La anunciada Cuarta
Transformación será consecuencia del cambio de régimen. El cambio de régimen
será definido por Andrés Manuel López Obrador, que asumirá la Presidencia en 38
días. La definición estará marcada por su pensamiento y formación, y
determinada por los acentos en sus acciones. Para entenderlo hay que tirar a la
basura las categorías de análisis con las que se ha interpretado a la clase
política hasta ahora, y construir nuevas para comprender que López Obrador no
utiliza los símbolos para apelar a su base electoral, sino que dibuja abiertamente
su proyecto de Nación.
Si no se cambia el análisis,
López Obrador seguirá siendo el fenómeno político más notable del México
moderno que representa la mayor complejidad para descifrar. Su decisión porque
el nuevo aeropuerto internacional nunca se construya en Texcoco, para lo cual
abrió una consulta ciudadana que no es legal pero será vinculante para decidir
si vive o muere, es el estudio de caso sobre lo que será su Presidencia.
El contexto en el cual se
llevará a cabo la consulta ciudadana a partir de este jueves es muy adverso
para él. La incertidumbre en los mercados ante la posibilidad de que la obra de
Texcoco sea cancelada y se opte por Santa Lucía, donde no hay proyecto
ejecutivo, ni hay estudios de nada, ni licitaciones en puerta, ni inversiones
ni, aunque tuviera ya todo eso, resolvería el problema de la saturación en el
largo plazo, ya hizo perder al peso 61 centavos frente al dólar en cinco días,
el peor rendimiento entre los mercados emergentes, y sigue depreciándose. La
Bolsa Mexicana de Valores también está sufriendo por la incertidumbre.
El sector privado y los
bancos advierten diariamente que la cancelación de Texcoco impactará en las
inversiones, mientras que en el mundo cuestionan que el uno por ciento de la
población sea quien decida qué va a pasar con el proyecto de infraestructura
más ambicioso en cuando menos medio siglo, por lo que levantan las cejas de
incomprensión ante lo que está sucediendo. “Hay un riesgo creciente que la
consulta tenga un resultado negativo para Texcoco”, apuntó un reporte del Bank
of America, con lo cual “los inversionistas revisarán al alza la probabilidad
de que AMLO adopte políticas menos amigables para el mercado que las que ha
señalado su equipo económico a los inversionistas”. Un análisis de Bloomberg
señaló que esto podría causar el primer enfrentamiento del nuevo gobierno con
el sector privado.
Pero López Obrador es
refractario al entorno. No alcanza a comprender en este momento lo que
significaría que la inducción por Santa Lucía y en contra de Texcoco, como
demostró una encuesta publicada ayer por El Financiero, porque el escenario de
un revés a la confianza pregonada no se encuentra en su estructura de
pensamiento. Adentrándose en la forma como reflexiona y racionaliza, López
Obrador debe estar convencido que la consulta es un mero trámite que va a
confirmar lo que dijeron las urnas el 1 de julio pasado, cuando obtuvo poco más
de 30 millones de votos, el 53% del total de quienes fueron a las casillas ese
día.
Siguiendo su línea de
pensamiento a lo largo de los años, aquel domingo los mexicanos apoyaron lo que
había prometido durante la campaña, que iba a cancelar la obra en Texcoco, por
faraónica y ostentosa, y que iba a buscar otras alternativas, como es el caso
de la Base Aérea Militar de Santa Lucía, planteada por sus asesores José María
Riobóo y Javier Jiménez Espriú en 2015. Si a nadie engañó ni cambió sus
promesas electorales, el hecho que la votación por él haya sido masiva, de
acuerdo con la forma como López Obrador empaqueta sus ideas y las racionaliza,
es que le dieron el mandato para que descarrile Texcoco y que sin importar todo
lo que se ha construido, lo que el pueblo quiere es que el nuevo aeropuerto no
se construya en ese municipio, cueste lo que cueste liquidar el proyecto.
Pero al mismo tiempo juega
con la consulta ciudadana. Se instalarán mil 73 mesas de votación en 538
municipios en cada una de las 32 entidades del país, donde se concentra el 82%
de la ciudadanía. En el 75% de los municipios se instalará una mesa de consulta
en la plaza principal de las cabeceras municipales. De este total, el 23% se
localizará en Chiapas, estado de México y Veracruz, donde la presencia y
movilización electoral de Morena es poderosa, y casi un cinco por ciento
adicional podría sumarse si le añaden otras regiones de fuera de su maquinaria
política, como son Guerrero, Oaxaca y Tabasco. En la Ciudad de México, habrá 74
mesas que equivalen a un 6.9% del gran total.
La argumentación de López
Obrador, según su forma de pensar, es que si alguien desea que Texcoco sea la
sede final del nuevo aeropuerto, debe ir a votar. Si no lo hace, en su misma
lógica, ni siquiera tendrá autoridad moral para criticar. No se sabe cuánta
gente acudirá a las urnas, pero hay quien señala su negativa de ir a porque se trata
de una consulta ilegal -no está prevista por la ley-, ni legítima -porque no es
representativa-.
No hay que engañarse. Sería
extraordinario que la consulta, por la forma como se organizó, se maneja y se
controla, resultara positiva para Texcoco. La legitimidad de las urnas del 1 de
julio, quedaría entonces, ratificada por la gente. ¿Algo más democrático? En su
lógica no hay nada más puro. A muchos otros, como los inversionistas, les
parece antidemocrático. Pero de esa dialéctica, se hablará más adelante.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa
(EJE CENTRAL/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA
PALACIO/24 DE OCTUBRE DE 2018)
No hay comentarios:
Publicar un comentario