La
diferencia entre naciones petroleras ricas y pobres está en el uso que le dan a
los hidrocarburos. Las naciones que los consumen son ricas, desarrolladas. Los
países que los venden, son pobres, subdesarrolladas. Lamentablemente la
política petrolera de los gobernantes de México ha sido equivocada: vender
petróleo crudo y comprar gasolina.
Hay
dos países productores de petróleo que son de los más poderosos: Estados Unidos
y Rusia. Y los siguen otras
naciones que deben su poderío industrial no a que producen, sino a que consumen
enormes cantidades de hidrocarburos: Japón y Alemania.
Heberto
Castillo lo dijo muchas veces en las
plazas públicas, en las universidades, en sus artículos en la Revista Proceso y
en el Periódico El Universal: como el petróleo crea riqueza en donde
industrializado se consume, hay que cuidarlo. Lo peor que se puede hacer con el
oro negro, es venderlo como cualquier mercancía y usarlo solo como combustible.
Es mejor guardarlo para las generaciones futuras. Los recursos naturales, como
el petróleo, son de la nación, no son propiedad privada del gobierno en turno, ni
siquiera del sindicato.
Los
tecnócratas del PRI nunca avizoraron la importancia estratégica que llegaría a
tener los hidrocarburos. A la refinación y a la petroquímica se les privó de
recursos para su expansión y modernización. Desde hace 30 años no se construye
una nueva refinería y por eso estamos importando gasolinas, que podríamos estar
produciendo en nuestro país, generando empleos para los mexicanos.
México
tiene seis refinerías con insuficiente
mantenimiento, las cuales trabajan al 48 por ciento de su capacidad. EUA tiene 163 refinerías y Japón, sin una
gota de petróleo en su subsuelo, tiene 28.
EUA no vende un barril de petróleo crudo. Lo refina y lo vende
obteniendo 10 veces más ganancia que si lo vendiera crudo.
En
México no sólo no crearon más refinerías, sino que no les dieron el
mantenimiento adecuado. En 1990, México producía el 90 por ciento de las
gasolinas que consumía; en el 2016 sólo producía el 38 por ciento. Esta es una de las razones del gasolinazo de
Peña Nieto.
Decía
Heberto Castillo que “un análisis racional de las estadísticas deberán hacer
entender al gobierno que es posible sacar al país de la crisis económica con el
petróleo. Que con su política petrolera
sólo está aplazando el estallido social” (Revista Proceso Número 184, 12 de
mayo de 1980).
La
inconformidad ya estalló en todo el país: marchas, plantones, tomas de casetas
y carreteras en todos los estados. Hay indignación en la sociedad. Es
inadmisible el incremento de un 20 por ciento a las gasolinas y al diésel.
Un
grupo de ciudadanos de Culiacán
estuvimos el día martes 10 de enero en el Congreso del Estado de Sinaloa, pidiendo su intervención con un escrito solicitándoles la aprobación de un
punto de acuerdo:
PUNTO ÚNICO: QUE EL H. CONGRESO DE LA
UNIÓN, CONVOQUE A UN PERIODO EXTRAORDINARIO DE SESIONES PARA DEBATIR Y ACORDAR
LA DEROGACIÓN DEL INCREMENTO A LOS COMBUSTIBLES Y QUE POR CONSECUENCIA DEL
PRECIO DE LOS MISMOS, SEA EL DEL MES DE DICIEMBRE DEL 2016.
La
marcha que se convocó en Culiacán, Sinaloa, para el día sábado 14 de enero, la
que partió a las 16:00 horas de Catedral al Congreso del Estado, tuvo como
propósito llevar miles de firmas que respaldan el punto de acuerdo citado y
entregarlas a los diputados de la actual legislatura.
Estamos
convencidos de que si proceden a hacer suya la demanda de los sinaloenses, las
familias de nuestro estado les reconocerán su proceder y estarán con este hecho
dando cumplimiento pleno con su encomienda constitucional de representar de
manera digna y valiente al pueblo de Sinaloa.
(RIODOCE/
JOSÉ ANTONIO RÍOS ROJO/ 16 ENERO, 2017)
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