miércoles, 26 de diciembre de 2012

RAÚL VERA, EL LUCHADOR DE LAS CAUSAS SOCIALES EN COAHUILA

Agencia AP 

Monclova, Coah.- El obispo de pelo cano se dirigió ante unos 7 mil creyentes reunidos en un estadio de beisbol en este estado norteño azotado por la violencia, encabezando la homilía y recitando las oraciones, que fueron repetidas por la multitud. Después alzó la voz.


Los políticos tienen vínculos con la delincuencia organizada, sostuvo el obispo Raúl Vera durante la inauguración del Año de la Fe de la Iglesia católica. Los intentos de los legisladores para frenar el lavado de dinero son débiles intencionalmente. Las nuevas reformas laborales son un mecanismo para esclavizar a los trabajadores mexicanos.

¿Cómo es posible que los mexicanos sigan a gobernantes que “son los que han dejado crecer al crimen organizado, son los que han permitido hacer lo que hacen impunemente porque no hay procuración de justicia en este país?”, preguntó Vera.

En una nación donde algunos sacerdotes prefieren mantenerse callados ante los cárteles de las drogas y el poder oficial, Vera evidentemente no tiene miedo de hablar. Esto lo convierte en una discordante voz clave en un país donde la Iglesia católica a menudo es cómplice de los poderosos y donde el cinismo de la política es generalizado y corrosivo.

El campo de acción de Vera es una amplia franja del estado de Coahuila, fronterizo con Texas, que se ha convertido en feudo de sicarios.

En Coahuila fue asesinado en octubre el sobrino del Gobernador mientras que el ex gobernador, el padre de la víctima, renunció el año pasado como líder del partido político que acaba de regresar al poder con el presidente Enrique Peña Nieto, que tomó posesión a principios de diciembre.

Hace escuchar su voz

No obstante, el Obispo de Saltillo eleva su voz más allá de su territorio, en especial cuando opina sobre asuntos como la violencia del narcotráfico, la vulnerabilidad de los inmigrantes y los derechos de los homosexuales.

A finales de 2007, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México condenó las amenazas de muerte que ha recibido Vera y un robo en las oficinas de derechos humanos de la diócesis.

Al año siguiente, después de que Coahuila se volvió el primer estado mexicano que autorizó las uniones civiles a las parejas de personas del mismo sexo –acción avalada por el obispo–, Vera fue invitado a pronunciar un discurso ante una conferencia de una organización católica de gays y lesbianas en Estados Unidos. En 2010, Vera fue galardonado con un premio de derechos humanos en Noruega.

Detractores anónimos de Vera han colgado pancartas afuera de la catedral, exigiendo que sea reemplazado por quien describen como un verdadero obispo católico. En 2011, Vera, de 67 años, fue llamado al Vaticano para que explicara un programa de asistencia de la Iglesia dirigido a jóvenes homosexuales.

Natalia Niño, presidenta de la asociación Familias Mundi en Saltillo, dijo a la Agencia Noticiosa Católica que Vera ha expresado demasiado apoyo a la comunidad gay.

Opinó que el compromiso pastoral con las personas homosexuales es necesario y bien recibido, pero no a expensas de la familia ni de un plan pastoral sólido a favor del matrimonio y la familia.

Vera, quien ha tenido escoltas del Gobierno, dijo que a pesar de las críticas y amenazas prefería renunciar a seguir teniendo una seguridad similar, que afirmó es inusitada y mal vista en Saltillo.

El sacerdote dijo que no es la única persona expuesta al peligro y que hay muchas más, como las que trabajan con los inmigrantes o las que actúan a favor de los desaparecidos. Se preguntó ¿cómo podía él quedar protegido y los demás no?

‘No tiene miedo’

La Conferencia del Episcopado Mexicano no respondió a peticiones insistentes para una entrevista sobre Vera. La jerarquía católica en México emitió en 2010 un comunicado en el que felicitó al Obispo por el premio de derechos humanos que le fue entregado. En 2011, la Iglesia condenó las amenazas anónimas en contra de él.

A menudo la oficina de Vera aumenta el peso de las palabras de éste, en especial cuando habla de los derechos humanos, dijo Emiliano Ruiz Parra, periodista mexicano y autor de un nuevo libro que describe a Vera y otras “ovejas negras” de la Iglesia católica en México.

“Yo pensaría que es de los defensores de derechos humanos con menos medias tintas en el país, que dice las cosas como son”, dijo Parra antes de la asunción presidencial de Peña Nieto. “No tiene miedo, por ejemplo, de confrontarse con el presidente, sea el que se va o con el electo”, apuntó.

