Agueda Barojas Ontiveros
No
hay opinión generalmente aceptada de opinión pública. El término
opinión pública es en realidad más antiguo de lo que inicialmente se
piensa. Es un término que ha tenido y tiene una variedad muy grande de
definiciones.
Desde
una perspectiva liberal-democrática, Hans Speier (1950) entiende: “por
opinión pública (...) las opiniones sobre cuestiones de interés para la
nación expresada libre y públicamente por gentes ajenas al gobierno, que
pretenden tener el derecho de que sus opiniones influyan o determinen
las acciones, el personal o la estructura de su gobierno”.
Ante
la falta de legitimidad, de vacío de poder y rumbo, los “estrategas”
del gobierno que encabeza, pero no dirige, Otto Claussen Iberri,
inauguraron un nuevo concepto de “opinión pública”: Las Carruseleras.
No
les basta con tener silenciada voluntariamente, por cierto, a la
opinión publicada, ahora pretenden secuestrar la opinión pública.
Desde
hace un año el gobierno actual produce artefactos desprovistos de
sentido en aras de manipular una realidad que brota como el drenaje.
La
maquinaria es aceitada y manejada en la dependencia de Desarrollo
Social, con la ayuda del aprendiz de reportero, Oscar Velderrain y
equipo, que igual clonan cuentas en redes sociales, que envían boletínes
de prensa con faltas de ortografía garrafales.
La
instrucción todos los días es la misma: estar atentas y atentos a
cualquier comentario, llamada o mensaje contrario a la imagen del
alcalde, pero también aprovechar problemas generados por dependencias
estatales, como el dengue y otros asuntos, como cortina de humo por las
carencias locales.
Si la crítica sale del pueblo, desmentirlo y si sale de la periodista atacarla.
Los demás, están controlados, dicen sin ningún recato en la oficina de Desarrollo Social.
A
sabiendas de que la imagen pública del alcalde no es la mejor, con
recursos públicos, no solo se promociona su acción de gobierno en
medios, ahora como nunca se “produce” opinión pública en medios
electronicos.
De ahí surge el grupo llamado “Las Carruseleras”, un grupo de mujeres que carecen de sentido común y crítico.
Cuyo
único interés es ‘mamar” del presupuesto, por ello encuentras
carruseleras que tienen a sus dos hijas trabajando en la administración
municipal y no conformes con “mamar” doble, sangran al DIF con despensas
y sillas de ruedas para su familia.
Todos los días las escuchamos como si previo a su participación hubieran asistido a un curso de capacitación.
Un día viven en Guaymas Norte, otro día en la San Vicente, un día son panistas y el otro priistas.
Escucharlas ha representado para muchos ciudadanos conscientes de la realidad, una verdadera pesadilla.
Son como el olor a guayaba, las identificas desde que dicen buenos días.
Es
correcto y necesario que un gobierno, institución o político busque
crear una imagen pública dentro de la sociedad, pero hacerlo de manera
tan corriente como lo hace Otto Claussen Iberri, acorrienta el
ejercicio público y lo acorrienta a él.
Más
no se les puede pedir a su director de Comunicación Social, Oscar
Velderraín, un tipo que de ser taxista, luchador, Rey Feo del Carnaval y
aprendiz de reportero, obtuvo el puesto que tiene gracias a su padrino
político.
Pero Otto Claussen se suponía tenía “vagancia” antes de llegar al gobierno.
Una vagancia que heredó del gobierno de su líder moral, Eduardo Bours Castelo.
Haber sido director de Comunicación Social de un gobierno como el de Bours Castelo, no es cualquier cosa.
Extraña pues, que con el apoyo de un grupo de doñas carentes de educación y cultura pretenda levantar su deteriorada imagen.
Dicen que el amor comprado, ni debe ser bueno, ni sabe querer.
Olvida
el alcalde que la imagen pública no consiste solo en una buena
apariencia, sino en una apariencia congruente con lo de ser y parecer.
La imagen pública debe ser construida por asesores, no por pelafustanes.
