Nidia Marín /
El Sol de México
Ciudad de México.-
Cuando ha transcurrido menos de un año del actual sexenio, contar en México con
un Jefe de Gabinete, nuevamente ocupa una posición preponderante en el debate
en torno a la iniciativa que presentarán próximamente el Partido de la Revolución
Democrática y un grupo de senadores panistas. También está en la palestra la
muy debatida segunda vuelta electoral.
En el primer caso,
de la figura del Jefe de Gabinete, ellos hablan de crearla para asumir la
interlocución con las fuerzas políticas y con el Poder Legislativo (lo que tal
vez implicaría la abolición de una de las funciones de la Secretaría de
Gobernación), sería ratificado por el Congreso de la Unión y tendría como
atribución sustituir al Presidente en ausencias temporales.
El planteamiento,
que seguramente hoy tiene dedicatoria, no es nuevo. Hace nueve años lo llevó a
la palestra el constitucionalista Diego Valadés, del Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la UNAM, quien a la sazón fue autor del libro
"El gobierno de gabinete", editado por el propio Instituto, en 2005.
Posteriormente, en
la revista Mexicana de Derecho Constitucional, Alfonso Herrera García,
especialista en derecho constitucional y administrativo por la División de
Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho de la UNAM, hizo un análisis de
dicha obra.
En su trabajo
menciona las propuestas que, "como corolario de su acuciosa investigación,
formula Diego Valadés, en torno a la evolución próxima que debe experimentar el
sistema presidencial mexicano, se pueden sintetizar en los tres siguientes
aspectos:
a) La introducción
de la institución del gabinete en la estructura del Poder Ejecutivo con
funciones constitucionalmente definidas.
b) La adopción del
jefe de gabinete, cuya designación, ratificación, jerarquía, atribuciones y
obligaciones se encuentren igualmente establecidos en la Constitución.
c) El
establecimiento de renovados instrumentos de control del Gobierno por el
Congreso". Precisa lo recurrentes que son en el discurso del
constitucionalista, los llamamientos a la reflexión, "en el sentido de que
proposiciones como las anteriores no equivalen a una desnaturalización del
sistema presidencial, sino que resultan ser traducciones de la necesaria
redefinición y consolidación del modelo, al significar todas ellas un cúmulo de
beneficios democráticos. Estas virtudes, en las que no podemos menos que estar
de acuerdo en la gran mayoría de sus términos, se manifestarían en la
desconcentración del poder del presidente y en el correlativo fortalecimiento
del sistema representativo, rubros cuyo diseño institucional, a lo largo de
nuestra historia constitucional posrevolucionaria, ha adolecido de grave y
aciaga inmutabilidad".
CONTROLES
Y ATRIBUCIONES
También refiere
Herrera García varios de los instrumentos de control del Congreso "hacia
el Gobierno con gabinete presidencial, que Valadés llama a su
institucionalización, se encuentran la concurrencia de los secretarios a las
sesiones congresuales, así como su responsabilidad de atender solicitudes de
información que les dirijan las cámaras o sus comisiones, a la manera en que se
han adoptado, como se vuelve a demostrar, en varias Constituciones
latinoamericanas".
Y relata acerca del
arreglo institucional de los controles del congreso que se promueve,
"obedece al propósito de evitar los excesos del poder más no de impedir
que los órganos actúen, que ya sería un extremo de indeseadas
consecuencias". Traza además las atribuciones que tendría la
constitucionalización de las funciones del gabinete, en cuanto órgano colectivo
de gobierno:
-Analizar y aprobar
el proyecto de ingresos y de presupuesto, así como las iniciativas de ley del
Ejecutivo;
-Elaborar
reglamentos;
-Refrendar leyes;
-Concluir la
decisión presidencial de interposición de veto;
-Aprobar
nombramientos de funcionarios relevantes; así como participar en las gestiones
relativas a la suscripción de tratados internacionales.
