Narco-terror en Jalisco, Michoacán y Sinaloa
Extraoficialmente, la suma de ejecutados en tres días a partir del 23 de diciembre en tres estados, asciende a más de 40.
Autoridades se deslindan, llegan tarde, no investigan, mientras las organizaciones criminales de Los Corona, Nueva Generación, La Resistencia, Los Caballeros Templarios, Los Mazatlecos y Los Beltrán Leyva, ejecutan a civiles, policías y familias rivales.
El gobierno de Enrique Peña Nieto no ha enfrentado la violencia del narcotráfico
Investigaciones ZETA
El 23
de diciembre les gustó a los cárteles que disputan la región Sur de
Jalisco y Norte de Michoacán para sembrar el terror. Un día después en
la Nochebuena, criminales ejecutaron a varios en Sinaloa.
Los dos ataques suman casi 40 asesinatos del crimen organizado en 48
horas. El terror sembrado en la sociedad por el narcotráfico no terminó
ahí. Extraoficialmente, el miércoles 26 por la madrugada, diez personas
más fueron acribilladas en los linderos de Michoacán y Jalisco. Los
cárteles están peleando a muerte sus territorios.
Jesús Murillo Karam, procurador general de la República, informó hace
unos días de una cuenta de entre 60 y 80 cartelitos en el país,
superando la cifra documentada por ZETA, de 32 organizaciones criminales heredadas por el Gobierno Federal de Felipe Calderón Hinojosa.
La disputa entre las ilícitas agrupaciones en la impunidad de la
corrupción y las balas, ha llenado de sangre y terror varios estados de
la República: Coahuila, Guerrero, Nuevo León, Tamaulipas;
particularmente Jalisco, Michoacán y Sinaloa.
En el primer enfrentamiento entre narcotraficantes, registrado el
domingo 23 de diciembre, la disputa fue entre las siguientes
organizaciones criminales.
En Jalisco:
Los Corona. Liderados por José
Ángel Carrasco Coronel “El Changel”, sobrino de Nacho Coronel, que a la
muerte de éste a manos de las fuerzas armadas el 29 de julio de 2010,
tomó el control de la organización criminal, aliada al Cártel de Sinaloa
de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Cártel de Jalisco o Nueva Generación. Dirigido por Nemecio Oceguera “El Mencho”.
Los Caballeros Templarios. Bajo las órdenes de Servando Gómez Martínez “La Tuta”.
En Sinaloa:
Los Mazatlecos. Cártel de Samuel Lizárraga Ontiveros.
Los Beltrán Leyva. Organización que a la muerte y encarcelamiento de sus hermanos, dirige Héctor Beltrán Leyva.
En ambos escenarios, las ejecuciones son parte del narco-terror para
ganar territorio, amedrentar a la sociedad y a las autoridades, pero en
los últimos días han arreciado los ataques ante la impavidez de las
autoridades en dichos estados y del Gobierno de la República, cuyos
representantes Miguel Osorio Chong, de la Secretaría de Gobernación,
donde ahora se insertó la Secretaría de Seguridad Pública; y Jesús
Murillo Karam de la PGR, no han respondido ante los actos de violencia,
ni reaccionado al temor de las sociedades que se han formado en esas
entidades.
Las Fuerzas Armadas de la Marina y el Ejército han acudido a los
lugares de los hechos, pero solo en calidad de vigilancia y posterior a
los ataques del narcotráfico.
De hecho la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) emitió un
comunicado para informar que personal de esa dependencia no participó en
enfrentamiento alguno, que únicamente el 24 de diciembre “… acudió al
tramo de la carretera Naranjos-La Troje, en el municipio de Pihuamo,
Jalisco, donde localizaron los cuerpos de cuatro elementos de la Policía
Municipal del citado lugar, quienes el día anterior habían sido
privados de la libertad por un grupo de individuos armados”.
Asimismo, se informó que el martes 25 de diciembre, “… personal
militar, durante un reconocimiento sobre un camino de segundo orden que
conduce a los poblados El Tigre-Chilarillo, a inmediaciones de La Tauna,
en el Municipio de Tecalitlán, Jalisco, fue agredido por integrantes
de la delincuencia organizada, procediendo a repeler el hecho,
obteniéndose los siguientes resultados: 1 detenido, 4 armas largas, 3
armas cortas, 21 cargadores, 743 cartuchos y 1 vehículo”.
