Rolando
D’Rondón y Pancholín. Parte II.
Esta vez, nuestros personajes
se encuentran en la cúspide del Cerro de la Chiva, el sol apenas asoma al
oriente de Culiacán, en aquella latitud de 632 metros sobre el nivel del mar,
el aire se siente helado. Ambos han llegado puntuales a la cita en una Tacoma
arreglada con winche y motor alterado, eso los marca en el mismo nivel. Sin
mediar palabra, se dirigen al pie de la gran cruz que allí mismo mandara
instalar el famoso Roba chivas. En un nicho dejó imágenes idolatradas: Cristo
Jesús, Malverde y San Judas Tadeo. En silencio encienden tres veladoras cada
uno, serenos rezaron una plegaria, se santiguan, se levantan y van a donde sus
camionetas.
—Tal como lo dijera el
Patrón, Pancholín, desde aquí se mira mejor el panorama.
—Así es Rolando D’Rondón, no
cabe duda, nuestro Patrón conoce bien sus terrenos. El proyecto del domo con la
antena incluida, será una realidad. Desde aquí podré dirigir los drones que
hemos de utilizar para desarrollar los planos, este lugar será nuestro cuartel,
mis ingenieros, arquitectos y técnicos podrán trabajar con más libertad, y por
consecuencia, con más eficacia y certeza. Espero que tu gente se porte a la
altura y nos evite visitas molestas.
—Pancholín, si hemos de
llevar la fiesta en paz, desde este momento te pido respeto. Mi gente obedece
mis órdenes al pie de la letra, por eso…
—Está bien, Rolando D’Rondón,
no te alebrestes. Lo que pasa es que estoy emocionado, nervioso. Este proyecto
de ponerle aire acondicionado a Culiacán, desde que el Patrón lo aprobó, mi
cerebro no deja de trabajar, no lo puedo controlar ni dormido. Y es que ya
imagino el impacto que va a causar en todo el mundo. Es una hazaña que abarca
todos los avances de la tecnología más avanzada, porque no es nada más el domo;
el sistema de aire con todo lo que implica sino la adecuación de la ciudad. El
cambio es radical, tanto, que no cualquiera podrá vivir en ella. Tendremos que
vivir sin autos, estos sólo se usarán para el transporte de los de intendencia,
mantenimiento y los que necesiten transportar equipos o víveres. Todo mundo
andaremos a pie o bicicleta. Los parques, escuelas, universidades, edificios de
gobierno, las zonas de comercio, esparcimiento y residenciales, todo, habrá de
ser renovado y adecuado a un nuevo sistema de vida. Mis arquitectos trabajan
para hacer que todo sea bello y práctico; piensan que esto tiende a formar una
nueva sociedad, una nueva cultura.
—Y es ahí donde la puerca
tuerce el rabo, Pancholín.
—Yo también ando inquieto;
dice el Patrón que los que no se adapten, se les mandará a otra ciudad.
— ¿Y no has pensado que puede
ser un panteón?
— ¡Ah bárbaro! Es una idea
macabra, descabellada, pero tienes razón. El proyecto incluye un panteón con
crematorio, velatorio y capilla.
—¿Lo ves? El Patrón piensa en
todo, Pancholín, pero yo estoy más preocupado por la otra parte, que según
nuestro Patrón, complementa sus proyectos. Pero el riesgo es alto.
—¿Por qué?
—Casi por nada. Nuestro
Patrón quiere darle un giro a la historia, no nada más con la obra, que me
parece supera a los Faraones y Reyes Aztecas, que es mucho decir, sino porque
pretende dar un golpe duro al negocio. Se le ha metido en la cabeza sembrar
mariguana y amapola únicamente para la industria farmacéutica, es una onda que
a nadie del gremio le va a gustar. Yo sé que su poder en nuestro país si hace
posible esa acción, controlar a las zonas serranas, organizar a la gente para
que trabaje en la siembra y la industrialización de esas yerbas, me parece que
tiene los poderes y organización para lograrlo, pero, ¿el resto del mundo qué?
—Rolando D’Rondón, ahora sí
que me extraña tu pregunta.
—¿Por qué, Pancholín?
—Porque debes saber que todo
mundo ya está tomando medidas con relación a las drogas, por si no lo sabes:
China, Turquía, Marruecos, Afganistán, y la India, desde hace décadas tienen
contralada la producción de adormidera y mariguana, únicamente para la
industria química, es por eso que han impuesto la pena de muerte a los narcos.
Los Estados Unidos avanzan con la siembra e industrialización de la mariguana,
lo mismo hace Uruguay. En cuanto a la cocaína, en Bolivia es oficial su
producción y venta para fines farmacéuticos. Colombia y Perú todavía no entran,
pero ya empiezan las negociaciones. Como puedes ver, amigo, sólo México no ha
tomado ese toro por los cuernos.
—¡Ahora me cae el veinte!
Pancholín. Nuestro Patrón quiere que Sinaloa sea el gran reformador del
negocio.
—¡Ándale, has dado en el
clavo! Te imaginas hacia donde se encamina nuestro Patrón, sacar del fango a
nuestro Estado. Sacudirle la negra fama que ha manchado a los sinaloenses por
tantas décadas.
—La neta Pancholín, no lo
había visto desde ese punto de vista. Tienes razón.
—¿Por qué callas, Rolando
D’Rondón?
—Pienso en lo que esto puede
ocasionar, no nada más contra nuestro Patrón, sino pa’ todos los que dependemos
de él.
—Yo no la veo tan dramática,
checa en este plano de mi tablet.
—Es grande esa antena.
—Sí, tiene 250 metros y está
sobre el domo, el Patrón captará todas las redes del mundo, estará informado de
todo al segundo. Es posible que el Patrón ya sepa, que eso de acabar con la
corrupción, “con ya saben quién”, será una realidad.
—¡Yaaa, ora sí que te
pasaste!
—A ver, contéstame esta
pregunta: ¿Crees o no, en los proyectos de nuestro Patrón?
—Sí creo.
—Yo también. Oye, esa antena
se parece a la famosa de París.
Los que no creen, son los que
detienen la acción de la justicia e imponen la corrupción y la impunidad, por
eso, seguimos exigiendo: ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia! Para nuestro amigo y
compañero Javier Valdez Cárdenas y los 130 mil asesinados en este sexenio.
*Escritor. Sus novelas están en
Librerías: Educal, Gonvill Y México.
Artículo publicado el 15 de abril de 2018 en la
edición 794 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ *LEÓNIDAS ALFARO BEDOLLA/ 17 ABRIL, 2018)
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