"De lo que se
trata es de que todas estas tareas de gobierno, que en la actualidad implican
el ejercicio concentrado del Poder Ejecutivo, se diluyan, y así su ejercicio
conlleve la responsabilidad colegiada y compartida de la toma de decisiones, lo
cual supone no sólo un sesgo de democratización gubernamental, sino un debate y
un intercambio interno de opiniones, que de suyo favorece un proceso de
racionalización de las acciones de gobierno".
Valadés, dice el
analista, propone que el Jefe de Gabinete sea designado libremente por el
presidente de la república, pero ratificado por una de las cámaras del
Congreso, "lo cual, sobre todo si el Ejecutivo no encuentra en ella una
mayoría de integrantes de su partido, también, serviría para facilitar la
cooperación y colaboración entre el Gobierno y el Congreso. Pese a que en este
aspecto, en principio, el autor sostiene que la ratificación puede ser cumplida
por cualquiera de las cámaras, después se inclina por que ésta tarea la cumpla
la Cámara de Senadores".
Asimismo, agrega en
el exhaustivo análisis del libro las tres son funciones fundamentales que
vendría a cumplir el jefe de gabinete: proponer al presidente de la República
la designación y remoción de los integrantes del gabinete, coordinar el mismo,
y conducir las relaciones del gobierno con el Congreso de la Unión.
* LA PROMOCIÓN DEL HIPERPRESIDENCIALISMO
En cuando a la
segunda vuelta electoral en elecciones presidenciales, el pequeño párrafo
dedicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en el
trabajo de ingeniería institucional realizado para la Reforma del Estado y
entregado en hace cuatro años al Instituto Belisario Domínguez del Senado de la
República, lo dice todo.
"El IIJUNAM
opina que no es conveniente establecer el sistema de segunda vuelta electoral
para elegir al presidente de la República, por las siguientes razones: en
primer lugar, porque puede promover el hiperpresidencialismo, que precisamente
se trata de superar con el proceso de reforma del Estado", dicen.
Precisan que la
segunda vuelta electoral "promueve además el oportunismo electoral de los
partidos políticos al introducir incentivos para la formación de coaliciones
electorales sin un mínimo de coherencia ideológica.
Y NO ES TODO...
"Es además un
sistema electoral más caro para los contribuyentes por el hecho de tener que
sufragar una segunda elección.
"Por último, la
segunda vuelta electoral no construye mayorías de gobierno sino a lo más
efímeras coaliciones electorales, sobre todo porque no podría estar
sincronizada la elección del presidente en segunda vuelta con la elección de
los integrantes del Congreso de la Unión".
A su vez, la
investigadora parlamentaria Claudia Gamboa Montejano, del Centro de
Documentación, Información y Análisis alude a lo planteado por Juan Cristian
Iturriaga, en su trabajo "Formula Electoral para Comicios de Jefe de
Estado", quien dice:
"La doble ronda
electoral permite fortalecer el sistema de partidos ya que estas en posibilidad
de expresar tu primera preferencia en la primera vuelta y el reacomodo de
fuerzas en la segunda elección, además le da mayor legitimidad al ganador. Otra
de sus ventajas radica en que favorece a las coaliciones y consensos,
castigando las políticas extremistas. Su principal problema es la elevación del
costo electoral y la probabilidad de que no se establezcan alianzas para la
segunda vuelta".
También menciona lo
dicho por José Woldenberg, exdirigente del IFE: la segunda vuelta en la
elección presidencial representa una falsa solución a los problemas de
gobernabilidad democrática.
Y además relata
algunos de los planteamiento de Francisco José de Andrea Sánchez, en el
"Estudio Comparado Teórico-Práctico y Legislativo sobre la Segunda Vuelta
Electoral: El caso de México", quien especifica, entre otras cuestiones:
"Las
principales características de la segunda vuelta electoral en elecciones
presidenciales, además de las señaladas en un principio, son:
1) La primera vuelta
pierde su carácter de elección para convertirse en un proceso de selección.
