El detonador del cambio de
formato que aprobó el Presidente Enrique Peña Nieto para la joya de la corona
del cuarto informe presidencial, el mensaje político, partió de “la
desconfianza que tienen principalmente los jóvenes, hacia los medios de
comunicación y hacia las redes sociales, con la percepción de que esos espacios
están plagados de información poco veraz y sin sustento”. Es decir, ni la
televisión, la radio, los periódicos o revistas sirven como antaño para dar
credibilidad a los mensajes que se emitan a través de ellos. Tantos gritos y
epítetos en las redes sociales también han minado su confiabilidad. Pero el
nuevo modelo que se pondrá en práctica el jueves por la noche, tampoco es un
disparo con escopeta. El objetivo es un segmento de la población identificado
como los millennials, la generación nacida entre 1980 y 2000, los tomadores de
decisiones del mañana.
Será un formato abierto, como
el Encuentro con cibernautas en el Día Mundial de Internet en mayo, donde
participarán 360 jóvenes, “la mayoría de ellos destacados en distintas áreas
como deporte, cultura, medios de comunicación y emprendedores del campo”. Serán
jóvenes entre 17 y 35 años, mitad mujeres y mitad hombres, cuyo número por
entidad dependerá de su densidad poblacional. Este perfil permite relacionarlo
directamente con los millennials, que representan alrededor del 37 por ciento
del padrón electoral. El ejercicio que hará Peña Nieto no fue inspirado por una
idea político-electoral, sino para encontrar un nuevo modelo de comunicación política
eficiente.
Sin embargo, no pueden
desvincularse: de la necesidad para transmitir mejor su mensaje -la gran
autocrítica en Los Pinos ha sido su incapacidad para comunicar los beneficios
de las reformas peñistas-, y explorar una comunicación sin intermediarios que
les acumulan lastres y descrédito ajeno, a la posibilidad de que el Presidente
recupere credibilidad y liderazgo ante quienes se espera sean definitorios en
la próxima elección presidencial.
El año pasado, en vísperas de
las elecciones federales en julio, el Instituto Nacional Electoral dijo que la
elección la decidirían los 24 millones de votos de los jóvenes entre 18 y 24
años, que son el mayor número, como grupo poblacional, en la lista nominal. En
aquél momento, Rubén Vázquez, profesor en la FES Aragón y en la Universidad
Iberoamericana, escribió en Forbes que el mercado de los votantes millennials
no era nada despreciable. “En términos concretos -apuntó-, el segmento de los
19 a 24 años de edad representa el 21 por ciento del universo de cibernavegantes
en México, lo que equivale a poco más de 12 millones de electores en potencia.
La mayor parte de ellos sin una orientación política definida, pero con grandes
deseos de informarse a través de los medios sociales”.
El voto de los millennials no
alteró el orden jerárquico de los partidos viejos, pero sí demostró que el
hastío de ese segmento de la población con el status quo, es enorme. Una
encuesta de salida en esa elección realizada por la empresa SIMO Consulting,
reveló que los electores entre 18 y 35 años
se inclinaron por los partidos pequeños: el Humanista tuvo el 53 por
ciento de su voto, aunque no alcanzó el registro; Nueva Alianza el 47 por
ciento; Encuentro Social y el Partido Verde el 43 por ciento, y Movimiento
Ciudadano, uno de los grandes ganadores en términos de cargos de elección
popular conquistados, el 42 por ciento. “Los millennials tienen un desapego a
la política formal, pero se involucran en temas de debate sobre políticas de
Gobierno, con una actividad intensa en las redes sociales”, observó la
consultora.
Samuel Aguilar, secretario de
Acción Electoral en el PRI hasta abril, escribió en El Financiero: “Los medios
digitales son su mejor fuente de información, de sociabilidad y cotorreo, de
protesta y de monitoreo a sus políticos y están en línea alrededor de 7 horas
al día. Su vida social es intensa, pero ocurre en la red, donde son
participativos, críticos y exigentes, volátiles, autosuficientes y autónomos.
Esta nueva generación está en contra de los modelos tradicionales, y son
políticamente independientes versus la generación silenciosa y los baby boomers
(los que nacieron después de la Segunda Guerra Mundial). Los millennials
consideran a los partidos no como una solución a los problemas, sino parte del
problema”.
Aguilar citó el estudio de
Antoni González Rubí, comunicólogo y consultor político, “La generación
Millennials y la nueva política”, donde encuentra que su desánimo encuentra una
válvula de escape en la tecnología social. “¿Qué esperan estos jóvenes de entre
20 y 35 años de edad de la política?”, se pregunta. Un reciente estudio sobre
los millennials y las elecciones en Estados Unidos, realizado por el Instituto
de Política de la Universidad de Harvard, concluyó que para involucrar a ese
grupo “ahora y en el futuro”, se tendría que reconstruir la confianza en el
sistema y en aquellos que lo encabezan. En las elecciones primarias en ese
país, el demócrata Bernie Sanders utilizó live stream para atraer a millennials
en un mitin en California, en busca del voto joven o que nunca había
participado en ninguna elección. El resultado fue asombroso y reescribió reglas
políticas.
Peña Nieto apunta en esa
dirección con ese nuevo formato para su informe de gobierno, donde cambió un
evento cerrado para las élites y unidimensional, por otro abierto con una
representación de la generación del cambio. El primer resultado del experimento
será marginal en el largo plazo, frente a lo que la innovación significará para
quien la estudie, aprenda y aplique.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
twitter: @rivapa
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
Raymundo Riva Palacio/ 30/08/2016 | 12:00 AM)
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