En un domingo de octubre en Monclova, la homilía de Vera incluyó una crítica larga por la presunta compra de votos mediante la entrega de tarjetas para que los recipientes adquirieran cosas en tiendas y que según los detractores fueron distribuidas por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Según versiones de prensa, el obispo dijo a la multitud que la delincuencia organizada financió las tarjetas y ayudó a la victoria de Peña Nieto. Vera describió como “colaboradores” a todos quienes recibieron la tarjeta a cambio de su voto.

Lo que se ve ahora no es más que el reacomodo de los grupos criminales con los nuevos equipos del gobierno, dijo Vera después cuando se dirigía a Saltillo para oficiar otra misa. Los grupos del hampa siempre tienen sus acuerdos con quienes están en los gobiernos estatales, en el gobierno federal, aseveró.

Saltillo, un centro industrial en el desierto a una hora de camino al oeste de Monterrey, había sido siempre un lugar tranquilo en México que se distinguía por su manufactura automovilística y un museo moderno que detalla exhaustivamente el terreno circundante.

En los últimos años, sin embargo, la zona cayó víctima de la violencia del narcotráfico que acucia otras regiones de México.

En 2011, el estado registró 729 homicidios, en comparación con 449 el año anterior y 107 en 2006, según cifras preliminares que el Gobierno difundió en el tercer trimestre. Cuatro cadáveres fueron encontrados colgando a principios de diciembre de un puente en Saltillo.

Hasta que el sobrino del gobernador Rubén Moreira fue asesinado a principios de octubre, la clase política mostró poca preocupación hacia la violencia, informó Vera.

“El miedo por las condiciones que está pasando México ante la inseguridad, ante tanta violencia, nos lleva estar en el silencio y don Raúl es una voz fuerte que dice lo que el resto no nos atrevemos a decir por miedo”, afirmó María Luz López Morales, quien dirige programas de alfabetización para mujeres en las zonas rurales en las afueras de Monclova.

Un luchador social

López Morales, amiga del obispo y una atea declarada, dijo que siempre le preocupa la seguridad de Raúl Vera.

Vera llegó a Saltillo en el 2000, procedente del estado de Chiapas, en el sur de México. En Chiapas era el obispo conjunto de una diócesis profundamente dividida. En aquel entonces, los rebeldes zapatistas se encontraban en conflicto con las fuerzas del gobierno. Vera llegó a Monclova con la reputación de ser un luchador social.

El obispo opinó que desde su llegada a Monclova procedente de Chiapas, la autoridad decidió refrenarle la imagen, pues sabía que no era una persona que apoyaría al gobierno.

Puso como ejemplo la cobertura crítica que le hizo una red televisiva local, en la que un presentador exhibió un retrato de Vera rodeado por las llamas de la condenación eterna. Vera dijo que cree que el gobierno le pagó al presentador para hacer el trabajo sucio.

En febrero de 2006, Vera celebró una misa en la mina de carbón de Pasta de Conchos, donde murieron 65 mineros. Vera pasó días con las familias de los mineros fallecidos y juntos insistieron ante los dueños de la mina, las autoridades y líderes sindicales sobre las peligrosas condiciones laborales en el lugar.

Cinco meses más tarde, Vera viajó a Castaños, un poblado cerca de Monclova, donde varios soldados fueron arrestados en conexión con ataques sexuales a más de una decena de prostitutas.

Él y su colaboradora de mucho tiempo Jackie Campbell iniciaron su propia investigación, que llevó a la oficina de derechos humanos de la diócesis a impulsar exitosamente procesos en tribunales civiles contra algunos de los militares. Durante ese tiempo varios automóviles misteriosos siguieron a Vera y a Campbell. La línea de teléfono de la casa de Campbell fue cortada y Vera recibió amenazas. Al final, Campbell se mudó a Argentina, donde vivió tres años, para escapar del acoso.

Vera también ha exigido investigaciones de los miles de inmigrantes que han desaparecido al cruzar el estado de Coahuila y ha exigido la creación de una base de datos de ADN para identificar los cuerpos.

En un correo electrónico, el padre Pedro Pantoja, quien dirige los programas de la diócesis en apoyo a los migrantes, dijo que ha contado con el apoyo total de Vera y calificó su compromiso con las causas sociales de “profético”.

La feligresa Julia Castillo, de Saltillo, opinó que Vera no sólo ha ocupado los titulares de la prensa por sus posturas audaces, sino que también inspira a los mexicanos en un momento en que muchos se sienten sitiados.

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