(EL UNIVERSAL)
MÉXICO, D.F.- Florence Cassez es muy alta, tiene el cabello rubio, rizado y
muy largo -le llega a la cintura-, ojos verdes y un cuerpo atlético.
Viste un
suéter de cuello alto azul oscuro que le ha regalado su madre, jeans del mismo
color, botas marrón y luce unos elegantes aretes también verdes. Pero en el
Reclusorio Femenil de Tepepan, al sur de la Ciudad de México, la joven francesa
no sólo llama la atención por su porte, también por su vitalidad y optimismo.
Lleva presa seis años y está condenada a 60, acusada de secuestro, entre
otros delitos. Dice que ha pasado varios meses incomunicada, que ha sido
golpeada, torturada, que ha sufrido depresiones e incluso ha pensado suicidarse.
Pero se siente con mucha fuerza para demostrar su inocencia. Y confía en la
justicia. En entrevista con EL UNIVERSAL, previa a que la Suprema Corte de
Justicia de la Nación (SCJN) diera a conocer el proyecto de revisión al amparo
que interpuso su defensa, dijo que sólo el hecho de que los ministros aceptaran
analizar su caso le devolvió la esperanza de no cumplir toda su condena.
"Confío plenamente en la Corte y en su presidente, Juan Silva", asegura desde
la prisión. "Ahora tiene la oportunidad de hacerlo. De cambiar el país en lo que
a la justicia se refiere. De ser valiente, con mi caso y con el de muchos otros
ciudadanos inocentes que están en la cárcel por delitos que no cometieron",
asegura.
Cassez fue detenida el 8 de diciembre de 2005 por policías de la desaparecida
Agencia Federal de Investigación (AFI). La acusaron de pertenecer a la banda de
secuestradores Los Zodiaco, que dirigía Israel Vallarta, y de plagiar a tres
personas en un rancho al sur de la Ciudad de México. Al día siguiente la AFI
organizó una simulación de la detención ante las cámaras de televisión.
Florence vive en una celda individual en el penal femenil de Tepepan, donde
es una de las presas que más visitas recibe; así como llamadas telefónicas de
apoyo, como las que realizaron el presidente francés Nicolás Sarkozy y su esposa
Carla Bruni. También sus padres y sus amigos le mandan comida desde Francia.
En la sala de estar Florence ocupa una mesa donde tiene una nevera portátil
con vasos y platos de plásticos. Son las 11 de la mañana y ella en seguida
ofrece al visitante café, té y pasteles. Pero a lo largo del día sacará
distintos platos enviados desde Francia envasados al vacío. Tiene pollo, pavo y
carne de cerdo. También tiene refrescos y los famosos "brioches" (pan dulce)
franceses con pasas y almendras.
Florence acepta hablar con EL UNIVERSAL aunque dice estar harta de dar
entrevistas. Asegura que en los últimos meses ha habido una campaña mediática en
su contra. Que se publicó que había intentado escaparse de la cárcel e incluso
que seguía dirigiendo la banda de “Los Zodiacos”.
"¿Pero qué banda?, pregunta indignada. "¿Quién forma parte de esa banda?
¿Israel y yo que fuimos los dos únicos detenidos?", añade. "¿Por qué no dicen
quien más había en esa banda? Pues porque no había nadie porque esa banda no
existió nunca", asegura rotunda.
Durante la conversación Florence insiste una y otra vez en que es inocente.
Dice que su caso ha estado lleno de irregularidades desde el momento en que la
detuvieron. Recuerda la "parodia" de su detención ordenada por el secretario de
Seguridad Pública, Genaro García Luna, y llevada a cabo un día después de los
hechos para simular que ocurría en ese momento ante las cámaras de televisión.
"El caso empezó con una mentira y siguió con la fabricación de pruebas, la
falsificación de testimonios, la manipulación de datos; con amenazas y torturas
a los testigos que cambiaron su versión varias veces", dice. "No hay ninguna
prueba que demuestre mi culpabilidad", explica. Por eso confía en que los jueces
voten a su favor. "Duermo cada noche muy tranquila porque soy inocente, no he
hecho nada. Pero no creo que García Luna ni Luis Cárdenas Palomino (director
general de Investigación Policial de la AFI cuando Florence fue detenida) tengan
la conciencia tranquila de saber que llevo tantos años presa siendo inocente, y
los verdaderos culpables están libres", añade rotunda.
Está segura de que un día saldrá. "Seré libre", dice, tras ser declarada
inocente. Y nunca aceptará confesar algo que no hizo a cambio de una rebaja de
su pena, como le han propuesto.
"Me importa mi libertad, pero me importa aún más que todo el mundo sepa que
soy inocente", afirma
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