jueves, 4 de abril de 2013

RELATOS Y LEYENDAS: ANTES DE PARTIR



Reforma
Nuevo León.- Hace tiempo falleció una amiga de la familia y acudimos a su funeral que se realizó en un municipio del estado de Nuevo León.

Nosotros llegamos al velorio como a eso de las nueve de la noche para acompañar a su familia en ese momento tan triste y doloroso.

Cerca de las tres de la mañana yo me salí a la calle para tomar un poco de aire fresco, y a lo lejos observé que venía una tía cargando a su hija de algunos 4 años de edad.

Llegó a mi lado y dijo: “Samantha no seas malita, si vas a estar un rato aquí ¿me puedes cuidar a la nena? Voy a dejarla dormida en la camioneta, pero si ves que se despierta me hablas por favor”.

Pasaron unos cuantos minutos, cuando de repente observé que la niña se levantaba del asiento, pero no lloraba, únicamente miraba hacia la nada, luego sonreía y como que platicaba con alguien porque movía sus manitas.

Por un momento pensé que tenía una pesadilla, pero como no parecía ser presa de la típica reacción al terror, la seguí mirando detenidamente unos instantes.
Decidí mejor ir a hablarle a mi tía, quien en seguida acudió conmigo hasta el vehículo y cuando llegamos, también le extrañó que la menor estuviera como platicando con alguien.

Abrió la puerta y la tomó entre sus brazos y cuando la sacó, la niña se asomó al interior del vehículo y agitando su manita dijo: “adiós”.
¡Ay, chiquita! ¿De quién te despides? –le preguntó la tía.
Y ella le contestó: “pues de la muchacha”.

¿Cuál muchacha, hija de mi vida? –volvió a cuestionarla.

Pues ésa mamá, mira, trae un gorrito bien bonito en la cabeza.
La tía peló los ojos y hasta se asomó también al interior del auto, como no encontró nada trató de seguirle el juego y le preguntó nuevamente: ¿Y qué te decía, m’ija?

Pues que no llorara, que no tuviera miedo porque ella me cuidaba y que ya era tarde para despertarme, que mejor durmiera.

La tía empezó a ponerse nerviosa y mirándome extrañada, me dijo muy seria que mejor nos metiéramos a la capilla de velación.

Estuvimos un rato ahí y decidimos irnos a dormir, así que nos fuimos a despedir de la familia de la fallecida.

Enseguida acudimos al féretro a ver a nuestra amiga y en eso, mi sobrinita la observa y dice: ¡Ay, mami, pues con ella estaba platicando hace rato! mira...trae puesto su sombrerito.

Nos quedamos heladas, al igual que los deudos que estaban sentados cerca.
Nadie dijo nada y salimos rápidamente del sitio.
Eso me hizo recordar algo que le pasó a mi hijo pequeño con una vecinita (Fanny) que iba a jugar a la casa con él.

Resulta que una noche que dormía, hablaba y gesticulaba mucho, como si estuviera platicando con alguien.

A la mañana siguiente le pregunté qué había soñado y me dijo: “¡Ay, mami, era mi amiga Fanny! Decía que ya se iba y que ya no íbamos a jugar mas”.
Esa tarde nos avisaron que había muerto debido a un paro cardiaco; nadie concebía que a tan corta edad le pasara eso.
Pero esas visitaciones son cosas que uno no logra entender en su totalidad.

(ZOCALO/ Reforma/ 03/04/2013 - 04:00 AM)

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