que la intención era castigarlo aunque sin hacerle daño.

Desde entonces, Víctor Hugo dejó atrás sus potenciales cualidades como gladiador para defender la libertad perdida, aunque ya se declaró confeso, esperando que la justicia mexicana designe el castigo al que se hizo acreedor desde que se colgó la etiqueta de fratricida.

Mientras tanto, las diligencias hechas por el fiscal a cargo parecen ser contundentes y sería cuestión de tiempo para que el asunto se resolviera con la virtual sentencia condenatoria que le espera al homicida de su propio hermano.

(ZOCALO/ Rosendo Zavala/ 27/05/2013 - 04:07 AM)


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