miércoles, 16 de enero de 2013

EL OCASO DE LOS BELTRAN-LEYVA



Revista Impacto Saltillo/Excélsior
El final del cártel de los hermanos Beltrán Leyva parece próximo. La muerte de su líder fundador, Arturo Beltrán Leyva, la captura de sus hermanos Carlos y Alfredo, la muerte de sus hombres de confianza, los hermanos Pineda Villa y la escisión y captura de sus antiguos jefes de sicarios, “El Grande” y “La Barbie”, dejaron al grupo criminal en una situación crítica que anuncia su extinción.

La historia de los hermanos Beltrán Leyva en el narcotráfico es antigua: se trata de uno de los grupos del crimen organizado con inserción más firme y que durante años se manejó con bajo perfil, controlando sólo con la violencia y la coerción, sino también a través de la corrupción.

Su poder económico también aceitó muchos de los principales resortes del poder, varios de ellos ligados a autoridades de origen panista, y del ala más dura de ese partido que tuvo su control durante el foxismo.

Datos al respecto hay muchos. Poco después de que asumiera el poder Ignacio Loyola, se realizó, en 1997, un amplio operativo en la ciudad de Querétaro, donde se catearon 10 domicilios pertenecientes a los hermanos Beltrán Leyva, particularmente de Arturo, el mayor de ellos y el más importante en la estructura de la organización.

Poco antes se había realizado en una de las residencias una factuosa fiesta con la participación de numerosos narcotraficantes, de la llamada organización de Sinaloa, que en realidad es mucho más amplia y cubre buena parte del territorio del país: allí estuvieron Ismael “El Mayo” Zambada, Juan José Esparragoza “El Azul” y fue una de las últimas apariciones de Amado Carrillo Fuentes, asesinado poco después por una fracción de esa misma organización durante una operación de cirugía estética en el Distrito Federal.

Del operativo quedaron innumerables fotos que demostraban la penetración en la sociedad queretana de la familia Beltrán Leyva y sus contactos con personajes importantes en ese y otros estados. Desde entonces, quedó en claro que los Beltrán Leyva habían trascendido los límites de su zona de influencia, la frontera sonorense y tenían capacidad de operación en el resto del país.

Tuvieron que pasar muchos años, hasta 2005, cuando se dio un nuevo golpe contra los Beltrán Leyva. Ese año, con información proporcionada por la inteligencia estadounidense, que le sigue los pasos desde hace años a ese grupo, se ubicó una enorme mansión en el Estado de México, en Huixquilucan, donde vivían Clara Laborín y su compañero, Héctor Beltrán.

Allí se encontraron muchas fotos, incluyendo varias de aquella fiesta en Querétaro, pero también innumerables cintas de grabaciones telefónicas realizadas por el propio Beltrán Leyva con muchos interlocutores (una costumbre que en su momento había iniciado el propio Amado Carrillo, como una forma de control y también de presión contra colaboradores olvidadizos de su organización).

Durante ese cateo llamó la atención un nombre manuscrito en una agenda de Beltrán Leyva (que logró huir) donde se consignaba el nombre de Nahúm Acosta, su teléfono particular y su número de celular.

También había una tarjeta de presentación de éste como director de giras de la Presidencia de la República.

Cuando se analizaron las cintas se comprobó que en varias de ellas había pláticas de Acosta con Héctor Beltrán (apodado “El Ingeniero” o “El H”) donde se hablaba de las giras presidenciales e incluso de entrega de dinero de “El Ingeniero” a Acosta. Además en el cateo se encontraron los planos de un spa que se estaba construyendo en Acapulco llamado Debanhy.

En las llamadas, Acosta insiste en preguntarle a su interlocutor sobre cuándo se terminaría el negocio en Acapulco.

Había muchos más datos duros de esa relación, incluyendo el descubrimiento de que la visa de Estados Unidos le había sido retirada desde 10 años atrás a Acosta por su presunta relación con el cártel de Amado Carrillo y los propios Beltrán Leyva. Como se sabe, Acosta fue detenido y el propio presidente Fox reconoció logrado penetrar en Los Pinos.

Pero algo sucedió y la detención del director de giras se dio al mismo tiempo que el proceso de elección del candidato presidencial del PAN y de la elección de quien lo había llevado a trabajar a la presidencia, Manuel Espino, al liderazgo del PAN.

Repentinamente un juez decidió que las pruebas no eran admisibles, porque se trataba de grabaciones privadas (aunque incluso las voces de Acosta y de Beltrán fueron autentificadas por agencias estadounidenses) y el ex funcionario quedó en libertad.

