Proceso
Distrito Federal—
La guerra del presidente Felipe Calderón a los narcotraficantes abrió un nuevo
mercado para la industria militar de Estados Unidos: empresas privadas de ese
poderoso sector han obtenido millonarios contratos del Gobierno de ese país para
fabricar y proveer de equipo y material bélico a México.
La presencia de
esas empresas es sólo una vertiente de la creciente participación del
Departamento de Defensa en la política exterior de Estados Unidos hacia México.
Desde 2010 el Pentágono tiene a tres agencias de inteligencia en territorio
mexicano, autorizadas por el gobierno de Calderón, cuya guerra al narco es
considerada por el país vecino como uno de sus conflictos bélicos en el
mundo.
Al amparo de la guerra al narcotráfico el Pentágono ha buscado
mayores recursos económicos para operar en México. En sus peticiones de
presupuesto para el año fiscal 2012, que comenzó en octubre pasado, solicitó mil
200 millones de dólares para su operación en este país.
En el apartado
dedicado a las “guerras en curso” de Estados Unidos en el mundo, etiquetó esos
recursos para “incrementar el apoyo a las actividades en México” como parte de
la guerra declarada por Calderón a los cárteles del narco. La cifra está apenas
por debajo de los mil 500 millones de dólares solicitados para el Programa de
Defensa Químico-Biológica y supera el monto requerido para la producción de
aviones.
Un reporte del Senado sobre el gasto del Gobierno estadounidense
en contratos relacionados con la lucha antinarco en América Latina, fechado en
junio de 2011, establece que entre 2005 y 2009 México fue el segundo país de la
región con más contratos del Departamento de Defensa y del Departamento de
Estado, después de Colombia.
Logró EU contratos por 64 mmdd sólo
en 2008
El país sudamericano tuvo contratos por mil 900 millones
de dólares, contra 170 millones de México. En el reporte se aclara que en
realidad la cifra es mayor porque hay otros contratos que abarcan a distintos
países, entre ellos México.
Elaborado por el subcomité de Contratos en el
Extranjero, del Comité de Seguridad Interna y Asuntos Gubernamentales, el
informe evidencia que en el sexenio de Calderón más contratos han amarrado las
empresas estadounidenses, y que la cifra más alta se alcanzó en 2008, con 64 mil
400 millones de dólares.
Precisó que el incremento del gasto coincidió
con el inicio de la Iniciativa Mérida, que implicó un paquete de ayuda de mil
400 millones de dólares para México y América Central en asistencia contra el
narcotráfico y la delincuencia organizada.
El acercamiento del gobierno
de Calderón a la política militar de Estados Unidos ha beneficiado a empresas de
aviación, defensa electrónica, telecomunicaciones, logística y servicios de
ingeniería contratadas principalmente para proveer a la Marina Armada de
México.
De acuerdo con la página de internet del Departamento de Defensa,
los contratos con México no tienen precedentes significativos en la relación
bilateral reciente. Antes de diciembre de 2006, cuando Calderón asumió la
presidencia, el Pentágono había contratado a empresas privadas de la industria
militar de manera esporádica y marginal en relación con México.
Entre
1995 y 2005 sólo aparecen seis contratos con dichas empresas: tres son para
manufacturar piezas para el Ejército y la Marina estadounidenses en Tijuana y
Ciudad Juárez; los otros tres forman parte de la ayuda militar de Estados Unidos
a distintos países, y en ellos México participa con porcentajes
menores.
Ya con Calderón como gobernante, la industria militar privada de
ese país logró contratos específicos para México. Según su página de internet,
el Departamento de Defensa ha asignado ya 13 contratos en lo que va del sexenio.
No todos son para la guerra contra el narcotráfico: algunos han sido para la
maquila de piezas para las fuerzas armadas estadounidenses y otros para levantar
bardas en la frontera.
Ningún año del gobierno de Calderón ha pasado sin
que el Pentágono haya contratado a una empresa para realizar actividades
vinculadas con México.
El 15 de diciembre de 2006 la Agencia de
Logísticas de Defensa –encargada de proveer apoyo logístico de combate al
Pentágono, tanto en tiempos de guerra como de paz– le dio un contrato por 12
millones 487 mil dólares a la empresa Aero Company, de Indianápolis, para
elaborar tapones de armas de combate en San Luis Potosí.
