Miles de personas aguardaron en el
desierto para ser contratados como braceros en los años 50 y 60 en el pueblo de
Empalme, Sonora. Varios murieron en la espera.
Millones de mexicanos trabajaron como
braceros en Estados Unidos. Ahora buscan reconocimiento y compensación.
Especial
Muchos permanecían sentados,
otros en el suelo, aturdidos por el intenso calor.
Ese fue la escena que
encontró David al llegar a Empalme, Sonora, en 1962.
BRACEROS COBRAN SU SUELDO 60 AÑOS DESPUÉS
Tenía 17 años y como todos
los que se encontraban en el lugar buscaba contratarse en alguna granja de
Estados Unidos.
En Empalme, que entonces era
un pueblo de pescadores, funcionaba el único centro de contratación en México
para el Programa Bracero.
Lo que encontró David
Contreras fue una pesadilla. “Éramos miles, miles, miles” le cuenta a BBC
Mundo.
“Había mucha gente que no era
contratada porque venían enfermos o se enfermaban allí. No los podían aceptar
de ninguna manera”.
“Ya no tenían con qué regresarse
a sus tierras, andaban por las calles buscando qué comer. Hubo gente que se
llegó a morir de hambre, de sed. No había quien hiciera algo por ellos”.
EL ÚNICO RECONOCIMIENTO
No se sabe cuántas personas
murieron mientras esperaban un contrato temporal de empleo.
La historia de lo que sucedió
en esa época se ha recuperado a través de testimonios de los trabajadores.
Braceros mexicanos toman el
almuerzo en el cultivo donde trabajan El Programa Bracero fue un acuerdo
binacional que pretendía abastecer de trabajadores mexicanos agrícolas a los
campos de cultivo y granjas estadunidenses.
La Alianza de Ex braceros del
Norte, una de las organizaciones que representan a los sobrevivientes, ha
recabado varios de ellos.
Rosa Zárate, una de sus
representantes, le dice a BBC Mundo que fueron inhumados en fosas comunes,
porque nadie reclamó los cuerpos.
Y es que la mayoría de
quienes se concentraron en ese pueblo viajaron solos, con poco dinero que se
agotó con rapidez.
Pero no hay registro oficial
de esas muertes. Las documentaciones históricas se basan en entrevistas a ex trabajadores
de la época.
Ahora la Alianza realizó la
Caravana Holocausto Bracero para recordar lo que sucedió en esos años.
Es uno de los capítulos menos
conocidos en la relación entre México y Estados Unidos.
Un grupo de sobrevivientes
partió de Los Ángeles, California, hasta Empalme donde se inauguró una estatua
dedicada a los braceros. Es el único monumento para ellos que existe en México.
David Contreras, ahora de 73
años de edad, fue uno de los que participaron en la caravana.
Como las pocas veces que ha
regresado a Empalme tiene una mezcla de sentimientos. “Fue algo muy fuerte para
todos nosotros”, cuenta.
“Lo que vivimos aquí sí fue
real, es una desgracia”.
MILES DE CONTRATOS
El anciano fue uno de los 4,5
millones de jóvenes mexicanos que participaron en el Programa Bracero, el cual
funcionó entre 1942 y 1964.
Fue un acuerdo binacional
pretendía abastecer de trabajadores agrícolas a los campos de cultivo y granjas
estadunidenses.
David Contreras se integró al Programa
Bracero en 1962.
Al principio fue para
sustituir a los hombres que combatían en la Segunda Guerra Mundial.
Pero luego la Casa Banca lo estableció
como una estrategia de apoyo para los productores de su país.
En el tiempo de vigencia del
Programa se establecieron varios centros de contratación en ciudades como
Mexicali, Hermosillo o Ciudad de México.
El último fue en Empalme, en
la costa del Océano Pacífico. Es una región semidesértica, donde las
temperaturas en verano superan los 45 grados centígrados.
Este lugar de reclutamiento
permaneció en operación hasta que terminó el Programa. No hay un dato oficial
sobre cuántas personas fueron contratadas allí.
El libro Me llamo Empalme,
escrito por Mondaca Ochoa cuenta que al inicio de 1956 en esa ciudad había
1.500 braceros, y en abril el número se había duplicado.
Al finalizar 1957 en el
pueblo de pescadores habían sido contratados 167.000 trabajadores.
Tantas personas en un espacio
pequeño provocaron serios problemas de abastecimiento y hacinamiento, han
documentado investigadores como Pedro de Alba.