Incluso así, a su salida de prisión, Espino le volvió a conseguir un puesto en Pemex y lo llevó, como invitado, a un acto con Felipe Calderón, lo que provocó uno de los mayores distanciamientos entre éste y el entonces dirigente panista.

La presión sobre los Beltrán se intensificó y la opinión pública los ubicó con rostro y nombre. Las grabaciones fueron dadas a conocer y el escándalo puso nerviosos a los funcionarios que les daban protección.

Para enero de 2008, en un operativo del Ejército, fue arrestado a Alfredo Beltrán Leyva, “El Mochomo”, junto con su guardia de seguridad en Culiacán. Según las autoridades,

“El Mochomo” era el jefe de la operación en casi todo el Pacífico de los grupos de sicarios que tenían en Guerrero y Sinaloa, pero también de las relaciones políticas que mantiene este grupo en varios estados del país.

A pocas horas del arresto los hermanos Beltrán Leyva ya tenían información sobre el lugar específico donde se encontraba arrestado Alfredo y la distribución de los guardias al interior de las instalaciones de la SIEDO en la PGR. Funcionarios corruptos de la Procuraduría facilitaron la información al cártel que elaboró un complicado plan de rescate que finalmente descartaron.

Días después, en las colonias San Ángel Inn y Coyoacán, del DF, eran detenidos 11 sicarios en poder de un amplio arsenal, poniendo de manifiesto lazos de los narcotraficantes con grupos de poder en la capital: no fue una casualidad que se impidiera acceder en esos operativos a agentes locales y sobre todo a la judicial capitalina.

Lo que es un hecho, es que tras la captura de “El Mochomo”, se dio una ruptura al interior del cártel de Sinaloa, organización para la cual trabajaban los hermanos Beltrán Leyva.

La suspicacia llevó a pensar a los hermanos que el responsable de haber dado información para la captura de Alfredo había sido el propio “Chapo” Guzmán. La escisión tomó tintes sangrientos, incluido el asesinato en atentado con una bazuca de uno de los hijos de “El Chapo” en Sinaloa.

Los tiempos más difíciles para la organización 2010. Si 2009 concluyó con la muerte de Arturo Beltrán Leyva luego del violento enfrentamiento en Cuernavaca y con el asesinato de la familia del marino Melquisedet Angulo Córdova que había caído en ese combate con los custodios de Beltrán, la detención de Carlos Beltrán Leyva golpeó las finanzas de la organización.

El arresto, ocurrido en enero de 2010, implicó un golpe serio a ese cártel en los bolsillos. Si la muerte de Arturo, líder operativo del cártel, había golpeado a la organización, la captura de uno de sus operadores financieros, particularmente necesarios en un momento de crisis, fue un golpe contundente.

El cerco se cerraba contundentemente: Arturo cayó en una operación que se inició días antes en una narcoposada y terminó con el enfrentamiento en los departamentos en los que vivía: en ambos casos las fuerzas federales llegaron con información muy fidedigna.

En el caso de Carlos Beltrán, todo indica que fueron interceptadas sus llamadas con una de sus hermanas, a la que iba visitar para una reunión de fin de año. La información, como en el caso de Arturo, era precisa. El detenido se identificó como Carlos Orpineda Gámez, pero a través del nuevo sistema de inteligencia de la Policía Federal se confirmó su verdadera identidad.

Con ello, tres de los seis hermanos Beltrán Leyva estaban detenidos o muertos. Con real capacidad operativa quedaban dos cartas de la organización: Héctor, que se hace llamar “El H” y Mario, “El General”. La de los Beltrán siempre ha sido una organización sumamente violenta. Pero los golpes recibidos parece que la llevaron más allá y confirmó que las líneas de mando sufrieron cortes serios, algo particularmente notable cuando estamos ante un grupo con un mando tan vertical como los Beltrán Leyva.

La violencia aumentó en la organización con algunos hechos tan irracionales, tan brutales como el asesinato de la familia del marino Melquisedet Angulo Córdova, la madrugada del 22 de diciembre, cuando un comando formado por varios sicarios, tomó la vivienda donde el marino acababa de ser velado y mató a toda su familia.

No se recuerda una acción de estas características en la lucha contra el narcofamilia de un servidor público muerto en servicio. A pesar de toda la violencia que hemos visto en estos años, se habían cuidado de llegar a esos límites.

Esto era distinto. El hecho pareció evidenciar un profundo deterioro para poder realizar este tipo de acciones que quedaron en manos de sicarios de bajísimo nivel.

