No calza zapatos Prada y rechazó el
trono y la limusina. A eso apostó el Vaticano. A un Papa distinto. Pero más
allá de los símbolos, el Pontífice argentino no ha dicho nada acerca de la
titánica tarea que le espera. En sus manos ya está el informe secreto que tres
cardenales elaboraron para Benedicto XVI y en el cual se detallan los casos de
corrupción y guerras intestinas que asuelan a la Iglesia católica.
Alejandro Gutiérrez/Proceso
CIUDAD DEL VATICANO (Proceso).- Los
primeros días de Francisco como Papa estuvieron marcados por una serie de señas
singulares que empiezan a delinear su pontificado –como su idea de tener “una
Iglesia de los pobres y para los pobres”–, que fueron bien recibidos por los fieles
y los jerarcas religiosos y ampliamente ponderados por el ejército de 6 mil
periodistas de todo el mundo que reportearon el cambio de mando en el Vaticano.
Esas señas fueron interpretadas como una
bocanada de aire fresco en el ambiente viciado que prevalece tras los muros
vaticanos debido a los múltiples escándalos de la curia romana.
El vaticanista español Eric Frattini
sostiene que Francisco será “un Papa muy mediático” pero no como lo fueron Juan
Pablo II y Benedicto XVI, “muy dados al boato pontificio”.
En entrevista con Proceso, el autor del
libro Los cuervos del Vaticano. Benedicto XVI en la encrucijada plantea:
“Bergoglio es un señor que viene de pisar barro, no mármol de Carrara; que
aunque viene de Buenos Aires, proviene de la villa miseria; es un hombre que ha
estado en esas villas hasta antes de venir al cónclave, por eso rompe con una
serie de esquemas”.
Pero una vez formalizada su
entronización en la ceremonia del 19 de marzo se inicia la etapa crucial, que
será la de formalizar su equipo de trabajo e iniciar las reformas necesarias en
la curia vaticana, las que exigieron los cardenales en el cónclave donde fue
elegido el jesuita argentino.
En su artículo “Huracán Francesco” el
vaticanista Ignazio Ingrao, de la revista italiana Panorama, sostiene que
dentro del “aspecto afable del Papa Bergoglio está la determinación de un
jesuita por reformar la curia a profundidad”.
Conocedor de las intrigas vaticanas,
Ingrao afirma que la “agenda” de temas y reformas “ineludibles” incluye darle
un nuevo empuje a la comunicación del “Evangelio, el diálogo interreligioso, la
reforma de la curia romana y la elección de un ‘líder’, la limpieza de las
finanzas vaticanas, el papel de los laicos, la lucha contra la pedofilia y la
moral sexual.
“Estos puntos son fruto de la discusión
librada ampliamente por los cardenales durante las congregaciones generales y
el cónclave. Son la prioridad de los príncipes de la Iglesia conseguibles por
el sucesor de Benedicto XVI a costa de marcar la huella del nuevo pontificado”,
planteó.
Luego de que Benedicto XVI saliera del
Vaticano la tarde del 28 de febrero, el analista Sandro Magister publicó en la
revista L’Espresso (el viernes 1) que el informe secreto (sobre los escándalos
en la Iglesia) que los cardenales Julián Herranz, Josef Tomko y Salvatore de
Giorgi entregaron a Ratzinger iba a condicionar la elección del nuevo Papa y
que “al elegido se le pedirá que realice urgentemente esa reforma de la
‘governance’ que Benedicto XVI ha dejado inacabada, so pena de que la Iglesia
se precipite en un desorden institucional tal que pueda oscurecer su misión
última y verdadera: Reavivar la fe cristiana allí donde esté debilitada y
llevarla donde aún no ha llegado”.
Federico Lombardi, vocero vaticano, dijo
el lunes 18 que el Papa Francisco “ya tenía en su poder” el expediente de 300
páginas de la investigación ordenada por Benedicto XVI en la que se habrían
documentado los escándalos de corrupción, la existencia de un grupo de presión
gay dentro del Vaticano y los episodios de la guerra intestina que protagonizan
en la curia los llamados “diplomáticos”, que encabeza Angelo Sodano, y los que
dirige el aún Secretario de Estado Vaticano, Tarcisio Bertone.
(Extracto del reportaje que se publica
en Proceso 1899, ya en circulación)
(PROCESO/ Alejandro Gutiérrez/ 23 de
marzo de 2013)
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