La
construcción de la imagen pública debe tener como objetivo ocultar
defectos físicos y morales y potenciar sus cualidades y ni los defectos
morales han sido ocultados, ni tampoco se han potencializados sus
cualidades.
Otto
Claussen tiene en los medios más amigos que “enemigos”, pero ni eso le
es favorable ante la mala imagen que perciben los guaymenses en estos
momentos de su gobierno.
Por
lo tanto, señor presidente, le han estado viendo la cara, Las
Carruseleras, no funcionan, absténgase de seguirles pagando con
nuestros impuestos.
Exhibe Ayuntamiento a hijo de funcionario
No
cabe duda que Eduardo Gaxiola Márquez, el Secretario Particular del
alcalde Otto Claussen Iberri, sigue mandando en Seguridad Pública.
Se apareció en Hallowen, pero nadie lo vio físicamente.
El
funcionario que desapareció de la faz de la tierra hace un mes para no
ser detenido por la Policía Estatal Investigadora (PEI) sigue muy
pendiente de lo que ocurre en la dirección que controla desde que
asumieron el poder.
Su mano se vio claramente en el boletin de prensa, que el pasado viernes envió la dirección de Seguridad Pública sobre los desmanes que los juniors hicieron el día de Hallowen.
Esa noche fueron denunciados por vecinas de Lomas de Cortés, varios juniors que estaban arrojando huevos a las casas.
La
denuncia que llegó a la policía municipal y que confirmó a este medio
la comandante Lilián Arce, es que entre la bola también iba el hijo del
presidente Otto Claussen Iberri, cuando llegó la Policía, dijo Lilián,
no estaba.
El alcalde lo negó en Twitter, la herramienta más importante que tiene para gobernar, las vecinas lo afirman.
Al
final detuvieron a unos cuantos, entre ellos, al hijo del Secretario
del Ayuntamiento, Ramón Leyva Montoya, a quien Eduardo Gaxiola y su
equipo, entre ellos, Oscar Velderraín, han querido “tumbar”.
Los
funcionarios exhibieron su perversidad y mezquindad al enviar el
boletin de prensa donde señalan con nombre y apellido, que fue detenido
el hijo del Secretario del Ayuntamiento.
El
menor, dicen, es un desastre, como otros hijos de funcionarios y
empresarios que lanzaron huevos esa noche exhibiendo con ello su
miseria.
Esta
ocasión, la dirección de Comunicación Social del Ayuntamiento de
Guaymas, hizo una excepción y olvidó que la Ley le prohíbe exhibir a los
menores cuando son detenidos, por más desmadrozos que sean.
Siempre
había cumplido con la Ley, pero hoy se trataba del hijo del Secretario
del Ayuntamiento y había que cumplirle al patron, quien desde el más
allá el Día de Brujas, rondó la dirección de Seguridad Pública.
Hay de juniors a juniors
Definitivamente hay de juniors a juniors y los de Guaymas no fueron los únicos detenidos durante la noche de Hallowen.
En
el filtro instalado por Tránsito Municipal la noche del jueves “cayó”,
el hijo de, nada más y nada menos, que de José López Portillo, el ex
presidente de la República.
El
también hijo de la actriz Sasha Montenegro, fue detenido, supuestamente
porque circulaba en un auto con placas de otro Estado de la República.
Las
malas lenguas señalan que fue por conducción punible y que hasta la
mismísima actriz del cine de los setentas, habló a Guaymas para saber
qué pasaba con su hijo.
Lo
primero fue negado por el Jefe de Tránsito, Javier Velderrain Paredes,
quien aseguró que no iba en estado de ebriedad, ni con aliento
alcohólico.
Sobre lo segundo dijo: ‘Sí tengo entendido que habló Sasha Montenegro.
Quién
sabe entonces por qué Alejandro López Portillo, fue detenido y enviado a
Seguridad Pública solo porque traía placas de otro Estado, como si esto
fuera pecado.
Durante la detención, nadie sabía que era el hijo de López Portillo.
Se enteraron cuando habló la actriz.
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