miércoles, 27 de noviembre de 2013

LA INFANCIA TORCIDA DEL "NIÑO SICARIO"

México, DF.- Édgar Jiménez Lugo, “El Ponchis”, nació en San Diego California, Estados Unidos. A los 5 años fue separado de su madre y desde entonces su vida se torció.

Empezó la escuela, pero sólo pudo concluir el tercero de primaria. Se salió porque no le gustaba. Sin vigilancia de sus padres, no le fue difícil deshacerse de los estudios y se convirtió en presa fácil de la delincuencia.

Alejado de los juegos de su edad, “El Ponchis” tenía habilidades como estrangular, apuñalar, matar con pistola, disparar ráfagas de coche a coche, torturar, secuestrar y desaparecer personas.

Su carrera criminal la inició a los 11 años, con el asalto a un negocio del que no salió bien librado. Fue detenido, pero salió libre inmediatamente por tratarse de un menor de 12 años.

De vuelta en las calles, según su propia versión, fue “levantado” por la banda de “El Negro”, líder de los sicarios del cártel del Pacífico Sur y su mentor.

Fue él quien lo introdujo en el flagelo del narcotráfico, de la tortura y el asesinato; le asignaba trabajos como degollar y cortar los órganos genitales de rivales, bajo el influjo de la mariguana.

Además, reveló que fue entrenado bajo un régimen “militar” porque lo ponían a marchar, lo formaban con otros “reclutas”, y era golpeado o puesto bajo arresto si incumplía. Por su trabajo le pagaban 2 mil 500 semanales, en dólares o en pesos.

A mediados de 2010, él mismo atrajo los reflectores de la ciudadanía y las autoridades cuando empezaron a circular en YouTube una serie de videos en los que “El Ponchis” demostraba lo que había aprendido: torturar a sus víctimas para luego ultimarlas.

El mismo confesó que sólo mató a cuatro, pero testigos afirman que fueron muchos más.

En plena guerra del Gobierno contra el crimen organizado y con las pruebas exhibidas en las redes sociales, inició la persecución del “niño sicario”, como también lo apodaron.

La detención

Finalmente, el viernes 3 de diciembre de 2010 fue detenido en el aeropuerto Mariano Matamoros del municipio de Xochitepec, al sur de Morelos, cuanto intentaba viajar a Tijuana en la línea Volaris, y de ahí a San Diego –su lugar de origen—acompañado de sus dos hermanas conocidas como “Las Chabelas”.

“Me detuvieron ahí, en el aeropuerto. Iba a San Diego, California. Iba a cambiar, a ver a mi madrastra, iba con mi hermana. El dinero para viajar me lo dio mi mamá”, declaró en esa ocasión, aunque en otra entrevista afirmó que no tenía padres.

El viaje lo hizo por recomendación del mismo hombre que lo instruyó, quien según declaraciones de “El Ponchis”, le advirtió que se fuera del país. “Aquí está muy feo, te van a agarrar, cuídate mucho”, le habría dicho.

Su hermana Isabel, de ahí el apelativo de “Las Chabelas”  era novia de “El Negro”. Las Chabelas, se encargaban de tirar los cadáveres.

Cuando fue detenido, “El Ponchis” tenía 14 años. Las autoridades lo buscaban por su participación en los asesinatos y por pertenecer al CPS.

Al momento de su captura sólo reconoció el crimen de cuatro personas y confesó que lo hizo bajo los influjos de la droga y por órdenes de su jefe, quien lo amenazaba con matarlo si se negaba a hacer lo que le ordenaban, según contó el propio Jiménez Lugo.

“El Ponchis” confesó que él era el encargado de degollar a las víctimas, pero nunca admitió que su participación en la mutilación de sus víctimas ni tampoco en colgarlos de los pies en un paso a desnivel en el sur de Cuernavaca.

El último crimen en el que participó, dos meses antes de ser capturado, fue el asesinato de un hombre, cuyo cadáver fue arrojado en la autopista Cuernavaca-Acapulco, a la altura de la colonia Antonio Barona.

