miércoles, 2 de enero de 2013

VIOLENCIA, SANGRE Y BALAS EN 2012

Redacción

Saltillo, Coah.- De manera paulatina pero desmedida, la inseguridad en Coahuila se ha fortalecido en todos los ámbitos generando zozobra entre la ciudadanía, que con los acontecimientos trágicos ocurridos a la fecha se ha visto envuelta en el terror y la desconfianza.

Y es que la brutalidad de los sucesos relacionados con el crimen organizado ha hecho perder a los saltillenses la certidumbre de un futuro mejor, dejando su destino en manos de la suerte, porque a decir de muchos, la justicia se ha visto rebasada por completo desde hace tiempo.

Con una lista interminable de “detalles”, donde las movilizaciones, balaceras, ejecuciones y la ausencia de credibilidad en todos los sentidos se han apoderado de la región, el 2012 se ha posicionado como el año más violento en la historia.

MALA SEÑAL

Las estadísticas periodísticas arrojan un promedio de al menos 20 acontecimientos violentos relacionados con las balas que sacuden mensualmente los diferentes puntos de la región.

Como resultado del terrorismo que inunda las calles diariamente, desde el 1 de enero la muerte de civiles inocentes, así como de presuntos delincuentes, han engrosado las listas de decesos que puntualmente actualiza la Procuraduría General de Justicia del Estado.

Por si eso fuera poco, situaciones como los secuestros, levantones y exhibición de asesinados en plena vía pública, así como tiroteos que se extienden por todos los rincones de la ciudad han revolucionado la tranquilidad de la gente, que ha patentando su miedo al sentir impotencia ante la realidad.

Eso porque aunque el primer mes no registró una cantidad importante de homicidios relacionados con la delincuencia, el pánico se apoderó de Saltillo y sus alrededores inevitablemente, sobre todo, con las movilizaciones realizadas por los cuerpos policiales que atendían las alarmas emitidas por las autoridades.

Sin embargo, lo que desde el inicio se perfiló como un periodo anual teñido de rojo se confirmó con el paso del tiempo, cuando los bulevares y colonias del Sureste de Coahuila se convirtieron en el escenario donde la maldad ha desplegado sangre, tragedia y dolor en sus más diversas manifestaciones.

RAFAGUEANTE INICIO

Fue durante el transcurso de enero cuando un hombre apareció colgado en la parte inferior del distribuidor vial El Sarape, pero aunque la Policía “no pudo” establecer las causas que motivaron el suceso sí tuvieron una idea, ya que los agresores dejaron un mensaje en el cuerpo del victimado que no se dio a conocer.

Días después, elementos de la Sedena protagonizaron una espectacular persecución en las transitadas avenidas de la Zona Norte, que concluyó con el abatimiento de cuatro sujetos mientras las instalaciones de la PGJE eran rafagueadas por desconocidos, provocando la muerte de una mujer que pasaba en el momento y lugar equivocado.

Pero aunque las semanas siguientes también trastocaron la calma social con la ejecución de dos elementos municipales en activo, fue en el mes de marzo cuando las detonaciones tuvieron eco en lo más hondo de la intranquilidad ciudadana.

Y es que durante la primera quincena de este periodo, el sonar de las balas se erigió incesante para dar como resultado más de 10 movilizaciones de grandes magnitudes, que dejaron un saldo trágico de por lo menos ocho muertos, entre los que destaca el asesinato del comandante Marcial Barrón Ramírez, quien recibió 15 tiros.

De las situaciones generadas durante el tercer mes del 2012 trascendió la acontecida en calles de la colonia Guayulera, donde hasta el ámbito deportivo se vio inmerso de manera accidental, cuando asistentes a un partido de beisbol estuvieron a punto de convertirse en estadística.

Irónicamente, el martes 13 quedó marcado en el historial del parque Abraham Curbelo, cuando una corretiza entre desconocidos desató el pánico adentro del inmueble, mientras en calles aledañas se daba la refriega que dejó un saldo final de cuatro muertos.

Horas antes, una persecución entre delincuentes y elementos de la PGJE por el periférico, se convirtió en el marco ideal para que los granadazos hicieran retumbar algunos sectores del sur de la ciudad, aunque sólo tres personas resultaron lesionadas pero una cantidad importante fue asegurada por la Policía.

Tras un comienzo de año que resultó nefasto, la Procuraduría logró la ubicación de una fosa clandestina sobre la carretera libre a Torreón donde localizó seis cuerpos calcinados y entambados en las cercanías del rancho La Noria, los restos fueron trasladados al Semefo donde nunca fueron reclamados.

