Benjamín Arellano Félix se declara culpable, paga 100 millones de
dólares y reduce la pena a 25 años en EU
La última pieza de
la cacería que Estados Unidos emprendió a finales de los 90 para desmantelar al
cártel de Tijuana quedó ensamblada: tener ante un juez federal al cerebro de la
entonces organización criminal más poderosa y violenta del mundo.
Mejor aún, que
se declarara culpable de los cargos que el Gobierno estadounidense presentaba en
su contra.
No había más qué decir. Alberto Benjamín Arellano Félix, por quien la DEA
ofrecía 5 millones de dólares, reconoció ante una corte federal haber traficado
con drogas, lavado dinero y extorsionado en ambas partes de la frontera.
La
aceptación de cargos coloreaba así la imagen viva de que a Estados Unidos no se
le escapa nadie que los afecte o los haya afectado.
Así pasó con Rafael Caro
Quintero, con Ernesto Fonseca Carrillo, Miguel Ángel Félix Gallardo, Osiel
Cárdenas Guillén, Amado Carrillo Fuentes y Arturo Beltrán Leyva. Muertos o tras
las rejas, ninguno de los objetivos que ese gobierno verdaderamente se planteó
se les ha escapado.
Con la aceptación de culpa, Estados Unidos no solo
pone de manifiesto quien manda, sino que también logra recuperar 100 millones de
dólares que la familia Arellano Félix estuvo dispuesta a ceder para lograr el
acuerdo, y al mismo tiempo se ahorraron un juicio de varios años que bien pudo
costar más de 20 millones de dólares, según estimó el Departamento de Justicia
de Estados Unidos (DOJ).
“Este es un triunfo para nuestro país, pero es
también un mensaje para otros capos del narco, que sepan que tarde o temprano
vamos a dar con ellos”, confirmó Laura Duffy, fiscal del Distrito Sur de
California del Departamento de Justicia de ese país.
Ahora solo resta
esperar que el próximo 2 de abril, el juez Larry Alan Burns emita la sentencia
definitiva, que de acuerdo con el Código Penal Estadounidense, no puede ser
mayor de 25 años de prisión.
El precio de la
libertad Benjamín Arellano Félix fue arrestado en Puebla, el 9
de marzo del 2002, e inmediatamente después recluido en la cárcel de máxima
seguridad de Almoloya de Juárez, en el Estado de México, ahora La
Palma.
Nueve años después, el 29 de abril del 2011, el excapo fue
extraditado a Estados Unidos, según se explica en varios archivos emitidos por
el DOJ.
No pasó ni siquiera un año para que el Gobierno estadounidense
llegara a un arreglo con el abogado Anthony Colombo, quien tras negociar con los
fiscales estadounidenses, lanzó de inmediato la propuesta a su defendido:
“Declárate culpable y sales en menos de 25 años; tal vez mucho antes, si tienes
buena conducta”, le habría sugerido Colombo a su defendido.
Benjamín
Arellano de inmediato aceptó.
Pero no sería así de fácil. Para concretar
el acuerdo, debía de soltar 100 millones de dólares que el capo seguramente
tenía guardados. Benjamín Arellano supo entonces que estaba contra la pared y no
tuvo otra que ceder.
Ese dinero hizo que, como por arte de magia, el
Gobierno estadounidense desapareciera una serie de cargos que, en otras
condiciones habrían generado una condena por más de 140 años, según el Código
Civil de Estados Unidos.
“No vamos a discutir los detalles del acuerdo,
solo que nos place el que uno de los más notorios capos se encuentre por fin
tras las rejas”, dijo Leslie DeMarco, fiscal en cargo que parte de la Oficina
Federal de Ingresos (IRS), que siguieron el caso por lo que a lavado de dinero
se refiere.
Las sombras de la justicia Según el
expediente 97CR2520-LAB, al cual Ríodoce tuvo acceso, las acusaciones contra
Benjamín Arellano Félix son las mismas que en su momento presentaron contra sus
hermanos Francisco Rafael, Eduardo, Francisco Javier, Ramón, así como las que
hubo y hay contra Jesús Labra Avilés, Ismael Higuera, Gilberto Higuera, Efraín
Pérez, Aureliano Félix, Rigoberto Yáñez, entre otros.
