Restos de avionetas salpican la selva de Petén, una base en medio de la nada, empleada por el crimen organizado para mover cocaína desde Sudamérica hasta el norte de Guatemala y después por medio de vehículos todo terreno a México.
GUATEMALA -
Llegamos –dice el piloto. El GPS de la avioneta marca 17 grados y 28 minutos al
norte por 90 grados y 54 minutos al oeste. México y el extraño cementerio de
aviones sudamericanos están a tiro de piedra, a menos de 3 kilómetros de
distancia.
En un principio hay
poco que ver. Debajo y hasta el horizonte, solo selva y pantanos, interrumpidos
por algunas trazas de ríos. Con 21 mil kilómetros cuadrados, la de este parque
es una de las más grandes reservas ecológicas de Centroamérica: la presencia
humana es casi nula. No hay pueblos, caminos, ni espacios de ganadería. A pie,
en brecha, se está a 12 horas del caserío más cercano. En resumen, no existe
nada a la redonda ni tendría que haberlo, a menos que se quisiera tener por
compañía a los cocodrilos que aquí son plaga.
Por eso es más
llamativo cuando de entre el follaje emergen los ángulos rectos de lo que
parece ser un camino. Es algo evidentemente artificial, una franja de pasto
desprovista de follaje. Mide unos 800 metros de largo por 50 de ancho y en
medio de la selva se ve como un parche calvo, casi como lo haría una cicatriz
en una cabellera. Se trata de un fenómeno que se repite por toda la región. Una
narcopista.
El teniente aviador
Alejandro Godoy maniobra su pequeña Cessna de la Fuerza Aérea Guatemalteca
(FAG) para realizar un vuelo rasante.
- Bien... ahí está
la pista... ahí los troncos... ahí el cráter... ¿y los restos?, -suelta.
Lo que Godoy está
escudriñando es una pista clandestina que, según inteligencia militar,
perteneció al cártel de Sinaloa y que hace poco fue inutilizada por kaibiles
con cargas explosivas. Una base de operaciones a la mitad de la nada que fue
empleada repetidamente por los sinaloenses para trasladar cocaína desde
Venezuela y Colombia al departamento del Petén, en Guatemala, y luego por medio
de vehículos todo terreno a México.
Ahí abajo, en alguna
parte, tendría que estar una avioneta a la que alguien le prendió fuego cuando
aterrizó, hace ya cuatro meses. Todavía la semana pasada su cola reposaba semi
oculta en un pantanal a no más de 10 minutos de la frontera con México. Hoy no
está y probablemente el fango terminó por tragársela. Las que sí son visibles
son las marcas de las llantas de incontables trenes de aterrizaje.
- Le juro mi general
que estaba aquí. Estoy cien por ciento seguro, pero no duran mucho tiempo en
este tipo de terreno –argumenta el piloto.
El general Oscar
Barrientos, comandante de la recién creada Brigada Especial de Operaciones de
Selva (BEOS) del Ejército Guatemalteco no dice nada, pero unos minutos después
está señalando por la ventanilla a un objeto que captura el reflejo del sol en
medio de la selva. Desde esta altura parece el esqueleto chamuscado de un
animal prehistórico.
- Ahí está la
cessnita. Mírala cómo la quemaron.
Al final de su dedo
está el cadáver carbonizado de lo que alguna vez fue una avioneta. Está quemada
por completo y es una imagen muy similar a la mostrada por el gobierno de
Venezuela hace unas semanas, cuando dio a conocer que "inhabilitó"
una aeronave mexicana "full de coca" en el estado de Apure,
fronterizo con Colombia.
A diferencia de la
avioneta mexicana, ésta vino en dirección contraria, en la ruta lógica para el
tráfico de cocaína: de sur a norte, desde los Andes. Cubrió una de las vías más
socorridas del narcotráfico para traer droga a México, una que comienza en
territorio venezolano, cruza por el istmo de Centroamérica sobre el poco
controlado espacio aéreo de Nicaragua y Honduras y termina a unos cuantos
kilómetros del vértice que marca la frontera con Tabasco y Campeche.
"Hemos
detectado que la mayoría de esas aeronaves tienen trazas en Venezuela",
dice a MILENIO el general Barrientos. "Es información de radar que nos
proporciona el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Como esa, tenemos
restos de varias en el Petén. Llegan, aterrizan y como los estamos
persiguiendo, las destruyen. El costo de la avioneta ya viene calculado en la
carga".
De acuerdo a
estadísticas del Ministerio de Defensa Nacional de Guatemala, en el periodo que
va de 2010 a 2013, 16 aeronaves irregulares han aterrizado al norte de su
territorio, en especial en esta zona limítrofe, convertida en uno de los
cementerios aeronáuticos más grandes de América Latina. Restos de avionetas de
todo tipo salpican la selva petenera, empleada por el crimen organizado para
mover cocaína desde Sudamérica hasta el norte de Guatemala y el sur de México.
Tan sólo un vuelo de media hora fue posible apreciar dos aeronaves
carbonizadas.