2) De tal forma se
constituye como un sistema de desempate técnico para permitir obtener a un
candidato o partido la mayoría absoluta, y
3) Al sujetar la
competencia a solo dos opciones, favorece el voto estratégico de los electores.
Las ventajas que
puede tener la segunda vuelta se resumen como sigue:
1. Respecto a la
relación sistema electoral-gobernabilidad.
Asegura la
maximación de legitimidad del candidato elegido y un mayor margen de
gobernabilidad en el ejercicio del cargo. Con su uso se pretende evitar que el
presidente, quien goza de amplias atribuciones y una gran influencia sobre el
sistema político, solo cuente con el respaldo de una franja reducida del
electorado. Ello supone que al mismo tiempo que se dota de mayor respaldo
popular al futuro gobernante se ayuda también a construir mayorías gobernantes.
2. RESPECTO A LOS PARTIDOS Y CANDIDATOS.
Es un proceso de
evaluación donde en la primera ronda se descartan a los candidatos más débiles
o aquellos que producen resultados fragmentados y minoritarios. Fomenta que
intereses diversos se unan alrededor de los candidatos ganadores en la primera
vuelta, propiciando que se realicen negociaciones entre partidos y otras
fuerzas políticas y se reafinen estrategias. Mide la preferencia real del
partido y del candidato frente a los electores, de tal forma que se fortalece
el sistema de partidos.
3. RESPECTO A LOS ELECTORES.
El elector tiene la
doble opción de orientar sus preferencias partidistas. La segunda vuelta
electoral permite el voto estratégico: en la primera vuelta el elector vota por
el partido con el cual se identifica más o que desde su perspectiva le ofrece
mayores beneficios; en la segunda, el elector reorienta su preferencia, vota
por el partido que tiene mayores posibilidades de ganar y lo vota en contra del
candidato que no desea que lo gobierne.
Permite que el
electorado reaccione ante cambios que ocurran en el escenario entre la primera
y la segunda vuelta.
Sin embargo la
segunda vuelta también puede presentar desventajas o criticas, las cuales se
podrían concentrar en lo siguiente:
1. La doble vuelta,
es una fuente de crisis institucional e inestabilidad, porque genera
presidentes electos con mayorías electorales artificiales que le invitan a
sobredimensionar su peso relativo y a enfrentarse con un Parlamento en el que
no dispone de mayoría y que le puede ser contrario. Este riesgo, lógicamente,
se acrecienta si el sistema de partidos no está lo suficientemente
institucionalizado.
2. La doble vuelta
invita a la fragmentación lo cual, además de alimentar con multipartidismo
complicado para los sistemas de gobierno presidenciales, fomenta la
polarización y, por ende, la crisis política.
3. La doble vuelta,
no genera coaliciones. La supuesta coalición electoral que levanta al
presidente a la victoria no tiene qué fraguar en una coalición de gobierno,
máxime cuando el presidente no ésta dispuesto a ella. Las coaliciones que dan
el triunfo en los sistemas políticos que utiliza la doble vuelta no son
explícitas, sino meramente coyunturales.
4. La doble vuelta
puede producir en la segunda vuelta la reversión del orden con que se partía de
la primera vuelta, el segundo en primera pueda ganar al primero en primera.
Esto, además de no ser fácilmente comprensible para el electorado, es el fruto
de una mayoría negativa. Una mayoría que no nace como favorable al candidato
ganador, sino como contaría al mejor colocado tras la primera vuelta. De no
producirse la reversión, la doble vuelta es innecesaria, puesto que resulta
elegido en segunda votación el que hubiera salido en primera.
5. La doble vuelta
al exigir dos campañas electorales incrementa de un modo crucial los costos
económicos para los partidos".
No hay unanimidad
como era de esperar. Así que veremos lo que sucede en los próximos días.
(DOSSIER
POLÍTICO/ Nidia Marín / El Sol de México/ 2013-07-22)
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