En septiembre de
2007 la Marina de Estados Unidos hizo otro contrato de maquila para México; fue
por casi 145 millones de dólares y con la empresa Lockheed Martin Simulation,
Trainning and Support, de Orlando, Florida.
El contrato, que concluye en
septiembre de 2012, consistió en la elaboración de un nuevo sistema logístico
para vehículos militares en plataformas de la Marina estadounidense. Según
informó el Departamento de Estado, 35% del trabajo de maquila se realiza en La
Mesa, Tijuana. El resto en Florida y Minneapolis.
En julio y agosto de
2007 el Ejército de aquel país hizo dos contratos con la empresa Sundt
Construction, de Phoenix, Arizona, por 42 y 31 millones de dólares,
respectivamente, para el diseño y construcción de barreras permanentes, así como
caminos de acceso y monitoreo en la frontera con México.
En enero de 2008
el Departamento de Defensa le dio un contrato por casi 9 millones de dólares a
la empresa Multinational Logistic Services Limited, de la isla de Malta, en el
Mediterráneo, para dar servicios de apoyo a la Marina y al gobierno
estadounidenses en puertos comerciales de Canadá, México, el Caribe, y Centro y
Sudamérica. El contrato no especifica los puertos mexicanos implicados en esas
operaciones.
En julio de ese año el Pentágono asignó el primer contrato
dirigido a combatir el narcotráfico y las posibles amenazas terroristas
procedentes de México. Fue para la empresa ITT Systems Division, de Colorado
Springs, por 33 millones 697 mil dólares, y formó parte de un programa
financiado por la oficina Antinarcóticos, Contra Proliferación y Amenazas
Globales de la Subsecretaría de Defensa.
El objetivo fue dotar a la
Fuerza Aérea de Estados Unidos de capacidad de vigilancia por radar las 24 horas
de los siete días de la semana. El propósito del Pentágono es detectar objetivos
de bajo nivel en la frontera con México, el estrecho de Florida y el suroeste de
Puerto Rico.
El programa se creó para apoyar las misiones antinarcóticos
y lo que define como “contranarcoterrorismo” que llevan a cabo el Comando Norte
y el Comando Sur de Estados Unidos. El contrato también benefició las misiones
del Comando de Defensa Aeroespacial de América del Norte en su país.
El
Centro de Guerra en Superficie de la Marina estadounidense contrató en
septiembre de 2009 a la empresa Defense & Electronics, de Arnold, Missouri,
para producir lanzadores de cohetes. El contrato fue por 6 millones 473 mil
dólares. Los lanzacohetes pueden ser utilizados en aviones de ala rotaria o
fija, y en su mayoría se destinaron a la Marina y a la Fuerza Aérea de Estados
Unidos, pero una parte se apartó para México, bajo el programa de Ventas
Militares al Extranjero. En la información pública no se especifica cuál
institución mexicana obtuvo los dispositivos bélicos.
Durante 2010 el
Pentágono reportó el mayor número de contratos para México. Dos fueron para
entrega de equipo a la Armada, uno para maquila y otro para el transporte de
restos humanos de militares estadounidenses que deban pasar por
México.
El 6 de agosto de ese año entregó un contrato por 35 millones de
dólares a la empresa Sikorsky Aircraft Corp., de Stratford, Connecticut, para la
entrega de tres helicópteros UH-60M (Blackhawk) y tres plantas auxiliares de los
mismos para la Marina mexicana. El contrato está vigente hasta diciembre de
2012.
Esa misma empresa obtuvo, el 10 de septiembre siguiente, otro
contrato por 36 millones y medio de dólares para la entrega de otros tres
Blackhawk a la Marina Armada de México, aunque esta vez se trata de aparatos
adaptados. En ambos casos el contratista fue el ejército de Estados
Unidos.
Mediante otro contrato, la Marina estadounidense le encargó a la
empresa JDS Uniphase Corporation, de Maryland, que manufacture en su planta de
Guadalajara equipos de prueba de protocolos de internet usados en distintos
sistemas de armas. El monto del acuerdo fue de 6 millones de dólares y el
periodo establecido fue de un año, pero podría extenderse hasta agosto de
2015.
