lunes, 31 de octubre de 2011

NO ME DEJEN AQUI



  
Claman inocencia de joven detenido por federales en Villa Unión

Martín DURAN
Entraba la madrugada del 11 de octubre en la sindicatura de Villa Unión cuando los federales llegaron apuntando con sus rifles a todos, a su amiga, a la madre de ella, a él mismo.

“Llegaron de repente”, recuerda Issac, su hermano mayor, al contar la historia que a la vez le contaron los testigos. Con las bocas de los fusiles relamiendo el terror de los moradores de la casa, los policías agarraron a Abraham Parra Peña y trataron de arrancárselo a la familia de su amiga.

—¿A dónde lo llevan? —le gritó la señora.

—¿Lo conoce? —increpó un agente.

Claro que lo conocía: era hijo del maestro de la preparatoria local, el muchacho que le gustaba jugar al futbol con sus amigos y que este semestre había regresado a estudiar al Instituto Tecnológico del Mar (Itmar), después de que el año escolar pasado abandonó la carrera. El mismo que cada fin de semana hacía puntual su servicio militar.

Los federales se lo llevaron después de maltratar con improperios a los habitantes de la casa. Los vecinos se encerraron tras sus puertas. Los testigos recuerdan que eran aproximadamente las 01:00 horas del martes. Desde entonces, la familia Parra Peña y la de otros dos detenidos, así como el resto del pueblo, dicen desconocer el porqué del arresto.

“Hasta el momento no sabemos porqué lo están acusando, si él estuvo todo el tiempo aquí en Villa Unión”, refiere el hermano mayor de los Parra Peña.

La balacera

Cuatro horas y media atrás de la detención, un grupo de sicarios se enfrentó a balazos con agentes de la Policía Municipal y de la Policía Federal, Proximidad Social, sobre la carretera Mazatlán-Culiacán, a la altura del poblado El Venadillo.

El saldo oficial del tiroteo, reportado a las 20:50 horas del lunes 10, fue de un municipal y un federal muertos, así como un presunto sicario abatido. Dos agentes más resultaron lesionados.

La versión de la balacera es que un comando “atoró” a los federales en su patrulla en la gasolinera de El Venadillo. En ese momento, municipales a bordo de la patrulla 60 se percataron del hecho, pero fueron recibidos a balazos por los gatilleros.

El grupo armado alcanzó a escapar en un Nissan Sentra color dorado, de modelo reciente, el cual fue abandonado en el fraccionamiento Los Mangos. Ahí despojaron un Contour y emprendieron de nuevo la huida.

En el Sentra, la Policía encontró rifles AK-47, chalecos tácticos y cargadores. También había rastros de sangre, por lo que se infirió que uno de los sicarios resultó herido.

La versión “oficial”

De acuerdo con la averiguación previa 1294/2011/M-V iniciada por la PGR, la Policía Federal detuvo a tres hombres a las 04:00 horas del día siguiente.

Según la información oficial, los policías a esa hora efectuaban revisiones aleatorias a los conductores de vehículos en El Venadillo, cuando alguien les avisó que a unas calles de ahí estaban unos sujetos armados a pie y otros en dos unidades.

Al cercarlos, los jóvenes trataron de huir a pie, pero fueron capturados. Los otros dos son Juan César Ureña Salinas, el Cesarín o el Negro, y Óscar Omar Ibarra Hernández, el Cabezón.

Los federales indicaron que los tres portaban una bolsa de plástico con “cristal”, la cual arrojaron al verlos. También traían una pistola calibre .380, un revólver calibre .357, doce cartuchos para AK-47 y ocho bolsas de marihuana con un peso de 225 miligramos.

Fueron remitidos a la delegación de la PGR estatal y el Ministerio Público federal obtuvo de un juez federal un arraigo por 40 días que sería llevado a cabo en la Ciudad de México. En el comunicado no explican qué participación tuvieron los tres en el enfrentamiento.

La versión de testigos

Una vez que supieron a dónde los llevaron, familiares de los tres jóvenes se manifestaron el sábado 15 de octubre en la PGR de Culiacán. A los tres, protestaron, los detuvieron en Villa Unión y no en El Venadillo.

En entrevista con Ríodoce días más tarde, la familia de Abraham dio su versión sobre la rutina que el estudiante llevó a cabo ese lunes del enfrentamiento.

Cuentan amigos de Parra Peña que a las 18:30 horas, estuvo jugando futbol en el estadio de la sindicatura. Después de la “cascarita”, ya de noche, aproximadamente a las 21:00 horas, estuvo en un cíber chateando con dos amigas.