La mayoría son
Cessnas modificadas. En casi todas los asientos fueron arrancados y reemplazados
por tambos de gasolina especialmente adaptados en su interior para incrementar
su autonomía de vuelo y permitirles realizar el viaje de más de 2 mil 500
kilómetros entre Venezuela y el Petén. Se trata de Skycatchers, Stationairs y
Skyhawks, entre otros modelos.
Una fotografía
tomada por tropas kaibiles y a la que MILENIO tuvo acceso, muestra otra de las
aeronaves halladas entre el follaje en los últimos años. Es una Beechcraft 200
Super King Air con la matrícula YV 1304. Fue descubierta cerca de la frontera
con México en 2012.
Esa, como tantas
otras, tiene su origen en Venezuela. En internet, aparece registrada a nombre
de la "Dirección de Inteligencia Militar" del Ejército Venezolano.
***
¿Por qué aterrizan
las narco-avionetas en Guatemala y no en México? La respuesta obedece a la
diferencia en presencia de los gobiernos de ambos países. Mientras el gobierno
mexicano cuenta con 5 bases aéreas en el sur-sureste del país además de un
sistema de radar con 4 estaciones –conocido como el Sistema Integral de
Vigilancia Aérea o SIVA--, las autoridades guatemaltecas tienen sólo una
instalación para todo el Petén y no cuentan aún con un radar militar avanzado
que controle su espacio aéreo.
Guatemala no puede
negar sus carencias, una desventaja que el crimen organizado no ha dejado de
lado. Tras años de conflicto civil, con el Ejército acotado por los acuerdos de
paz y fuertes presiones presupuestales, su gobierno no ha podido modernizar su
flota aérea, que prácticamente cuenta con sólo un puñado de naves de
intercepción que datan de la posguerra.
"Como no
tenemos las defensas aéreas de México, los cárteles de la droga aterrizaban en
Guatemala", explica Barrientos. "Nuestras capacidades de radar son más
limitadas. Nada más cruzas al espacio aéreo mexicano y tienes un F-5 que te
está siguiendo. Nosotros aún no y es una debilidad que han buscado explotar los
cárteles de la droga".
A mediados de 2013,
el gobierno del presidente Otto Granados contempló adquirir una media docena de
cazas súper tucano de Brasil para apuntalar las defensas aéreas guatemaltecas
con el objetivo explícito de cerrar la vía a los vuelos clandestinos de los
cárteles mexicanos. La compra fue cancelada por razones administrativas, pero
en su lugar queda un consuelo: se instalará un sistema de radares españoles de
última generación. Eso dará tiempo de alerta a las tropas de tierra para
responder a una incursión aérea. Una medida con aparente dedicatoria al cártel
de Sinaloa.
Ronaldo Leiva, ex
ministro de Defensa Nacional de Guatemala, concuerda. "Por mucho tiempo
hubo un vacío de Estado en el Petén que fue explotado por el cártel de
Sinaloa", dice. Fue durante su administración –2006-2008- que comenzó a
detectarse el incremento en el arribo de vuelos clandestinos que buscaban
explotar los vacíos de radar en la frontera.
El coronel Erick
Escobedo, portavoz del Ejército Guatemalteco, sostiene por su parte que la
situación va mejorando y que poco a poco se ha logrado cerrar la puerta a las
aeronaves clandestinas. "Están aterrizando menos avionetas y eso es
positivo", señala.
En lo que va del
año, según estadísticas oficiales, sólo han aterrizado dos avionetas.
***
Godoy hace tres
pases. No queda duda. Lo que está ahí abajo es una avioneta carbonizada. Según
los registros de la Fuerza Aérea Guatemalteca, aterrizó el 17 de septiembre
pasado. Su carga –que podría haber alcanzado hasta una tonelada-- fue extraída
en vehículos todo terreno y llevada a territorio mexicano, al municipio tabasqueño
de Tenosique, desde donde probablemente fue atomizada y transportada a
distintos puntos, como Cancún, Villahermosa y Veracruz.
Unos minutos más
tarde, la Cessna de la FAG encuentra otra pista, muy cerca de la población
fronteriza del Internacional. Poco después, mientras sobrevuela en paralelo a
la línea internacional que divide el Petén de Campeche, otra. Y otra. En menos
de media hora, sobrevuela 5.
"Tenemos
detectadas unas 80 pistas en esta parte del Petén", dice Barrientos, quien
desde hace un año comanda una brigada integrada por Kaibiles y soldados Selva
–dos ramas de fuerzas especiales—a la que se ha pedido enfrentar la
proliferación del fenómeno. "Ya inhabilitamos 17 por completo, pero es un
trabajo largo".
La construcción de
una pista, según calculan las autoridades guatemaltecas, toma sólo dos días. Es
un proceso relativamente simple: se talan los árboles y se aplana el terreno
con troncos jalados por caballos y bueyes. Como iluminación se utilizan focos
ahorradores de energía conectados a la batería de un automóvil.
(MILENIO
/ Agencias/ 27/11/2013 02:38 AM)
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