sábado, 18 de junio de 2016

EL “PALACIO DE LAS PRINCESAS”, REFUGIO TRANS CONTRA LA VIOLENCIA EN BRASIL


Palacio de las Princesas, un refugio que acoge transexuales y travestis que han contraído el SIDA y que han sido víctimas de la violencia física y emocional de Brasil, que lidera todas las estadísticas: registró casi el 40 por ciento (802) de los asesinatos reportadas en todo el mundo, seguido de México (229) y Estados Unidos (132), según el estudio realizado por el Observatorio de Personas Trans Asesinadas, en el periodo de 2008 y 2015.


Brasil es el país con más asesinatos de travestis y transexuales registrados del mundo, según cifras absolutas de la ONG internacional TGEU (Transgender Europe). Foto EFE

Sao Paulo, 18 junio (EFE).- En la entrada de una vivienda de Sao Paulo el retrato en blanco y negro de su antigua propietaria recibe a sus inquilinas: todas son transexuales y travestis que han contraído el SIDA en una vida golpeada por la prostitución y la violencia.

Brenda Lee, el “ángel de los transexuales”, abrió en el 84 las puertas de su casa para crear el llamado “Palacio de las Princesas“, un albergue de cuatro plantas situado en el centro de la capital paulista que desde hace más de tres décadas acoge a transexuales y travestis sin hogar.

Devota de Nuestra Señora de Aparecida, patrona de Brasil, Lee -que nació como Cícero Caetano Leonardo- también era transexual y al igual que otras de sus compañeras murió asesinada en 1996.

Su muerte no está en las últimas estadísticas, que reflejan que Brasil es el país con más asesinatos de travestis y transexuales registrados del mundo, según cifras absolutas de la ONG internacional TGEU (Transgender Europe).

Jananína, una de las quince inquilinas del “Palacio de las Princesas“, estuvo cerca de ser asesinada hace más de una década en Río de Janeiro: fue violada por un grupo de hombres y uno de ellos se comprometió con sus colegas a arrojarla a la Bahía de Guanabara, pero se arrepintió en el último momento.

En su piel, golpeada por el tiempo y las drogas, hay marcas de las más de veinte agresiones físicas que ha sufrido a lo largo de su vida, sin contar el rastro que han dejado las agresiones verbales de las que ha sido víctima.

“Esta fue con fuego. Me lanzaron un mechero con gas, pero tuve suerte porque no me dio en la cara”, cuenta mientras señala una bregadura oscura situada en el costado izquierdo de su cadera.

A pesar de las cicatrices repartidas por su cuerpo, la alegría y optimismo de Janaína consigue eclipsar parte de sus 47 años de sufrimiento: fue abusada sexualmente a los 4 años y víctima de tráfico humano poco antes de los 20.

Cuenta su historia sin parpadear y lo hace intercalando frases de español, el que aprendió cuando se prostituyó en Madrid. Fue justo antes de hacerlo en Francia y en Suiza, donde contrajo el SIDA durante un tatuaje.

Está convencida de que vivirá hasta los 109 años -lo repite sin cesar- y desde los 20 escribe de puño y letra su historia. El borrador está siendo editado por un grupo de colaboradores y a finales de año saldrá a la luz convertido en el libro ‘Diez puertas de salida y 100 consejos para salir del vicio con estilo’.

“Hablo de mi experiencia, de la violencia que he sufrido, de la importancia de refugiarse en la educación”, asegura Janaína, quien continuamente alterna fechas, lugares y personajes históricos, muchas veces sin un nexo en común.

Comparte la habitación con Poliana, una transexual con SIDA que llegó recientemente a la casa de Brenda Lee después de recibir varias puñaladas en la espalda por parte de su marido, quien está preso por intento de homicidio.

“La violencia parece que es una maldición de las transexuales. Y el SIDA también”, confiesa Poliana, que todavía tiene más de una decena de puntos de sutura en el vientre después de la operación a la que tuvo que ser sometida tras el apuñalamiento.

En otra de las casas de acogida de transexuales de Sao Paulo, Bruna esconde bajo una cazadora negra las cicatrices de su brazo, pero no puede ocultar las que marcan la tez negra de su rostro. Se la hizo su ex pareja con un pedazo de vidrio.

“Sufrimos mucho prejuicio, violencia. Si nos matan a nosotras nadie nos va a buscar, la mayoría estamos excluidas de la familia. Es como si fuéramos animales. Sólo servimos para trabajar en la noche”, señala Bruna, de 29 años.

Según el Observatorio de Personas Trans Asesinadas, publicado el pasado marzo por TGEU, el 65 % del total de las 2.016 muertes reportadas en todo el mundo entre 2008 y 2015 eran “trabajadoras sexuales”.

En ese periodo Brasil lidera todas las estadísticas. Registró casi el 40 por ciento (802) de los asesinatos reportadas en todo el mundo, seguido de México (229) y Estados Unidos (132).

La ONG relaciona el elevado registro de muertes en Brasil con la fuerte presencia de movimientos trans, lo que, a diferencia de otros países, ha permitido un mayor control sobre el número de muertes violentas.

La modelo y activista Viviany Beleboni colocó en el mapa mundial la violencia trans en Brasil durante el desfile del orgullo gay de Sao Paulo de 2014, cuando se subió a una carroza imitando la crucifixión de Cristo, generando una gran polémica dentro y fuera del país.

“Somos crucificadas en el momento en el que ponemos un pie fuera de casa. Por eso me crucifiqué en el desfile, para mostrar los dolores de todos los travestis que son agredidos”, afirmó Belboni en una entrevista a EFE.


(SIN EMBARGO.MX/ EFE / JUNIO 18, 2016 - 5:06 PM)

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