“Una de ellas imprimió la conversación y puede verse la hora, eran como las 9:15 (21:15) cuando estaba ahí chateando”, indica Issac. “Hay mucha gente que lo vio en la tarde y noche, los jugadores, los del cíber, de ahí se fueron a cenar a casa de un amigo donde comieron frijoles con queso”, cuenta.

Después de cenar, fue a visitar a una amiga. Estaban platicando cuando llegaron los uniformados cortando cartucho.

En la comunidad, la familia Parra es muy conocida gracias a los años de profesor que tiene el padre del detenido. Desde que supieron que se lo llevaron arraigado a la capital del país, los padres fueron a tocar puertas y clamar ayuda a instituciones.

Cuando por fin lograron platicar en el centro de arraigo, Abraham se soltó llorando:

“No me dejen aquí, ustedes saben que soy inocente”, les dijo después de que les permitieron hablar con su hijo.

Por eso la familia de Abraham reta a las autoridades a investigar al joven en Villa Unión, su comportamiento, sus amistades.

“Nosotros sabemos que no hizo nada porque hay decenas de testigos que lo vieron aquí a las horas en que dijeron que ocurrió la balacera”, apunta el hermano mayor.

Sus padres, dice, siguen en México, esperando ser escuchados. Fueron a la Presidencia, a buscar organismos de ayuda, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos. E Issac remata: “Seguimos esperando a que nos digan porqué lo detuvieron”.

Crimen en Caffenio: se enreda el caso

Aunque el gobernador Mario López Valdez ya declaró culpable al detenido por el asesinato de la empleada del Caffenio en abril pasado, la joven Luz Mercedes Quintero Soto, lo cierto es que el caso que se ventila en el Juzgado Primero del Ramo Penal ha sufrido varios reveses al retractarse la principal testigo y no presentarse a declarar otra testigo clave en el proceso.

Mientras tanto, el acusado Ramón Arturo Carrasco Ayala, su expareja, pasó los últimos cuatro meses confinado en una celda de protección, luego de que fue golpeado por otros internos y estar bajo amenaza de muerte, según indicó él mismo a Ríodoce.

De acuerdo con las declaraciones vertidas en el expediente procesal 146/2011, el pasado 22 de agosto acudió a la audiencia la compañera de Luz Mercedes, la joven que estuvo con ella el día Sábado de Gloria que la mataron.

Según los documentos, negó que ella hubiese identificado a Carrasco Ayala y, contrario a lo que se expresa en la declaración ante el Ministerio Público, dijo que el responsable de disparar contra Soto Quintero era de complexión robusta y “muy moreno”.

Al ser confrontada con el acusado, indicó que no podía asegurar que fuera él, pues la persona que llegó al café la mañana del 23 de abril tenía el rostro cubierto.

Asimismo, aseguró que ella nunca le hizo declaraciones a los policías ministeriales ni, una vez detenido, miró a Carrasco Ayala. Al negar su testimonial ante el MP, se le mostró en el juzgado su firma; dijo que no era suya.

Aseguró que lo único que hizo fue ver fotografías que en un principio le mostraron los agentes, pero en ningún momento señaló a alguien en específico.

Ese mismo día, los padres de la víctima también estuvieron en una audiencia. Ambos se limitaron a reiterar lo que habían declarado ante el Ministerio Público: que Carrasco Ayala es culpable del asesinato.

Después de tres notificaciones, la dueña del automóvil Nissan Tiida, que según la Procuraduría fue despojado por el detenido y usado para ir al café a asesinar a la joven, no se presentó a declarar.

Ella, según la defensa, es clave en el proceso pues de acuerdo con lo declarado ante el MP, pudo ver a la persona que a punta de pistola le despojó su automóvil.

Además, en el expediente procesal no están las periciales practicadas al vehículo, pues de acuerdo con lo dado a conocer, la unidad fue encontrada abandonada en Barrancos. Versiones extraoficiales indican que el vehículo fue entregado a su dueña días después de haber sido encontrado.

La única pericial que incrimina a Carrasco Ayala es la del rodizonato de sodio, que cuatro días después del asesinato, el 27 de abril, fecha del arresto, salió positiva. Dicha prueba ha sido impugnada por la defensa por estar fuera de tiempo.

En el último mes, han pasado otros testigos que, contrario a la PGJE, aseguran que esa mañana Ramón Arturo estuvo en casa de una tía por la Paliza, en el Centro, y que fue a desayunar al parque Revolución junto con su concubina y sus dos hijos.

La fase de desahogo de pruebas continúa, mientras la fiscalía no ha podido ofrecer pruebas y testimonios contundentes que lleven a esclarecer el crimen de la joven madre de familia, perpetrado por un asesino solitario.

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