lunes, 9 de enero de 2012

LA JU$TICIA DEL TÍO SAM



Benjamín Arellano Félix se declara culpable, paga 100 millones de dólares y reduce la pena a 25 años en EU

La última pieza de la cacería que Estados Unidos emprendió a finales de los 90 para desmantelar al cártel de Tijuana quedó ensamblada: tener ante un juez federal al cerebro de la entonces organización criminal más poderosa y violenta del mundo. 


Mejor aún, que se declarara culpable de los cargos que el Gobierno estadounidense presentaba en su contra.

Miguel Ángel Vega

No había más qué decir. Alberto Benjamín Arellano Félix, por quien la DEA ofrecía 5 millones de dólares, reconoció ante una corte federal haber traficado con drogas, lavado dinero y extorsionado en ambas partes de la frontera. 


La aceptación de cargos coloreaba así la imagen viva de que a Estados Unidos no se le escapa nadie que los afecte o los haya afectado.


 Así pasó con Rafael Caro Quintero, con Ernesto Fonseca Carrillo, Miguel Ángel Félix Gallardo, Osiel Cárdenas Guillén, Amado Carrillo Fuentes y Arturo Beltrán Leyva. Muertos o tras las rejas, ninguno de los objetivos que ese gobierno verdaderamente se planteó se les ha escapado.

Con la aceptación de culpa, Estados Unidos no solo pone de manifiesto quien manda, sino que también logra recuperar 100 millones de dólares que la familia Arellano Félix estuvo dispuesta a ceder para lograr el acuerdo, y al mismo tiempo se ahorraron un juicio de varios años que bien pudo costar más de 20 millones de dólares, según estimó el Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ).

“Este es un triunfo para nuestro país, pero es también un mensaje para otros capos del narco, que sepan que tarde o temprano vamos a dar con ellos”, confirmó Laura Duffy, fiscal del Distrito Sur de California del Departamento de Justicia de ese país.

Ahora solo resta esperar que el próximo 2 de abril, el juez Larry Alan Burns emita la sentencia definitiva, que de acuerdo con el Código Penal Estadounidense, no puede ser mayor de 25 años de prisión.

El precio de la libertad
Benjamín Arellano Félix fue arrestado en Puebla, el 9 de marzo del 2002, e inmediatamente después recluido en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, en el Estado de México, ahora La Palma.

Nueve años después, el 29 de abril del 2011, el excapo fue extraditado a Estados Unidos, según se explica en varios archivos emitidos por el DOJ.

No pasó ni siquiera un año para que el Gobierno estadounidense llegara a un arreglo con el abogado Anthony Colombo, quien tras negociar con los fiscales estadounidenses, lanzó de inmediato la propuesta a su defendido: “Declárate culpable y sales en menos de 25 años; tal vez mucho antes, si tienes buena conducta”, le habría sugerido Colombo a su defendido.

Benjamín Arellano de inmediato aceptó.

Pero no sería así de fácil. Para concretar el acuerdo, debía de soltar 100 millones de dólares que el capo seguramente tenía guardados. Benjamín Arellano supo entonces que estaba contra la pared y no tuvo otra que ceder.

Ese dinero hizo que, como por arte de magia, el Gobierno estadounidense desapareciera una serie de cargos que, en otras condiciones habrían generado una condena por más de 140 años, según el Código Civil de Estados Unidos.

“No vamos a discutir los detalles del acuerdo, solo que nos place el que uno de los más notorios capos se encuentre por fin tras las rejas”, dijo Leslie DeMarco, fiscal en cargo que parte de la Oficina Federal de Ingresos (IRS), que siguieron el caso por lo que a lavado de dinero se refiere.

Las sombras de la justicia
Según el expediente 97CR2520-LAB, al cual Ríodoce tuvo acceso, las acusaciones contra Benjamín Arellano Félix son las mismas que en su momento presentaron contra sus hermanos Francisco Rafael, Eduardo, Francisco Javier, Ramón, así como las que hubo y hay contra Jesús Labra Avilés, Ismael Higuera, Gilberto Higuera, Efraín Pérez, Aureliano Félix, Rigoberto Yáñez, entre otros.