En todo ese tiempo, las acciones delictivas también trascendieron más allá de lo físico al invadir el plano tecnológico, con el auge de los llamados secuestros virtuales donde mucha gente se vio afectada por el accionar de las voces desconocidas que les extorsionaron con grandes sumas de dinero.

SEMESTRE AGITADO

Desde abril hasta diciembre, el panorama de desesperanza creció sin control en todos los sectores sociales, con la interminable cantidad de eventos trágicos que mataron la tranquilidad que muchos dicen haber conocido en años anteriores.

Una de las contingencias que multiplicó el terror en la capital de Coahuila fue la jornada del 20 de abril, cuando el estallido de las granadas y el fuego, se combinaron para hacer de aquel viernes uno de los más recordados por los saltillenses en el año que se fue.

Durante las primeras horas del rojo amanecer, un presunto comandante de la Policía Municipal y su acompañante arrojaron el artefacto explosivo que hizo blanco en una agencia automotriz del bulevar Rufino Tamayo, desencadenando una serie de movilizaciones que arrojaron cifras trágicas.

Minutos después, el uniformado y su acompañante intercambiaron disparos con elementos del GATE que los perseguían, provocando la detonación de la granada que portaban y produciéndose el incendio en que murieron de manera casi instantánea.

Ya con el colofón de mayo en puerta, una movilización en la parte superior del distribuidor vial V. Carranza dejó tres muertos, mientras elementos de la Sedena localizaban una fosa con al menos seis cuerpos en su interior, tras atender los llamados ciudadanos que los alertaban sobre un punto “misterioso” en el cañón de La Roja, en el municipio de Arteaga.

A mediados de junio, el plomo inundó con su olor diferentes partes de la ciudad, generando el desquiciamientos de calles importantes y arrojando un saldo de nueve muertos, así como tres heridos, uno de los fallecidos era el chofer que se resistió a ser asaltado por sujetos, que para despojarlo de su volteo le dieron varios balazos privándolo de la vida.

El mes concluyó con el estallido en una plaza comercial de Valdés Sánchez y Lamadrid en el sector República, donde un hombre murió y dos más resultaron lesionados como parte del enfrentamiento entre policías y delincuentes.

Y aunque agosto no se distinguió por su excesiva violencia, uno de los hechos que le hizo entrar a la lista de lo indeseable fue el asesinato del comandante Juan Molina Salazar, quien fue acribillado cuando realizaba una investigación en el estacionamiento de centro comercial de la zona San Isidro.

Días después, el comandante municipal Ignacio Meza Rueda falleció en la cercanía del distribuidor vial El Sarape, al ser atacado por desconocidos cuando manejaba su vehículo minutos después de haber concluido sus actividades laborales.

APOTEÓSICO FINAL

Pese a que el último trimestre corrió con cuentas “normales” en cifras donde las ejecuciones, persecuciones y demás movilizaciones ocurrieron sin sobresaltos extraordinarios, diciembre se ha posicionado como el periodo más difícil para el Sureste en este ámbito.

Esto porque durante el último mes, la violencia arrancó con el asesinato del perito Christian Iván Martínez y el agente ministerial Alejandro Guardiola, el 4 de diciembre, ultimados por desconocidos cuando circulaban sobre el Periférico LEA.

Minutos después del doble crimen, dos hombres y una mujer fueron abatidos por agentes del GATE en calles de la colonia Zaragoza, tras una refriega a balazos cuando el trío aparentemente había provocado a los representantes del orden.

Pero el 7 de diciembre las autoridades vivieron el peor momento del año en materia de inseguridad, cuando cuatro hombres fueron colgados en uno de los puentes de El Sarape, generando sorpresa entre la población.

El 9 de diciembre apareció el cuerpo de un hombre desmembrado en el mismo circuito vial, con un mensaje del que no se reveló su contenido.

El 14 de diciembre fueron localizados dos cuerpos en la colonia Valle de las Flores; sus cabezas habrían aparecido frente a la Presidencia Municipal de Saltillo y se habló de que podrían ser policías.

Al igual que con el hallazgo de seis cuerpos en un ejido del sur de Saltillo, donde figuraban los cadáveres del funcionario del IEPC, Natanael Rivera Gutiérrez, así como la empresaria local Adriana Zermeño, el día 17.

Sin embargo, el cierre de año tendría el mismo tono con el crimen del comandante de la Municipal, César García Guevara, acribillado en su patrulla el 28 de diciembre a la altura de la colonia Buenos Aires.

Es así como entre mantas, disparos y situaciones de violencia extrema que hasta hace poco eran inéditas en Saltillo, la inseguridad se ha apoderado de la Región Sureste, dejando entrever si en este 2013 el clima de inseguridad cederá en esta Región Sureste.

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