Llama la atención que los responsables de esos crímenes fueron detenidos y confesaron que les fueron ordenados por mandos locales de una organización aliada a los Beltrán Leyva, pero no por los propios Beltrán. También que hubieran confesado que por cometer un crimen de esas características hayan cobrado apenas 12 mil pesos.

Todo indicaría entonces que con la muerte de Arturo, la caída de Carlos y la presión de las autoridades de México y Estados Unidos, el cártel de los Beltrán Leyva sufrió un deterioro similar al que se dio hace unos años con el de Tijuana, el de otros hermanos, los Arellano Félix, después de la muerte y detención de casi todos ellos.

Golpes tan certeros no implican que esos grupos desaparezcan, pero sí que pierdan protagonismo, se fraccionen o se deban asociar con otros. Los Beltrán hicieron las dos cosas. Se fraccionaron y reforzaron alianzas. Entre los Beltrán Leyva, siguieron estando al mando de la organización, según las autoridades federales, tanto Héctor, el mayor de los hermanos en libertad, como el jefe de los sicarios, Edgar Valdez Villarreal, La Barbie y Sergio Villarreal, El Grande quien controla la zona de Durango y Sinaloa.

El enfrentamiento por el control del grupo fue inminente y las disputas en Morelos y Guerrero se incrementaron.

LA CAPTURA DE ‘LA MUÑECA’
El 30 de agosto pasado, bajo circunstancias algo extrañas, fue detenido Édgar Valdez Villarreal, quien disputaba para ese entonces, el liderazgo de la organización a Héctor Beltrán Leyva. La poco explicable falta de información oficial se combinó con una ola de rumores, que pudieron tener verosimilitud pero también que pudieron ser propalados por los cárteles enfrentados con Valdez Villarreal o que pueden temer a sus declaraciones, de que la suya fue una detención pactada, una entrega acordada tiempo atrás.

Pero ni siquiera en eso existieron coincidencias: algunos dicen que Valdez se entregó con la condición de que fuera enviado a Estados Unidos donde se acogería al programa de testigos protegidos (con un acuerdo similar al que aparentemente obtuvo Osiel Cárdenas). Otros dicen que la entrega fue para evitar ese traslado a su país de origen (algo absurdo, me imagino que un hombre como Valdez Villarreal lo que menos quisiera es pisar una cárcel mexicana llena de antiguos y nuevos enemigos).

Hay quienes aseguran que todo se hizo, aunque no hay comparación entre la trascendencia de un hecho y el otro, para ocultar la información de que unos tres mil elementos de la Policía Federal fueron dados de baja por no pasar los controles de confianza.

Luego nos enteramos que en el parte que escribieron los agentes que supuestamente detuvieron a Valdez Villarreal y sus custodios, todo se debió a una violación de tránsito, ya que la gente de “La Barbie” circulaba a excesiva velocidad por la carretera México-Toluca y fueron entonces detenidos por una patrulla de la Policía Federal y se entregaron, dicen, sin oponer resistencia a pesar de que sus custodios llevaban hasta lanzagranadas.

Pero además se dijo que esa detención se dio a las 18.30 horas cuando desde un par de horas atrás se tenía conocimiento de que ese narcotraficante habría sido capturado. Algo no checa en toda esta historia.

Existe un dato que por alguna razón se soslayó: el mismo día y casi a la misma hora de la detención de Valdez Villarreal se dio una persecución y tiroteo en la zona de Perisur en el sur de la ciudad de México. Allí murió un hombre que fue identificado como Aarón Arturo Giles, algunos han dicho que era el contador de La Barbie y otros que su jefe de sicarios. Lo cierto es que era uno de sus principales colaboradores.

La versión oficial sostiene que tres personas que viajaban con él lograron huir. Un par de horas después se dio la detención de Valdez. También al mismo tiempo que

“La Barbie” era detenido en México, en una amplia redada eran detenidos en Colombia once integrantes de su propia organización y la policía colombiana establecía los lazos de ese grupo con las FARC para el aprovisionamiento de droga que esa organización armada entregaba a los operadores de la Valdez Villarreal en su base en Panamá (por cierto ¿no es extraño que ninguno de quienes operaban allí haya sido detenido cuando se cortaron los dos extremos de la línea de aprovisionamiento entre Colombia y México?).

En este contexto, el parte oficial pareció más una pieza de desinformación de las propias autoridades que un relato fidedigno de lo sucedido no es concebible que un capo que va acompañado por 10 custodios, que lleva armamento de alto poder para defenderse, simplemente se deje atrapar por una patrulla y, sin resistencia se en1treguen.