Los delitos eran tráfico de droga, lavado de dinero, posesión ilegal de armas de fuego, muerte y tortura contra agentes policiacos y miembros de cárteles rivales, extorsión, intimidación, corrupción, documentación falsa, asociación delictuosa y secuestro.

Pero mientras Francisco Javier, el Tigrillo, fue sentenciado a cadena perpetua, y a Jesús Labra Avilés, Don Chuy, le dieron 40 años, a Benjamín Arellano Félix, Estados Unidos primero lo exprimió, incluso más que a Osiel Cárdenas, cuyo acuerdo consistió en “ceder” al Gobierno estadounidense 50 millones de dólares por una sentencia similar, para luego desaparecerle varios de los cargos que se muestran en el expediente.

Robert Booner, juez federal retirado, reconoció que hay ocasiones en que los acuerdos que se hacen con los acusados no reflejan necesariamente una “justicia propiamente adecuada o esperada”, pero que todo forma parte de un sistema previamente diseñado.

“Hay ocasiones en que miembros de una organización criminal que tienen menor jerarquía obtienen condenas superiores a las de sus jefes, por los arreglos que se hacen, principalmente por la información que muchas veces no puede ni debe revelarse en un juicio”, dijo el juez en entrevista con Ríodoce.

Anteriormente, George Gavito, exagente de la DEA para sus operaciones en México, comentó un señalamiento similar, destacando además su frustración por seguir sentenciando a capos cuando el problema no parece terminar.

“Agarramos a uno y luego sale otro, y luego se acaba el sucesor, y ya está otro esperando su puesto”, observó Gavito.

Julio Scherer García, cita a Ismael el Mayo Zambada en una entrevista con una observación parecida: “Pueden agarrarme mañana, o no pueden agarrarme nunca”. Pero enfatiza que sea cual sea el caso, “su sucesor ya anda por ahí”.

Para el abogado Colombo el acuerdo representa un triunfo: “Es un resultado favorable, porque el señor Arellano al menos sabe que un día va a salir de prisión y entonces podrá regresar a México”.

El expediente concluye que el pago solicitado se hará mediante el aseguramiento de bienes, propiedades y dinero en efectivo, aunque no especifica cuándo ni cómo se realizarán tales transacciones.

Una sola bala
El domingo 10 de febrero, en Mazatlán, agentes de la Policía Ministerial del Estado hicieron una parada de rutina a un vehículo Volskwagen sedan que circulaba en la Zona Dorada de la ciudad.

Uno de los agentes se acercó entonces a la unidad en donde tres hombres aguardaban, y tras un desacuerdo, el más violento de ellos, identificado como Jorge Pérez López, sacó una pistola y disparó en repetidas ocasiones al agente Antonio Arias.

Antes de morir, el ministerial alcanzó también a sacar su pistola y disparar una sola vez, dando en la cabeza del agresor y provocándole una muerte instantanea. 


El agente nunca supo que a quien en realidad mataba era a Ramón Arellano Félix, el más violento de los hermanos Arellano Félix y por quien las autoridades mexicanas y estadounidenses ofrecían cinco millones de dólares por información que llevara a su captura.

Esa bala fue la que acabó con el cártel de los Arellano Félix, porque la muerte de Ramón desbalanceó la cúpula de la organización, a tal grado que apenas un mes después, el 9 de marzo, su hermano Benjamín Arellano fue arrestado en una residencia de Puebla.

Desde entonces el cártel de Tijuana ya no fue el mismo y la organización poco a poco se empezó a desmoronar.

Francisco Javier Arellano tomó entonces las riendas del cártel, pero apenas cuadro años después fue arrestado por la Marina estadounidense cuando se encontraba pescando en altamar. Eduardo, Karely, Enedina y Alicia asumieron el liderazgo del cártel, pero dos años después Eduardo fue arrestado, debilitando a la organización de manera definitiva.


