domingo, 17 de febrero de 2013

MADRE, ADICTA Y SEXOSERVIDORA...A LOS 14 AÑOS



Luz del Carmen Sosa/ El Diario
No terminaba de mudar los dientes de leche cuando los problemas en su hogar la obligaron a buscar algo mejor. Los gritos en casa, los constantes regaños y hasta golpes, la hartaron. Tenía 10 años cuando decidió que estaba mejor en la calle. A los 11 ya con problemas de alcoholismo, Dany se relacionó con un hombre de 21 años que la llevó a la gloria en cuestión de segundos. Fue su primer “pase” de cocaína.

Dany recuerda que su familia intentó proceder legalmente contra su “esposo” y ella no accedió, se aferró a él, peleó por él.

Con el paso de los meses la relación se volvió un infierno. Ella tenía problemas muy serios porque su alcoholismo y la adicción a la cocaína costaban un dinero que ella no tenía.

En uno de sus momentos de lucidez, luego de recibir una severa golpiza de su “esposo”, Dany decidió que ya no quería estar con ese hombre que la obligaba a prostituirse y le quitaba el dinero que ganaba. Estaba a punto de dejarlo cuando descubrió que estaba embarazada. Entonces ya no tuvo valor ni para dejarlo a él, ni para dejar el alcohol, ni para dejar la droga.

A los 14 años era madre, adicta y prostituta.

Mi familia me reportó como desaparecida y un día me encontraron. Los agentes me llevaron a la Fiscalía General del Estado y de ahí me mandaron a un centro de rehabilitación al que yo no quería ir”, dice Dany.

Fue en este lugar donde descubrió a Dios y meses después, ya rehabilitada, se atreve a contar su historia ante estudiantes de la escuela secundaria que no asimilan de inmediato cómo una joven tan bella y agradable “llegó a caer tan bajo”.

Dany fue reportada como desaparecida y, durante ese tiempo, vivió la más terrible pesadilla de la que sobrevivió y ahora busca ayudar a otras menores para que no repitan su historia.

Aún no termina su rehabilitación pero cree que Dios la mantuvo con vida para llevar este mensaje.

Las personas que arrastraron a Dany a esa vida de drogas y prostitución jamás fueron arrestadas.

La historia

Su cabello castaño y brillante enmarca el rostro de Dany. Su sonrisa es amable, espontánea.

Está de pie frente a un grupo y en unos momentos platicará con estudiantes de la Escuela Secundaria Técnica 90 y charlará con ellos sobre el riesgo de las drogas.

Ella forma parte del equipo de prevención del centro Reto a la Juventud que dirige Elena Porras desde hace varios años.

“Tenemos que prevenir”, dice la mujer que lleva más de 40 años salvando vidas de mujeres en situación de alto riesgo. Más de mil han salido de las calles gracias al trabajo que realizan en este centro ubicado en la colonia Tierra Nueva.

El director del plantel coincide con Elena y sus colaboradores, por lo que abrió las puertas de la escuela que atiende a mil estudiantes por la mañana y 960 en el turno vespertino.

“Podemos hacer grandes cambios cuando Dios está de nuestro lado”, afirma convencida Elena; también lo está el grupo de voluntarios.

Las internas son las más entusiastas en este programa de atención preventiva, por experiencia propia saben lo terrible que es una adicción y quieren evitar que los niños consuman drogas, por ello aprendieron pantomima y es como comparten su experiencia.

Los testimonios de vida de niñas de 14 a 17 años generan más conciencia que el trabajo de sicólogos o doctores, afirma Elena. Parece que es así.

Dany toma aire y con firmeza recorre con la mirada los rostros adolescentes. En sus butacas las y los estudiantes ríen cuando escuchan hablar del condón, del sexo, del Facebook.

“Yo crecí en una familia disfuncional, mi madre trabajaba para mantenerme y yo crecí con rencor y vacíos en mi corazón, a cada momento eran regaños, gritos, golpes, no tenía sentido estar en mi casa y entonces empecé a buscar la puerta falsa. Tenía 10 años y era muy chica para andar en la calle, ahora tengo 17”, narra.