Los delitos eran
tráfico de droga, lavado de dinero, posesión ilegal de armas de fuego, muerte y
tortura contra agentes policiacos y miembros de cárteles rivales, extorsión,
intimidación, corrupción, documentación falsa, asociación delictuosa y
secuestro.
Pero mientras Francisco Javier, el Tigrillo, fue sentenciado a
cadena perpetua, y a Jesús Labra Avilés, Don Chuy, le dieron 40 años, a Benjamín
Arellano Félix, Estados Unidos primero lo exprimió, incluso más que a Osiel
Cárdenas, cuyo acuerdo consistió en “ceder” al Gobierno estadounidense 50
millones de dólares por una sentencia similar, para luego desaparecerle varios
de los cargos que se muestran en el expediente.
Robert Booner, juez
federal retirado, reconoció que hay ocasiones en que los acuerdos que se hacen
con los acusados no reflejan necesariamente una “justicia propiamente adecuada o
esperada”, pero que todo forma parte de un sistema previamente
diseñado.
“Hay ocasiones en que miembros de una organización criminal que
tienen menor jerarquía obtienen condenas superiores a las de sus jefes, por los
arreglos que se hacen, principalmente por la información que muchas veces no
puede ni debe revelarse en un juicio”, dijo el juez en entrevista con
Ríodoce.
Anteriormente, George Gavito, exagente de la DEA para sus
operaciones en México, comentó un señalamiento similar, destacando además su
frustración por seguir sentenciando a capos cuando el problema no parece
terminar.
“Agarramos a uno y luego sale otro, y luego se acaba el
sucesor, y ya está otro esperando su puesto”, observó Gavito.
Julio
Scherer García, cita a Ismael el Mayo Zambada en una entrevista con una
observación parecida: “Pueden agarrarme mañana, o no pueden agarrarme nunca”.
Pero enfatiza que sea cual sea el caso, “su sucesor ya anda por
ahí”.
Para el abogado Colombo el acuerdo representa un triunfo: “Es un
resultado favorable, porque el señor Arellano al menos sabe que un día va a
salir de prisión y entonces podrá regresar a México”.
El expediente
concluye que el pago solicitado se hará mediante el aseguramiento de bienes,
propiedades y dinero en efectivo, aunque no especifica cuándo ni cómo se
realizarán tales transacciones.
Una sola bala El
domingo 10 de febrero, en Mazatlán, agentes de la Policía Ministerial del Estado
hicieron una parada de rutina a un vehículo Volskwagen sedan que circulaba en la
Zona Dorada de la ciudad.
Uno de los agentes se acercó entonces a la
unidad en donde tres hombres aguardaban, y tras un desacuerdo, el más violento
de ellos, identificado como Jorge Pérez López, sacó una pistola y disparó en
repetidas ocasiones al agente Antonio Arias.
Antes de morir, el
ministerial alcanzó también a sacar su pistola y disparar una sola vez, dando en
la cabeza del agresor y provocándole una muerte instantanea.
El agente nunca
supo que a quien en realidad mataba era a Ramón Arellano Félix, el más violento
de los hermanos Arellano Félix y por quien las autoridades mexicanas y
estadounidenses ofrecían cinco millones de dólares por información que llevara a
su captura.
Esa bala fue la que acabó con el cártel de los Arellano
Félix, porque la muerte de Ramón desbalanceó la cúpula de la organización, a tal
grado que apenas un mes después, el 9 de marzo, su hermano Benjamín Arellano fue
arrestado en una residencia de Puebla.
Desde entonces el cártel de
Tijuana ya no fue el mismo y la organización poco a poco se empezó a
desmoronar.
Francisco Javier Arellano tomó entonces las riendas del
cártel, pero apenas cuadro años después fue arrestado por la Marina
estadounidense cuando se encontraba pescando en altamar. Eduardo, Karely,
Enedina y Alicia asumieron el liderazgo del cártel, pero dos años después
Eduardo fue arrestado, debilitando a la organización de manera
definitiva.
20 años de
cacería El cártel de los Arellano Félix, bautizado por el
periodista Jesús Blancornelas como CAF, estaba compuesto por 11 hermanos, siete
varones y cuatro mujeres.