20 años de cacería
El cártel de los Arellano Félix, bautizado por el periodista Jesús Blancornelas como CAF, estaba compuesto por 11 hermanos, siete varones y cuatro mujeres. 



Se iniciaron en el narcotráfico como narcojuniors en Guadalajara, Jalisco, y tras la captura de su tío, Miguel Félix Gallardo, se ha dicho por la misma PGR que este les cedió la plaza de Tijuana para que desde ahí encabezaran sus operaciones.

Se cree que Francisco Rafael Arellano, el mayor de ellos, fue quien asumió primero el mando del grupo, sin embargo, fue con Benajmín y Ramón con quienes verdaderamente creció la organización, tanto en México como en los Estados Unidos, y fue por ello que el Gobierno norteamericano inició una cacería definitiva para desmantelar la organización.

1989. Benjamín Arellano asumé el control de Tijuana para el trasiego de droga a Estados Unidos. Es secundado por Francisco Rafael y por Ramón.

1993. Francisco Rafael es aprehendido en Tijuana por la Policía Federal y recluído en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, y sentenciado a diez años y tres meses de prisión. El 16 de septiembre del 2006 es extraditado a Estados Unidos, quienes a su vez lo liberan en marzo del 2008.

1993. En su intento por asesinar a Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, los Arellano Félix matan en el Aeropuerto de Guadalajara al cardenal Jesús Posadas Ocampo.

1997. El 27 de noviembre, el periodista y fundador del semanario Zeta sufre un atentado en donde muere su escolta y él queda gravemente herido. En su libro El Cártel, Blancornelas culpa a Ramón Arellano de mandarlo matar.

1999. En marzo de ese año, la DEA ofrece una recompensa de hasta 5 millones de dólares por información que lleve a la captura de Benjamín o Ramón Arellano Félix.

2000. El 12 de marzo, don Jesús Labra Avilés, lavador de los Arellano Félix en la década de los 90, es arrestado en Tijuana por elementos del Ejército mexicano mientras observaba un partido de beisbol infantil. Fue sentenciado en San Diego por el juez Larry Alan Burns a 40 años de prisión.

2000. La Policía Federal arresta en Tijuana a Ismael Higuera, el Mayel, el principal lugarteniente de los Arellano Félix en esa época, asestando un duro golpe a la lógistica de esa organización. En enero del 2007, México extraditó al Mayel, donde a los pocos meses se declaró culpable de pertenecer a la organización de los Arellano Félix, de matar y extorcionar policías y rivales de bandas enemigas. Fue sentenciado junto con su hermano Gilberto Higuera a dos penas de veinte años cada una.

2002. El 10 de febrero matan en Mazatlán a Ramón Arellano durante un enfrentamiento con agentes de la Policía Ministerial del Estado. Se cree que Ramón habría venido a Sinaloa para asesinar a su enemigo Ismael el Mayo Zambada.

2002. El 9 de marzo, elementos del Ejército aprenden en Puebla a Benjamín Arellano, líder del cártel de Tijuana. Es recluido en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez. Francisco Javier, el Tigrillo, asumé en mando del grupo.

2006. El 16 de agosto, la Policía Costera de Estados Unidos, junto con agentes de la DEA, capturan en altamar al Tigrillo. El 5 de noviembre del 2007. fue sentenciado a candena perpetua.

2007. Eduardo Arellano y su hermana Enedina asumen el control del cártel.

2008. En octubre 28, la Policía Federal arresta a Eduardo en Tijuana.

2008. Luis Fernando Sánchez Arellano, el Ingeniero, hijo de Enedina, asumé el control de la organización. De acuerdo con las autoridades, es él quien actualmente controla todas las actividades del grupo, que debe compartir ahora el territorio con otros grupos delictivos que se han metido en su plaza.

2011. El 29 de abril, Benjamín Arellano es extraditado a Estados Unidos.

2012. El 4 de enero, Benjamín Arellano se declara culpable de tráfico de drogas, lavado de dinero y extorsión.

2012. El próximo 2 de abril se espera que el juez Burns emita la sentencia definitiva contra Benjamín Arellano, en San Diego, California.

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