De acuerdo con un informe de la Dirección General de Despliegue Regional Policial de la Procuraduría General de la República, al cadáver le sacaron el cerebro y en su lugar le pusieron carne molida.

Además de los cuatro asesinatos que confesó, las autoridades lo responsabilizan de otros delitos, como el secuestro de tres personas, transporte de mariguana y portación de arma prohibida.

‘Nada más los degollo’

“He matado a cuatro personas, los degollaba. Sentía feo al hacerlo. Me obligaban”, dijo en una entrevista después de su captura.

–¿Cómo te convencían de que lo hicieras?—le preguntaron

– (Me decían) que si no lo hacía que me iban a matar. Yo nada más los degollo (sic), pero nunca fui a colgarlos a los puentes, nunca.

–¿Tienes miedo?

–No

–¿Estás consciente de que te van a juzgar por delitos federales?

–Sí—contestó en aquella ocasión el “niño sicario” quien días antes de su liberación pidió la protección de las autoridades por “miedo” de que el cártel intente reclutarlo otra vez.

Un usuario de Facebook de nombre José Serna escribió en su cuenta tras enterarse de la liberación de “El Ponchis”:

“llate manchastes lasmanos desangre noqueda deotra queda entrarle ponchis acuerdate las calles ansido tu escuela I elvandalismo tuvida cps te espera plebe” (sic), escribió el usuario radicado en Bakersfield, California.

El próximo 2 de diciembre, “El Ponchis” iba a cumplir sus tres años en prisión, pero la juez adelantó ayer su salida y permitirle a las autoridades realizar un operativo para custodiarlo.

Los oficiales escoltaron a varias camionetas del CEMPLA en medio de un completo hermetismo y que más tarde se dirigieron hacia la carretera México-Cuernavaca.

¿Consecuencia de una sociedad fallida?

Este caso puso de manifiesto los errores cometidos frente a los adolescentes que viven en la marginación y sin oportunidades

El joven vivió entre el abandono y el mundo de las drogas. Desde su nacimiento, sus padres ya tenían problemas con las drogas, especialmente cocaína, al punto que tras su nacimiento, los médicos detectaron esa droga en el bebé.

Un estudio realizado en 2006 por médicos en el Case Western Reserve University, reveló que niños nacidos de madres que consumieron cocaína durante la gestación presentaron problemas como trastorno negativista desafiante (ODD, por sus siglas en inglés), desorden por déficit de atención y niveles de agresividad superiores al de niños sin dicha sustancia en su organismo.

Los problemas de Édgar se acentuaron al ser enviado en 1998 (con apenas año y medio de edad) al cuidado de su abuela paterna en el barrio de Tejalpa, municipio de Jiutepec, en Morelos, México.

Sin querer, el niño llegó a un país donde los niños en condiciones de marginación son virtualmente dejados a su suerte. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en esa región más del 15% de los chicos de la edad del Ponchis no trabajan ni van a la escuela.

Peor aún, el crecimiento de Jiutepec (que en la última década pasó de 150,000 a más de 181,000 habitantes) y del barrio de Tejalpa, lo convirtieron en punto de interés para bandas del crimen organizado, como la del fallecido narcotraficante Arturo Beltrán Leyva.

En 2004, el Ponchis sufrió la pérdida de la única persona que pudo haberle dado un rumbo positivo a su vida: su abuela Carmen Solís. Luego de años inciertos, en 2008 (cuando tenía 11 años) empezó a convivir con un grupo criminal de la zona, , “El Negro”, vinculado a la organización de Beltrán Leyva.

“Un niño puede encontrar a lo largo de su vida figuras denominadas rescatadoras, que pueden darle afecto y enseñarlo a canalizar su violencia, pero cuando más lo necesitaba perdió a su abuela, siendo adoptado por un grupo violento que lo induce al consumo de drogas y a la violencia como mecanismo de identidad y pertenencia”, explicó la doctora Feggy Ostrosky, directora del laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


(ZOCALO/  Agencias /27/11/2013 - 07:13 AM)

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