La Marina no ha realizado comunicación alguna para confirmar o negar su participación en enfrentamientos con el narcotráfico.
El 23 de diciembre de 2012, la matanza de las organizaciones
criminales inició en Briseñas, Michoacán, para concluir con una ola de
muertos y sangre en Pihuamo, Jalisco.
En esa jornada violenta se
contabilizaron 28 muertos; 22 de ellos en Jalisco y entre los mismos, 12
policías municipales de las corporaciones Ayotlán y Pihuamo. En
territorio michoacano se ejecutó a seis personas.
Los policías fueron localizados el lunes 24 de diciembre, asesinados
con saña. Un día antes habían sido asignados a proveer seguridad en una
corrida de toros conmemorativa a las fiestas decembrinas en el poblado.
Testigos de los hechos refieren que el comando armado arremetió contra
ellos.
Con pocos recursos, los uniformados intentaron defenderse, pero
sus armas, equipo de protección y habilidades, estaban muy por debajo de
los criminales organizados. Los mafiosos no tuvieron misericordia.
Aparte, el gobierno de Jalisco reportó otros baleados. Incluido un
decapitado. El 25 y el 26 de diciembre los ataques continuaron con
saldos que extraoficialmente fueron ubicados en los 15 muertos.
Los gobiernos de los estados también han permanecido cautos. Los
servicios periciales han tardado en llegar hasta los poblados, lo que ha
servido para que los criminales manipulen la escena del crimen e,
incluso, se lleven los cadáveres. Investigadores locales presumen que
hay equipos en los cárteles dedicados a la limpieza de escenas
violentas, que levantan casquillos, limpian manchas de sangre y se
llevan a los asesinados para evitar la persecución de la justica por un
lado; y por el otro, la identificación del origen del ataque por parte
de cárteles rivales.
En la zona de Jalisco-Michoacán la violencia se recrudeció cuando “El
Chapo” Guzmán dio luz verde a distintas organizaciones criminales para
controlar el territorio.
“Está con todos, pero no apoya a ninguno en lo
particular. De hecho el Cártel de Sinaloa ya se salió de Jalisco por lo
mismo”, informó a ZETA un investigador.
En estas condiciones, alcaldes y otras autoridades municipales han
pedido auxilio a los gobernadores y a la Presidencia de la República sin
obtener respuesta.
El temor es tal, que policías de Ayotlán y Pihuamo
están renunciando a su encargo por temor a ser víctimas de sorpresivos
ataques del crimen organizado, pues los criminales incluso atacaron una
comandancia de Policía, sin matar a elemento alguno.
Sinaloa, la zona del miedo
De solo 240 habitantes y localizado en la parte baja de la sierra, al Sur del Estado de Sinaloa, Platanar de los Ontiveros, Concordia, forma parte de la llamada Zona de Miedo que integran las comunidades de La Cieneguilla, El Tiro, Zaragoza, Aguacaliente del Zapote y El Llano.
Los escasos pobladores que habitan esta comunidad son solo un pequeño
grupo de entre los 30 y 35 mil desplazados que vienen huyendo de la
violencia extrema, ataques y amenazas de muerte de parte de los cárteles
de Sinaloa y Beltrán Leyva, en la parte alta de la Sierra Madre
Oriental, según estimaciones de la Comisión de Defensa de los Derechos
Humanos (CDDHS).
La pelea no es por la venta y distribución de drogas, sino por el
control del territorio para el cultivo y producción de marihuana y
amapola, y de manera más reciente, la fabricación de drogas sintéticas
enviadas a todo el territorio mexicano, Estados Unidos y Canadá.
Las organizaciones criminales aprovechan la geografía repleta de
montañas, peñascos y barrancadas para mantener el dominio de sus
territorios a través de filtros y hasta puestos de revisión integrados
por gatilleros, quienes deciden si permiten o no el acceso de personas y
autoridades al lugar, lo que ciertamente complica el despliegue de
policías y militares, y por ende, el combate al narcotráfico.