Se iniciaron en el narcotráfico como narcojuniors en
Guadalajara, Jalisco, y tras la captura de su tío, Miguel Félix Gallardo, se ha
dicho por la misma PGR que este les cedió la plaza de Tijuana para que desde ahí
encabezaran sus operaciones.
Se cree que Francisco Rafael Arellano, el
mayor de ellos, fue quien asumió primero el mando del grupo, sin embargo, fue
con Benajmín y Ramón con quienes verdaderamente creció la organización, tanto en
México como en los Estados Unidos, y fue por ello que el Gobierno norteamericano
inició una cacería definitiva para desmantelar la organización.
1989.
Benjamín Arellano asumé el control de Tijuana para el trasiego de droga a
Estados Unidos. Es secundado por Francisco Rafael y por Ramón.
1993.
Francisco Rafael es aprehendido en Tijuana por la Policía Federal y recluído en
la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez, y sentenciado a diez años y
tres meses de prisión. El 16 de septiembre del 2006 es extraditado a Estados
Unidos, quienes a su vez lo liberan en marzo del 2008.
1993. En su
intento por asesinar a Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, los Arellano Félix matan
en el Aeropuerto de Guadalajara al cardenal Jesús Posadas Ocampo.
1997.
El 27 de noviembre, el periodista y fundador del semanario Zeta sufre un
atentado en donde muere su escolta y él queda gravemente herido. En su libro El
Cártel, Blancornelas culpa a Ramón Arellano de mandarlo matar.
1999. En
marzo de ese año, la DEA ofrece una recompensa de hasta 5 millones de dólares
por información que lleve a la captura de Benjamín o Ramón Arellano
Félix.
2000. El 12 de marzo, don Jesús Labra Avilés, lavador de los
Arellano Félix en la década de los 90, es arrestado en Tijuana por elementos del
Ejército mexicano mientras observaba un partido de beisbol infantil. Fue
sentenciado en San Diego por el juez Larry Alan Burns a 40 años de
prisión.
2000. La Policía Federal arresta en Tijuana a Ismael Higuera, el
Mayel, el principal lugarteniente de los Arellano Félix en esa época, asestando
un duro golpe a la lógistica de esa organización. En enero del 2007, México
extraditó al Mayel, donde a los pocos meses se declaró culpable de pertenecer a
la organización de los Arellano Félix, de matar y extorcionar policías y rivales
de bandas enemigas. Fue sentenciado junto con su hermano Gilberto Higuera a dos
penas de veinte años cada una. 2002. El 10 de febrero matan en Mazatlán a
Ramón Arellano durante un enfrentamiento con agentes de la Policía Ministerial
del Estado. Se cree que Ramón habría venido a Sinaloa para asesinar a su enemigo
Ismael el Mayo Zambada.
2002. El 9 de marzo, elementos del Ejército
aprenden en Puebla a Benjamín Arellano, líder del cártel de Tijuana. Es recluido
en la cárcel de máxima seguridad de Almoloya de Juárez. Francisco Javier, el
Tigrillo, asumé en mando del grupo.
2006. El 16 de agosto, la Policía
Costera de Estados Unidos, junto con agentes de la DEA, capturan en altamar al
Tigrillo. El 5 de noviembre del 2007. fue sentenciado a candena
perpetua.
2007. Eduardo Arellano y su hermana Enedina asumen el control
del cártel.
2008. En octubre 28, la Policía Federal arresta a Eduardo en
Tijuana.
2008. Luis Fernando Sánchez Arellano, el Ingeniero, hijo de
Enedina, asumé el control de la organización. De acuerdo con las autoridades, es
él quien actualmente controla todas las actividades del grupo, que debe
compartir ahora el territorio con otros grupos delictivos que se han metido en
su plaza.
2011. El 29 de abril, Benjamín Arellano es extraditado a
Estados Unidos.
2012. El 4 de enero, Benjamín Arellano se declara
culpable de tráfico de drogas, lavado de dinero y extorsión.
2012. El
próximo 2 de abril se espera que el juez Burns emita la sentencia definitiva
contra Benjamín Arellano, en San Diego, California. |
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