Recuerda que acababa de cumplir 10 cuando empezó a relacionarse con personas mayores que ella. Esto trajo como consecuencia mayores problemas en casa. El respeto se perdió y ella llegó a golpear a su madre, sus calificaciones bajaron y entonces empezó a faltar a su casa.

“Cuando cumplí 11 conocí a un hombre que tenía 21 años, me junté con él a pesar de que apenas estaba mudando mis dientes de leche”, dice y eso causa la risa de algunas niñas.

“No es un juego, fue una realidad, porque a pesar de que pudieron proceder contra él yo no quise. Él me dio a probar la cocaína, yo para entonces ya era alcohólica, en una ocasión estuve 20 días internada para desintoxicarme y no pude, seguí, seguí, con él llegaron los golpes y estaba decidida a dejarlo pero entonces descubrí que estaba embarazada y no lo pude dejar”, dice frente a los estudiantes.

Ella pensó que el embarazo sería bueno para autocontrolarse, pero eso no pasa con las adictas, reconoce.

“Ni un hijo, ni mis padres, nada me detuvo. Yo abandoné a mi hija, que nació sana a pesar de todo, y empecé a prostituirme para comprar más droga… trabajé 3 años como prostituta”, dice.

A pesar de que era casi una niña había hombres que le pagaban buen dinero para someterla sexualmente.

El sexo y las drogas iban de la mano y ella nunca tuvo problemas con la autoridad. Nadie parecía saber que había niñas sometidas por adicción a una actividad sexual por la que pagaban grandes cantidades de dinero hombres pudientes.

“A los 14 años llegó un punto en que no podía con las drogas, yo me decía ‘qué estoy haciendo de mi vida’. Ya tenía 15 años y me decía ‘soy la peor’, lo cierto es que he creído eso de mí misma desde que tengo memoria; fue entonces que mi mamá me reportó como desaparecida porque ella pensó que ya estaba muerta y quería que al menos le entregaran mi cuerpo”, dice mientras toma un poco de aire para evitar las lágrimas.

Tras la pausa, Dany  narra que ella y “sus amigas” rentaban una casa por la colonia Aztecas donde vendían droga y se prostituían. Tenían muchos clientes y les iba muy bien económicamente.

Para entonces su rostro estaba en una pesquisa que fue colocada en varios puntos de la ciudad y  fue localizada por agentes ministeriales cuando salió de esa casa una tarde. Luego la trasladaron a la unidad de investigación de personas reportadas como desaparecidas o ausentes, de la Fiscalía General del Estado.

Ahí fueron reunidas madre e hija y a la menor la canalizaron a Reto a la Juventud.

La menor se enteró de que un grupo armado entró a la casa y mató a varias mujeres que se prostituían y entonces comprendió que otra vez Dios había salvado su vida.

“Cinco horas antes y me hubieran matado a mí, porque yo estaba en esa casa”, asegura.

Dany tenía miedo al proceso de desintoxicación y a pesar del dolor físico por la ausencia de drogas, logró dejarlas.

“En Reto empecé a conocer lo bueno, ahí conocí a Dios y era todo lo que yo andaba buscando. Recuerdo ese sentimiento y como mi corazón se llenó de él, por eso estoy aquí, yo vine a decirles a ustedes lo que es andar en la calle, probar la droga y no es cierto que te hagan sentir bien, esas son mentiras, las drogas te destruyen la vida. Yo doy gracias a Dios porque estoy aquí con ustedes, porque otras no han vivido para contarlo”, termina.

Los alumnos están en absoluto silencio. Dany da las gracias y se retira a limpiar a solas las lágrimas de su rostro, ya no escucha los aplausos que le brindan en reconocimiento a su valor.

(El Diario /Luz del Carmen Sosa/  2013-02-16 | 23:40)

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