En noviembre de 2010 el Comando de Transporte de la Fuerza Aérea de
Estados Unidos pagó 9 millones de dólares a la empresa Kalitta Charters, LLC, de
Ypsilanti, Michigan, para el transporte aéreo de restos humanos. La cobertura
incluye Estados Unidos, Alaska, Canadá, México, Puerto Rico y las Islas
Vírgenes. En septiembre de 2011 se realizó otro contrato similar, pero por 12
millones y medio de dólares.
Y en mayo pasado la Marina estadounidense
firmó otro contrato por 9 millones de dólares con JDS Uniphase para que elabore
nuevos sistemas de pruebas de armas en su planta de
Guadalajara.
El experto a México
El Pentágono ha
previsto la posibilidad de un atentado terrorista contra intereses
estadounidenses en o desde México. El 12 de diciembre pasado el Departamento de
Defensa anunció que enviaba a un experto en terrorismo internacional como
agregado militar y oficial en jefe de Defensa de su embajada.
Se trata
del contralmirante Colin J. Kilrain, quien hasta esa fecha era director
encargado de combate al terrorismo en el Consejo de Seguridad Nacional de
Estados Unidos, que depende directamente del presidente y tiene injerencia
directa en la política exterior.
Kilrain ha participado en numerosas
operaciones militares en los Balcanes, el Golfo Pérsico, Irak y Afganistán. En
la segunda mitad de los ochenta participó en la operación naval para proteger
los tanques petroleros de Kuwait de posibles ataques de Irán durante la guerra
de este país con el Irak de Hussein.
Al terminar la Guerra Fría, Kilrain
estuvo destacado en la Marina alemana y de ahí pasó al Grupo Especial de Guerra
Naval en la intervención militar de su país en Haití. Aprovechando que además
del alemán domina el español, entre 1995 y 1997 lo asignaron a
Panamá.
Los siguientes dos años permaneció de nuevo en Alemania como jefe
ejecutivo de la Unidad Especial de Guerra Dos, de la Marina, y a fines de los
noventa, después de la guerra de los Balcanes provocada por la disolución de
Yugoslavia, fue comandante naval en la zona.
Tras los atentados
terroristas de Al Qaeda en Nueva York, en septiembre de 2001 Kilrain fue
comisionado a la Oficina de Contraterrorismo del Departamento de Estado, donde
se encargó de las operaciones del Equipo de Apoyo de Emergencia
Extranjera.
Después llegó a Filipinas y Yemen para apoyar la Operación
Libertad Duradera, como se conoce a la intervención militar de Estados Unidos en
Afganistán. De ahí pasó a Puerto Rico en calidad de comandante de la Unidad
Especial de Guerra Cuatro.
Regresó a Afganistán como director de la
coalición internacional en apoyo de la Fuerza de Tarea de Operaciones Especiales
Conjuntas y posteriormente se integró a la Operación Libertad para Irak, desde
donde coordinaba acciones en Pakistán.
En 2008 asumió el puesto de
comandante de todas las unidades Seal de la Marina a lo largo de la costa Este
de Estados Unidos. Las Seal –acrónimo de sea, air and land: mar, aire y tierra–
son los equipos de élite de la Marina considerados los más poderosos del
mundo.
En el Consejo de Seguridad Nacional de su país, el ahora agregado
militar estuvo al frente de la oficina de combate al terrorismo, según
informaron el pasado 12 de diciembre el secretario de la Marina Ray Mabus y el
jefe de Operaciones Navales, el almirante Jonathan Greenert, al anunciar la
designación de Kilrain en México.
Con la Iniciativa Mérida como
justificación, el gobierno de Calderón acordó con el de Barack Obama la apertura
en México de una Oficina Bilateral de Inteligencia, con la presencia de nueve
agencias civiles y militares de su país (Proceso 1776).
De ellas el
Pentágono es la que tiene más agencias en la oficina de Paseo de Reforma 265, en
la Ciudad de México, a un costado de la embajada estadounidense.
El
Departamento de Defensa logró con Calderón lo que siempre buscó: realizar
labores de inteligencia y espionaje en México con el consentimiento
gubernamental. Desde hace más de un año operan en el país la Agencia de
Inteligencia Militar (DIA, sus siglas en inglés), la Oficina Nacional de
Reconocimiento (NRO) y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
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