Un profesor de educación rural relató a ZETA que para poder
impartir clases en los territorios en disputa, “tenemos que pedir
permiso a los pistoleros, registrarnos en una lista y cubrir un horario
solamente dentro del lugar”.
— ¿Y la autoridad?
“No existe, la autoridad son ellos, cuando alguien desconocido
pretende ingresar, simplemente no puede pasar, porque se lo impiden; y
si insistes, simplemente te matan. Tienen colocados retenes por todos
lados y no te dejan pasar, y en el lugar te encuentras con gente armada
con rifles de asalto AK-47”.
— ¿Qué función tienen ahí?
“Bueno, lo que tengo entendido es que bloquean el camino para que
nadie suba a la sierra, y sirven de retén cuando vienen operativos
policiacos y militares. Ellos son los primeros que confrontan a la
autoridad y avisan a los otros puestos de control que están más arriba
para que se preparen, avisan a sus gentes que está llegando un operativo
y así se corre la voz hasta la parte alta de la sierra. Cuando eso
sucede, se desatan balaceras que duran días, porque obviamente los
pistoleros conocen la zona y saben cómo desplazarse dentro de ella;
inclusive han derribado helicópteros del Ejército, y toda la gente que
habita se tiene que resguardar en sus casas, hasta que no terminen los
enfrentamientos, que comúnmente dejan muchos muertos”.
Aprovechando la pobreza extrema e ignorancia de los pobladores, los
cárteles del narcotráfico reclutan a personas que por generaciones han
vivido del cultivo, quienes reciben como pago entre 150 y 200 pesos
diarios, sobre todo en temporada de lluvias y época de invierno.
Un claro referente de la importancia que reviste este territorio,
puede ser el reciente descubrimiento de 20 sembradíos de amapola en un
tramo de cinco kilómetros, donde un convoy militar pudo acceder después
de tres intentos -con ayuda de un helicóptero artillado- y descender
poco más de dos horas por el sinuoso monte. Ahí, sembradíos de la planta
con flores de color violeta y blanco estaban esparcidos en extensiones
entre 300 y 2 mil 500 metros.
Los territorios
Encabezado por Joaquín “El Chapo” Guzmán, el Cártel de Sinaloa controla el 60 por ciento de la sierra sinaloense. No solamente lo utilizan para sembradíos, también instalan laboratorios clandestinos e inclusive, lo usan como escondite, según un reporte de inteligencia militar.
Regularmente emplean dos rutas:
La primera parte de las montañas hacia poblados grandes de Sinaloa,
Durango y Chihuahua. La segunda parte, de las montañas, a través de un
recorrido terrestre con vehículos de modelo reciente, por brechas y
caminos rurales que llegan a poblados de Sinaloa, Sonora, Chihuahua,
Durango, Coahuila y Nuevo León.
La estrategia, según un parte militar en poder de ZETA, es
evadir principalmente operaciones militares en carreteras y autopistas,
sobre todo en temporada de cosecha, y cuando la 42 Zona Militar recibe
el apoyo de otros batallones militares que llegan provenientes de otros
estados para sobrevolar la sierra e incursionar por tierra.
En la Sierra Madre Occidental, los cárteles del Golfo y de Los Beltrán Leyva también tienen presencia.
De acuerdo a un documento de inteligencia militar, “El Chapo” Guzmán
controla el famoso “Triangulo Dorado” que abarca los estados de Durango,
Chihuahua y Sinaloa.
Por el lado de Durango, la zona productora se concentra en los
municipios de Tamazula, Canales y Topia; por Chihuahua, en Guadalupe y
Calvo, Morelos, Batopilas y Guazapares; por Sinaloa, los municipios de
El Fuerte y Choix, entre otras poblaciones clave como Mesa de San
Miguel, San José de Gracia, Bacayopa y Pichol, y donde pasa la famosa
Ruta de San Vicente, hasta la Reforma de Chihuahua, controlada por uno
de sus lugartenientes, identificado por autoridades federales y
militares como “El Compa Lemo”.
El líder del Cártel de Sinaloa también controla la Sierra de
Baridaguato, de donde es originario. Los hermanos Beltrán Leyva tienen
bajo su dominio una parte de la sierra en los municipios de Cosalá, San
Ignacio y Concordia, particularmente las poblaciones de Sinaloa de
Leyva, Santiago de los Caballeros, Cofradía de la Loma, Navolato Pueblo y
Mocorito.