En este contexto ¿hubiera sido posible una detención pactada? No existe ninguna información fidedigna sobre el tema, sólo los rumores, pero si fuera así no veo qué habría de maquiavélico en el tema. Muchos de los principales narcotraficantes en Colombia, en Estados Unidos, en el mundo y en México, tuvieron detenciones pactadas, entre ellos se asegura que estuvieron los hermanos Rodríguez Orihuela, los líderes del poderosísimo cártel de Cali.

Muchos han tenido acuerdos, sobre todo con autoridades estadounidenses, para recibir ciertos beneficios a cambio de colaboración e información. Como decíamos, el caso de Osiel Cárdenas parece ser uno de ellos. Obviamente ese tipo de acciones no se publicita. Pero son terriblemente efectivas y al contrario de lo que se cree se dan porque la presión sobre un criminal es mayor que su capacidad de resistencia y prefiere preservar vida y parte de sus bienes para él o su familia a través de ese tipo de acuerdos. Así se han desmantelado muchas de las principales organizaciones criminales en el mundo. Y eso es parte de una buena labor de inteligencia.

Por lo tanto la posibilidad de una entrega pactada o algo similar no deja de ser una posibilidad verosímil.

¿QUÉ TAN GRANDE ERA ‘EL GRANDE’?
Pocos días después del arresto de La Barbie, se anunciaba la captura de la persona que sucedería el mando de la organización criminal. La captura de Sergio Villarreal Barragán, apodado El Grande, fue un nuevo golpe contra el narcotráfico e implicó una profunda desarticulación de lo que restaba del cártel de los Beltrán Leyva, todavía comandado por Héctor Beltrán Leyva, pero sin contar ya con sus principales colaboradores.

Sergio Villarreal se había embarcado en una brutal guerra con Édgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, por el control de esa organización.

Se ha dicho que ese enfrentamiento devenía de la muerte de Arturo Beltrán Leyva en diciembre pasado, mas en realidad la historia fue diferente.

A pesar de los reacomodos, con una diferencia de escasas dos semanas, ambos fueron detenidos.

Si “La Barbie” se entregó o no, si delató la ubicación o no de “El Grande” (algo bastante inverosímil, pues si aquél hubiera sabido dónde vivía su enemigo simplemente lo hubiera eliminado desde antes de ser detenido), es secundario, lo importante es que ese cártel, el de los Beltrán Leyva, que hasta diciembre aparecía como uno de los dos o tres más poderosos del país, hoy prácticamente ha sido desarticulado.

El punto sirve para insistir en un tema: estrategia que se desarrolla en la lucha contra el crimen organizado no sólo es la correcta sino también la única posible y sus resultados se tendrán que demostrar con el paso del tiempo.

Por lo pronto un cártel, uno de los más violentos y que generó buena parte de todas las muertes que hemos visto en los últimos meses, ha quedado prácticamente aniquilado: los grupos que restan se tendrán, necesariamente, que asociar a otras organizaciones para poder sobrevivir e incluso así esa posibilidad es incierta.

La violencia va a continuar, pero estas detenciones también provocarán una disminución de la misma (o por lo menos una diferencia cualitativa), porque dos de los principales grupos de sicarios enfrentados han perdido a sus jefes.

En la medida en que se pueden obtener los hilos que manejan estas organizaciones y la labor de las autoridades puede agudizar sus contradicciones internas, las mismas van perdiendo capacidad de operación, caen en luchas interiores cruentas y se convierten cada vez más en pandillas, con alto poder de fuego, eso nadie lo duda, y cada vez menos en cárteles organizados, pero que también utilizan una violencia cada vez más generalizada.

Por eso, entre otras cosas, es imprescindible avanzar en el esquema de policías centralizadas; por eso es imprescindible mantener la participación de las fuerzas militares, del Ejército y la Armada, en este proceso; por eso es imprescindible que los estados y los municipios participen en el mismo. Y que desde la sociedad política y los medios tengamos, también, una visión de más largo plazo. A veces, unos u otros, consciente o inconscientemente, acaban siendo manipulados por los grupos criminales, mientras que las autoridades no terminan de construir una narrativa que realmente refleje la magnitud de esta lucha ni tampoco sus complejidades y contradicciones. Pero esas son tareas de la política, no de la seguridad.

ZOCALO DE SALTILLO/ REVISTA IMPACTO SALTILLO/ Excélsior/ 16/01/2013 - 01:58 PM

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