Al
menos 50 presos murieron durante un motín registrado en el Complejo
Penitenciario Anísio Jobim (Compaj), en Manaos, al norte de Brasil.
De
acuerdo a diversos medios los enfrentamientos comenzaron la tarde del domingo,
y la situación no se pudo controlar hasta la mañana de este lunes.
El
País informó que el juez Luís Carlos Valois, juez titular de ejecución penal
del Tribunal de Justicia de Amazonas, quien acudió al lugar de los hechos para
negociar el fin de la rebelión, dijo que vio muchos cuerpos y que
“aparentemente murieron entre 50 y 60 presos”, pero que era difícil precisar la
cifra “puesto que muchos estaban descuartizados”.
Las
autoridades aún no han divulgado la cifra oficial, pero el secretario de
Seguridad Pública del Estado, Sergio Fontes, apuntó que “60 como máximo”.
La
noche del día 1, Fontes dijo que se trataba de una “masacre” provocada por la
lucha entre las organizaciones Primeiro Comando da Capital (PCC), de São Paulo,
y la Família do Norte, de Amazonas. El domingo, seis reclusos fueron
decapitados y sus cuerpos fueron lanzados hacia fuera. Al menos 12 guardias
fueron tomados como rehenes, pero lograron salir ilesos en las negociaciones
con autoridades.
En
las redes sociales circularon varios fotos y videos en los que aparecían cuerpos
amontonados y descuartizados dentro del Compaj.
El
Compaj, donde se produjo la rebelión, es un presidio dominado por la Família do
Norte. Allí, los reclusos del (PCC son minoría y se encuentran encerrados en
dos pabellones y en un área conocida como “el seguro”, donde permanecen
separados del resto de la población carcelaria.
Documentos
obtenidos por EL PAÍS señalan que uno de los líderes del grupo, José Roberto
Fernandes Barbosa, conocido dentro del sistema carcelario como Messi, llegó a
negociar con las autoridades para acabar con el área reservada a los presos del
PCC.
Según
la Policía Federal, en medio de una ola de violencia en la capital en 2015,
Barbosa fue citado en el Compaj para reunirse con el por entonces secretario de
Administración Penitenciaria del Estado, el coronel retirado Louisimar Bonates.
Durante ese encuentro, pidió acabar con el área destinada a los presos
paulistas a cambio de la pacificación de las calles y presidios. El acuerdo no
llegó a concretarse.
La
gran mayoría de los muertos en el motín del Compaj este año eran del Primeiro
Comando da Capital (PCC). Desde octubre del año pasado, la ruptura entre esa
facción y el Comando Vermelho (Comando Rojo), grupo criminal fundado en Río de
Janeiro y aliado a la Família do Norte, aumentó la tensión en las cárceles de
las regiones norte y nordeste del país. La organización de Amazonas, de hecho,
fue la causante de esta ruptura: tres líderes del PCC fueron brutalmente
degollados entre junio y julio de 2015 dentro de presidios de Manaos a las
órdenes de los líderes de la FDN.
En
octubre de año pasado, el PCC hizo un contraataque matando 18 presos del
Comando Vermelho en otras cárceles del Norte (en los Estados de Roraima y
Acre). La masacre de Manaos fue una nueva respuesta a esa guerra de poder.
Esta
es la segunda rebelión más letal de la historia del sistema penitenciario
brasileño. En 1992, en la cárcel llamada Carandiru, en São Paulo, murieron 111
presos.
El
secretario de Seguridad de Amazonas explico que, antes del motín se produjo una
fuga en otra cárcel, el Instituto Penal Antônio Trindade (Ipat), también en
Manaos, lo que habría sido una cortina de humo para la rebelión. Uno de los
presos que huyó del Ipat llegó a publicar en Facebook una foto de su huida con
la leyenda “Fugándome de la cárcel”.
(RIODOCE/ REDACCION/ 2 enero, 2017)
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