En el caso del Cártel del Golfo, la mayor parte del territorio de
Navolato es controlada por los Carrillo Fuentes y el Guamuchilito, donde
viven casi todos los integrantes de esa familia de narcotraficantes.
Por eso, las disputas por los territorios son constantes y cada vez
más sangrientas, donde pueblos enteros -eso sí, de pocos pobladores-
pasan a convertirse en fantasma y guaridas de grupos criminales que
utilizan para establecer sus puestos de control, y vigilar que nadie
suba a la parte alta de la sierra sinaloense.
Los ejecutados de Nochebuena
La última pelea de uno de tantos territorios en conflicto, ocurrió el 24 de diciembre en el poblado del municipio de Concordia, colindante con Mazatlán y El Rosario, y la Sierra Madre Oriental, cuando nueve personas fueron asesinadas a sangre fría en plena celebración de Nochebuena, frente a todos sus familiares, entre los que se encontraba el esposo de la comisionaria o delegada de la comunidad, de nombre María Luisa Ontiveros Osuna.
Las víctimas, identificadas como Francisco Gutiérrez Tirado, de 36
años; Marcelino Rueda Medrano, de 36; Félix Bastidas Gutiérrez, de 36; y
Francisco Javier Lizárraga Pérez, de 19 años -este último, estudiante
de la carrera de Criminalista en la Universidad de Sinaloa en Mazatlán,
se encontraba de vacaciones-, consumían cerveza en la plaza y fueron
sorprendidos por los pistoleros que llegaron a pie por un lugar
identificado como La Pila. Repentinamente comenzaron a disparar en su
contra.
Los testigos de esta matanza relataron a ZETA que los asesinos
sacaron de entre su ropa unos machetes y comenzaron a destazar los
cuerpos hasta decapitar a una de las víctimas.
Luego de la masacre, los asesinos caminaron aproximadamente 400
metros y llegaron a una tienda de abarrotes para preguntar por una
familia de apellido Parente Páez, y, tras sacarlos del domicilio, los
fusilaron, colocándolos en una pared.
Según la Dirección de Servicios Periciales de la Procuraduría General
de Justicia del Estado de Sinaloa, en la escena del crimen quedaron
tendidos los cuerpos de Francisco Javier Parente Medina, de 52 años; de
los hermanos Francisco Javier y Jesús Eduardo Parente Páez, de 28 y 21
años; y de Víctor Adolfo Medina Garay, de 27, y de Tomás de Jesús
Rodríguez Aguirre, de 24.
Las nueve personas fueron asesinadas en presencia de sus familiares,
niños, mujeres y ancianos. Las autoridades no pudieron llegar a la
escena del crimen de inmediato, sino hasta las nueve de la mañana del
día siguiente, cuando permitieron que ingresaran a levantar los cuerpos y
hacer los estudios correspondientes.
La impunidad de los asesinos permitió que salieran caminando a pie,
gritando “¡Arriba el M-60!”, un integrante del Cártel de Los Beltrán
Leyva que tiene azorados a los pobladores de la llamada “Zona de Miedo”,
cuya estrategia -según un policía investigador del caso- es “limpiar el
territorio de gente contraria a la organización criminal, y escarmentar
a sus familiares para que se vayan del lugar y dejarles libre el
terreno que controlan”.
La competencia son Los Mazatlecos o Los Marranos, la organización de Samuel Lizárraga Ontiveros “El Tortillero”.
Para el procurador general de Justicia de Sinaloa, Marcos Antonio
Higuera Gómez, el crimen de las nueve personas es un ajuste de cuentas
entre el Cártel de Sinaloa y Los Beltrán Leyva, quienes durante 2012
“se han dado con todo”.
Los crímenes son solo una parte de los 16 que se cometieron en un
solo día en el estado de Sinaloa, es decir, el 24 de diciembre. Los
otros ocurrieron en los siguientes puntos: tres en Culiacán, dos en Los
Mochis, uno en Choix, uno en Escuinapa y nueve en Concordia.
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