Si hay necesidad de que
varios priistas de renombre funden una asociación social para que sirva de
observatorio para las políticas públicas del Gobierno, ¿significa que dentro
del partido ven subordinación y están agotados los instrumentos para mantener la
autonomía? Si lo que plantea como premisa básica su cabeza Manlio Fabio
Beltrones, “refrendar unidad y lealtad que tanto se necesita hoy”, ¿quiere
decir que ve que no hay lealtad ni honestidad dentro del partido del poder o
con el Presidente por parte de sus colaboradores? La asociación social que se
creó dentro del PRI el viernes pasado, es la semilla anidada para la ruptura.
Sus miembros buscarán
minimizar la existencia de esa ruta y presentar la nueva corriente como un
grupo al que pueden pertenecer priistas y personas externas que coincidan con
sus ideas y propósitos, para acompañar el proceso reformador del presidente
Enrique Peña Nieto. Difícil pensar que sea el único fin. La raíz de su
fundación se encuentra en el discurso de renuncia de Beltrones al PRI, cuando
al hablar de los resultados electorales el 5 de junio, dijo: “Hay que decirlo
fuerte y claro. En muchos de los casos los electores dieron un mensaje a
políticas públicas equivocadas o a políticos que incurrieron en excesos, que no
tuvieron conductas responsables… Es oportuno parafrasear a Luis Donaldo
Colosio: ‘Lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten’”.
Lo que dijo Beltrones, se lo
señaló en la cara al Presidente en una comida días antes. En ella enumeró los
enfrentamientos con los grupos de poder, que habían asumido, como consecuencia,
actitudes beligerantes: la Iglesia, los maestros, los empresarios, los medios,
los priistas, particularmente los gobernadores, que se sentían muy maltratados
por el secretario de Hacienda. También le habló sobre la falta de
correspondencia y retroalimentación en las agendas de Gobierno y partido. Un
alto número de iniciativas del Gobierno, como los matrimonios igualitarios, el
alza en las gasolinas o la captura de los líderes disidentes del magisterio,
por citar tres casos, nunca le fueron informados con anterioridad, quien se
enteró de esas acciones, dijeron cercanos a Beltrones, por la televisión.
Beltrones le presentó tres
veces su renuncia a Peña Nieto, quien no se la quería aceptar porque pensaba
era injusta. Pero Beltrones, en la reconstrucción que se ha hecho de esa
comida, le dijo que el electorado debía recibir el mensaje que el Gobierno sí
había escuchado su molestia, y que su salida del PRI debía ser el principio de
una cadena de cambios y ajustes. El Presidente no dijo nada al respecto, pero
tampoco hizo nada, salvo enviar como líder del PRI a uno de los símbolos de las
reformas cuestionadas: el director de la Comisión Federal de Electricidad,
Enrique Ochoa. La inacción desató las presiones dentro del PRI sobre Beltrones
para que tomara una nueva iniciativa de contraste y lucha interna.
Finalmente, tras una pausa de
40 días, regresó a la política activa, con una asociación social que ha sido
equiparada con la Corriente Democrática, fundada a mediados de los 80 por
varios priistas prominentes, a partir de la propuesta del entonces embajador de
México en España, Rodolfo González Guevara, quien a su vez se había inspirado
en Izquierda Socialista, una corriente democrática surgida dentro del PSOE, en
ese entonces en el poder, encabezada por Pablo Castellano. Los dos movimientos
son distintos.
La Corriente Democrática
nació como oposición al modelo autoritario de selección de candidatos
presidenciales en el PRI, y con la demanda al presidente Miguel de la Madrid
para abrir el proceso. Al fracasar, decenas de priistas salieron del partido y
construyeron un movimiento que nominó a Cuauhtémoc Cárdenas a la Presidencia en
1988. En España, Castellano fundó Izquierda Socialista como respuesta a la desideologización
del PSOE y el culto a la personalidad del presidente del Gobierno Felipe
González. En una entrevista el año pasado, la preguntaron a Castellano sobre
esa ruptura, y las imputaciones de que el choque se había dado porque se oponía
a las reformas planteadas por González. No fue así, respondió, “era el engaño a
la gente (lo que) me producía indignación”.
La asociación fundada por
Beltrones y decenas de priistas la semana pasada, parece inscribirse más en la
racional de Castellano –aunque ideológicamente son distintos– que en la de
Cárdenas, González Guevara y Porfirio Muñoz Ledo. Sin embargo, hay una
diferencia de fondo. Castellano iba directamente contra la cabeza del PSOE, su
partido, que era González. Beltrones no va contra el Presidente. El énfasis de
la iniciativa fue inopinadamente aclarada por uno de sus fundadores, el líder
de la CTM, Carlos Aceves, quien declaró cuando le preguntaron si era el
principio de la candidatura presidencial del exlíder del PRI: “Lo que tenemos
que hacer ahora es demostrar unidad en el PRI, con Beltrones y con el
Presidente de la República”.
Los campos de batalla dentro
del PRI para 2018, están tomando cuerpo. Si el PRI se rompe o no en los dos
próximos años dependerá de cómo se manejan los actores centrales en este
proceso de confrontación que en el PRI, del PRI contra el Gobierno, y dentro
del Gobierno mismo. La asociación le da a Beltrones una plataforma pública,
donde puede ser crítico. No rompió con el Presidente, pero sí con mucho de lo
que se encuentra a su alrededor. El Presidente no ha roto con su grupo
compacto, ni se le ven intenciones. Ya se verá qué tanto músculo le queda,
cuando el próximo año intente arrebatarle la sucesión presidencial.
(ZÓCALO/ "ESTRICTAMENTE PERSONAL" DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 01 DE AGOSTO 2016)
(ZÓCALO/ "ESTRICTAMENTE PERSONAL" DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 01 DE AGOSTO 2016)
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