En una serie de artículos
publicados en diarios nacionales en 1954 señalaba que los centros de
contratación de braceros “era uno de los panoramas más desoladores” que había
visto.
Un panorama que parecía
repetirse en Empalme “con la concentración masiva de braceros y la escasez
crónica de servicios mínimos”, señala Jorge Durand, uno de los investigadores
que más ha documentado la migración mexicana a Estados Unidos.
Y es que la demanda de un
espacio en los campos agrícolas de Estados Unidos era enorme, recuerdan los sobrevivientes.
Incluso en esos años algunos
diputados reclamaron en el Congreso que México enviaba a sus mejores
trabajadores a enriquecer a un país ajeno.
LA ESPERA
Cuando se abrió el centro de
contratación de Empalme, en 1956, Gabino Hernández fue de los primeros en
llegar.
Esperó cinco meses antes de
tener una oportunidad. No era sencillo.
Braceros esperando ser
seleccionados
Miles y miles de braceros
competían por unos cuantos puestos y frecuentemente se daban peleas.
Todos los solicitantes debían
permanecer en el patio junto a la bodega donde se realizaba el reclutamiento.
Era un espacio amplio pero no
cabían todos, le cuenta Hernández a BBC Mundo. Allí esperaban a que se llamara
a los trabajadores de cada estado a una primera entrevista para mostrar los
documentos que les permitirían salir del país.
Sólo había 50 lugares por
cada llamado, recuerda, y nada más había una oportunidad. Y eran miles los que
esperaban la convocatoria. Las peleas para ganar un lugar eran frecuentes.
La impactante historia de un
“coyote” que pasa migrantes por la frontera entre México y Estados Unidos
Si no alcanzaban un espacio
debían esperar semanas o meses a que se les convocara de nuevo.
Mientras, buscaban la forma
de sobrevivir. “Comíamos una vez al día, cuando se podía”, recuerda.
“Se murió gente, había muchos
con muchas necesidades. Si te contrataban tenías comida y servicio médico pero
mientras nada, era arreglártelas con el pueblo”, cuenta.
“Y ellos tenían los medios
(recursos) pero no para recibir a esa cantidad de gente”.
LA SELECCIÓN
Pero la prueba de Empalme era
el primer paso. Los elegidos viajaban en tren hasta Mexicali, en la frontera
con Estados Unidos, donde cruzaban al pueblo de El Centro donde debían superar
el último filtro.
El trato era humillante,
recuerda Gabino Hernández. Todos debían desnudarse y enseguida les rociaban con
un polvo desinfectante.
“Te echaban el polvo con una
manguera con aire, lo metían en todas partes”, cuenta Gabino. “Luego te
revisaban las partes íntimas para ver si tenías enfermedades venéreas”.
“Te apretaban bien fuerte el
pene para ver si sacabas algo. Luego tenías que hacer sentadillas y después
debías agacharte para que te revisaran allí”.
Los ex braceros mexicanos
reclaman pagos retenidos por el gobierno de México.
ALIANZA EX BRACEROS DEL NORTE
Los braceros mexicanos
reclaman pagos retenidos por el gobierno de México.
En ese momento muchos tenían
varios días sin comer. Cuando eren elegidos les entregaban un paquete de comida
que, por solidaridad, solían entregar a los que se quedaban.
Cuando llegaban a la revisión
médica estaban débiles, cuenta Gabino Hernández. “Nos formaban en un patio y
así de pie le sacaban sangre a cada uno. Algunos se desmayaban, imagínese, sin
comer, cansados por el calor y el viaje”.
Estas personas eran
expulsadas del programa.
Más mexicanos salen de EE.UU.
que los que entran, dice informe
Y después de todo eso los
braceros mexicanos enfrentaban a sus empleadores. Los granjeros recorrían las
filas de trabajadores para seleccionarlos.
“Les apretaban los brazos,
las piernas, les abrían la boca”, cuenta Rosa Zárate. “Querían a los más
fuertes, preferían a los jóvenes y altos”.
Los sobrevivientes del
proceso llegaban entonces a los campos agrícolas donde recibían un dólar por
hora, equivalente a 12,5 pesos de la época.
En México el salario por el
mismo trabajo era de cinco pesos por jornada de ocho o diez horas al día.
Valía la pena, dice David
Contreras. “Por eso queríamos venir a Estados Unidos para ganar más. Pero el
sufrimiento era extremo”.
(ANIMAL POLÍTICO/ALBERTO NÁJAR /BBC
MUNDO (@BBCMUNDO) OCTUBRE 1 2016 17:45)
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