Mientras observa a
sus hijos jugar en el columpio, Héctor Sánchez Pérez dice que va a olvidar todo
y a volver a empezar, porque desea sacar adelante a su hija discapacitada y a
su madre enferma.
Él recuperó las
ganas de salir adelante tras haber recobrado su libertad después de que un
tribunal de Juicio Oral lo declaró inocente, casi tres años después de estar
preso por un asesinato que no cometió.
“‘Ya te chingaste,
ya mamaste. Vas a ir por un homicidio, andabas tú con unos chavalos en la
mañana’, eso me dijeron los federales cuando me sacaron de mi casa y yo les
respondí: ‘no, yo andaba en el mandado con mi señora y mi papá’… pero me
llevaron a los separos de la Federal, ahí me pusieron una chinga, me
torturaron, querían que les llenara una hoja y no quise y me amenazaron con
regresar a mi casa y violar a mi esposa”, contó Héctor mientras apretaba la
mandíbula para no llorar.
Sánchez Pérez fue
detenido el 17 de febrero del 2011 por agentes de la Policía Federal (PF),
quienes lo involucraron con dos hombres que a la postre sí fueron encontrados
culpables del haber privado de la vida a Juan Carlos Obet Mendoza, quien fue
muerto en febrero del 2011 al salir de un restaurante de su propiedad, ubicado
en la avenida Montes Urales de la colonia La Cuesta.
En esa ocasión
mandos de la PF dieron a conocer a la opinión pública, la detención de los tres
hombres indicando que se trataba de un grupo de sicarios que pertenecía a un
cártel local y aseguraron que portaban armas largas de fuego y un vehículo
robado, al momento de su aprehensión.
Pero todo se
desvaneció en el Juicio Oral 114/12, donde los familiares de la víctima y
varios testigos del arresto de los otros dos involucrados, no reconocieron a
Sánchez Pérez e indicaron no haber visto el momento en que fue detenido.
Héctor estuvo dos
años en el Cereso estatal número 3. Al vencerse esa medida cautelar, el
Ministerio Público logró que un Tribunal de Garantía lo arraigara durante cinco
meses en las antiguas instalaciones de la Academia de Policía, luego el arraigo
se extendió otros dos meses.
Al concluir este
periodo el Ministerio Público pidió otro mes porque el juicio se canceló debido
a la inasistencia de los testigos, después pidió otros seis meses, pero la
defensa legal de Sánchez tramitó un amparo para impedir esto y después se
realizó el Juicio Oral.
“Estuve ahí de a
‘free’, al último ni perdón, ni disculpas, ni me dijeron nada, nomás ya está
libre y pos no. Cuando salí ya mi madre estaba mala y yo digo que enfermó de
cáncer por eso. El día que llegué a la casa, después de no verla durante dos
años y once meses, se me puso mala y mi papá también está enfermo de tanta
presión que vivimos”, contó con tristeza Héctor quien ayer todavía vestía el
uniforme de la cárcel y trataba de ayudar a su hermano en la reparación de un
auto.
A Sánchez le tocó
ser testigo de la matanza de 13 internos en el Cereso el 25 de julio del 2011
cuando compartía la celda con 56 presos y por fortuna se encontraba lavando los
baños cuando un comando ingresó para asesinar a sus compañeros.
“Necesito trabajar
para curar a mi hija, techar mi casita y llevar a mi madre y mi padre a que me
los curen. Lo que sigue es olvidar aunque eso no se olvida. Yo tengo una
denuncia en PGR y en Derechos Humanos de la Nacional contra los federales pero
no sé si le voy a dar continuidad tengo miedo que regresen y me maten”, agregó.
(Blanca
Elizabeth Carmona/ El Diario | 2014-01-19 | 23:16)
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