CIUDAD DE MÉXICO (apro).-
Para 2018 el PRI podría aplicar la fórmula con la que en 1994 ganó la elección
presidencial a través del voto del miedo. Esa forma ya demostró su eficacia, y
cuando administran ese temor a la violencia o a la inseguridad se comprueba
aquello de que el elector vota más por percepción que por razonamientos.
En 1994, después del
levantamiento armado zapatista y el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el
Partido Revolucionario Institucional desplegó una campaña abrumadora de
difusión del miedo a la violencia si se votaba por una opción que no fuera la
priista.
Nada mejor que usar el miedo
como principal precursor del voto. Gracias a ello, Ernesto Zedillo, quien era
el jefe de campaña de Colosio y lo sustituyó como candidato presidencial, ganó
con amplio margen a Cuauhtémoc Cárdenas y a Diego Fernández de Cevallos.
La campaña del miedo del 94
se centró en el mensaje de que si se elegía a Cárdenas o a Fernández de
Cevallos la economía se iría a pique, el conflicto armado zapatista se extendería
por todo el país y todo eso generaría una situación de confrontación social que
ocasionaría una situación de caos.
Zedillo ganó con el 49.69% de
los votos, seguido del panista Diego Fernández de Cevallos (25.92%) y el
perredista Cuauhtémoc Cárdenas (16.59%).
Esa misma fórmula del miedo
la aplicó el PAN en las elecciones de 2006, cuando Felipe Calderón desplegó una
campaña en contra de Andrés Manuel López Obrador, a quien calificó como “un
peligro para México”, comparándolo con el entonces presidente venezolano Hugo
Chávez.
A esa campaña del miedo se
sumaron empresarios y la Iglesia católica, quienes aprovecharon los foros en
todos los medios de comunicación y hasta en el púlpito para retrasmitir el
mismo mensaje, que al final dio una victoria cuestionada a Calderón, el cual
ganó con apenas .5% al tabasqueño.
Hoy el PRI podría usar una
vez más esa estrategia de generar temor o miedo para la elección de 2018 si
empieza a desplegar una campaña que impacte en la gente montándose en la
incertidumbre que ha generado la llegada de Donald Trump a la presidencia de
Estados Unidos.
Las amenazas de Trump de
regresar a 11 millones de migrantes, levantar otro muro en la frontera y
cancelar el Tratado de Libre Comercio han producido una ola de miedo entre la
población, como no se había visto en ninguno de los resultado de las elecciones
estadunidenses.
Ese miedo a la llegada de
Trump ha ocasionado el incremento del precio del dólar, la caída de algunos
proyectos empresariales, mayor inflación, aumento en los precios de algunos
productos de importación y nerviosismo en el marcado financiero. Es decir,
miedo.
Es ese temor a lo desconocido
el que puede usar el PRI, que ya ha empezado a manejar una campaña de unidad
nacional en torno al gobierno de Enrique Peña Nieto y en contra de López
Obrador, líder nacional de Morena, quien en las últimas encuestas aparece
arriba de otros posibles candidatos o candidatas, como la panista Margarita
Zavala.
Sólo que en esta ocasión
dicha campaña podría fracasar porque muchos de los errores que han impactado en
la macro y microeconomía han sido producidos por el gobierno de Peña Nieto, que
prefirió fijar su atención en sus reformas estructurales, antes que en resolver
las necesidades sociales.
(PROCESO/ ANÁLISIS / JOSÉ GIL OLMOS /7
DICIEMBRE, 2016)
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