Odilón y Soledad
vivieron la misma experiencia en cuestión de segundos. Fue un momento dantesco,
infernal.
Guardia y cocinera
de la maquiladora Plásticos Industriales de Juárez, ambos estaban a menos de 30
metros de distancia del boquete principal que dejó la explosión en la
fábrica de dulces Blueberry, por donde salió una flama y una onda expansiva que
generó un calor intenso en segundos.
Eran las 13:38 horas
del pasado jueves.
“Primero escuché un
estruendo, y antes de terminar de reaccionar sentí una intensa onda de calor
que me derribó. En 5 ó 6 segundos la caseta estaba muy caliente. Instantes
después me levanté pero volví al piso cuando de la onda espesa de humo salían
trozos de concreto volando”, relata Odilón Acuña debajo de la caseta que le
protegió.
“Yo le grité a los
muchachos en el comedor que se lanzaran al piso porque venía una nube de polvo
muy grande. Enseguida sentí un rasguño en el antebrazo. Era un trozo de cristal
de la ventana que estalló en pedazos. Después vi cómo voló por el comedor una
pieza metálica, como una placa. La onda de calor atravesó el comedor, entró por
una ventana y salió por otra, por eso están rotas”, detalló Soledad López.
Al escuchar y sentir
la explosión, los cinco obreros salieron a auxiliar a los heridos que tardaron
cinco minutos en empezar a salir entre el humo y el polvo.
“Uno tenía las
piernas volteadas sobre la espalda. Todos sangraban, venían hacia nosotros con
la piel desgarrándose”, relata Luis Alonso López, quien fue obstruido por
personal de Seguridad de Blueberry, pues no dejaban que nadie se acercara a
ayudar a los heridos.
La nave industrial
donde laboran Luis Alonso, Soledad y Odilón presenta daños graves, sobre todo
las máquinas de inyección de plástico que se fundieron con el apagón que siguió
a la explosión.
Óscar Rodríguez, uno
de los coordinadores de la planta, da un diagnóstico inicial: algunas inyectoras
y máquinas de moldeo tienen las tarjetas electrónicas quemadas. Su costo oscila
entre 4 mil y 8 mil dólares.
“Tenemos parada la
producción. Hoy no vino el 80 por ciento de los trabajadores mientras hacemos
el recuento de los daños. Si esto sigue así, la empresa a la que surtimos
balatas nos va a sancionar por frenar sus líneas de producción, y hasta nos
pueden quitar el contrato”, indicó.
“No sabemos aún qué
hacer, pero nadie de Blueberry se ha aproximado a preguntarnos por los daños”,
concluye.
En el
estacionamiento hay vehículos con parabrisas y carrocería dañados, trozos de
cortinas metálicas, pedazos de concreto, la reja está doblada y por doquier
está regada la espuma de los ductos que estallaron en Blueberry.
Ajustadores de
aseguradoras realizaron recorridos ayer para identificar las unidades
afectadas.
A la vuelta, sobre
la calle Magneto, en la maquiladora Jhonsson Controls el guardia de seguridad
compara la onda expansiva y la detonación con las explosiones que se
registraron durante la construcción del Periférico Camino Real, cuando
dinamitaron la Sierra de Juárez.
“Todo se meneó: el
piso, las lámparas, las ventanas, las rejas”, describe.
A 200 metros a la
redonda el estruendo rompió cristales en viviendas y provocó pánico, sobre todo
entre madres de familia que corrieron hacia las escuelas a recoger a sus hijos.
La tendera María del
Carmen Granados, el ama de casa Sandra Falcón y la vendedora de “segundas”
Antonia Hernández coinciden en que el techo de sus viviendas retumbó cual si
fuera un temblor.
Ellas viven en tres
calles distintas cerca de la maquiladora: El Cid, Calcital y Presa Tepetitlán.
(El Diario / Antonio
Rebolledo / 2013-10-25 | 23:25)
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