El Presidente Enrique Peña
Nieto dijo ante embajadores y cónsules mexicanos que “el mundo” estaba
esperando la respuesta de México a Donald Trump, y su posición frente al
próximo Presidente de Estados Unidos. La revisión de la prensa extranjera
refleja que no fue así. La visión etnocéntrica de su papel en el mundo no se
corresponde con la realidad.
Las preocupaciones están en
otro lado, y la postura mexicana sobre los dichos de Trump es secundaria en su
orden de prioridades. México no está en el eje de la atención global, aunque sí
está muy presente en lo que será el próximo gabinete de Trump, quien a través
de la construcción de un muro a lo largo del Río Bravo, ha definido la relación
bilateral.
La línea conductora se ha
podido ver esta semana en las audiencias en el Senado para la ratificación de
varios secretarios de Estado. El miércoles, por ejemplo, le preguntaron los
senadores al General John F. Kelly, nominado a Secretario de Seguridad
Territorial en el cuestionario previo a su audiencia: “Si es confirmado,
¿cuáles serían sus más altas prioridades?”. Kelly respondió: “Cerrar la
frontera al movimiento ilegal de personas y cosas. Sin embargo, no podemos
jugar a la defensiva. La seguridad de la frontera comienza mil 500 millas al
sur del Río Grande (Bravo) en las junglas de América Latina y sube al istmo
Centroamericano y a la frontera de México y Guatemala, y de ahí a todo lo largo
de México”.
Kelly, que fue jefe del
Comando Sur de Estados Unidos, que se ocupa de América Central y la parte norte
de la región andina en América del Sur, pero que interactuó con las Fuerzas
Armadas y los servicios de inteligencia mexicanos dentro del Comando Norte
–bajo cuyo paraguas están México y Canadá-, agregó: “En mi opinión, la amenaza
número uno a esta nación es que no tenemos control de nuestras fronteras. Sin
control, cada una de las otras amenazas, drogas, emigrantes ilegales,
contrabando y farmacéuticos, enfermedades, terroristas y otros en la lista,
pueden entrar cuando quieran, y es lo que hacen”.
El testimonio de Kelly fue un
día antes que el Presidente Peña Nieto respondiera a Trump sobre el muro. Le
habría ayudado a su equipo haberse dado cuenta de las afirmaciones del General,
que por lo demás son públicas y se pueden acceder a través de la página del
Comité de Seguridad Territorial del Senado, para poder elaborar una respuesta
concreta y directa a las preocupaciones del equipo de Trump. Por ejemplo, a la
pregunta de los senadores sobre cómo planeaba enfrentar los desafíos que
señaló, el General respondió:
“El principal reto es nuestra
frontera insegura. Las organizaciones trasnacionales criminales obtienen
ganancias masivas de contrabandear gente, bienes, cosas, armas y dinero en
efectivo hacia y desde Estados Unidos. Es una tendencia alarmante ver cómo han
penetrado nuestra sociedad, mientras que las bandas suramericanas han emigrado
hacia el norte y más y más están controlando la importación y distribución de
bienes ilegales directamente en las ciudades, los vecindarios y los pueblos
pequeños de Estados Unidos”.
La falta de información del
Presidente sobre el testimonio de Kelly le impidió empatar objetivos comunes
-que habría sido oxigenante para la tóxica discusión con Trump-, e incurrir en
respuestas a desafíos que no van a suceder, como la deportación masiva de
mexicanos, para lo cual anticipó que buscará que este tipo de acciones se
realicen en forma escalonada y coordinada. Kelly aclaró que no serán
deportaciones del tipo que mencionó Peña Nieto un día después de su testimonio,
sino que se enfocarán a criminales, que definió como aquellos que han cometido
un delito en Estados Unidos o reincidentes al cruzar la frontera sin documentos.
Redadas y deportaciones masivas, como teme Peña Nieto, no está en su plan. Algo
que no termina de entenderse en México después de un año de discusión, es que
la migración indocumentada es vista por Trump no como un tema único de relación
bilateral, sino dentro del contexto de la seguridad nacional.
Kelly y los senadores
ubicaron la migración dentro de estos parámetros, como parte del temor que
tienen que a través de la frontera con México ingresen terroristas con armas
biológicas. “¿Cómo ve las relaciones de Estados Unidos con México con respecto
a la seguridad fronteriza? En particular, describa los pasos que ha tomado
México para asegurar su frontera con Guatemala y cómo ha jugado el Gobierno
mexicano para frenar la migración de Centroamérica”, le preguntaron los
senadores. “México ha tomado medidas para asegurar su frontera sur y hay
ayudado a frenar la migración centroamericana. Desgraciadamente, no han sido
suficientes”, dijo Kelly.
“Estados Unidos, México y los
gobiernos de América Central deben colaborar para asegurar la seguridad,
colaborar transversalmente en diplomacia pública, comunicaciones estratégicas,
alerta operativa, seguridad fronteriza y reforzamiento policial para disminuir
la crisis. Ya estamos trabajando con los mexicanos, que junto con los
guatemaltecos se coordinan con los Comandos del Norte y del Sur. Me abocaré a
acelerar y expandir la cooperación”.
Ante las definiciones de
Kelly, el Presidente volvió a perder una oportunidad para probar que hay más
puntos de coincidencia con el equipo de Trump que discrepancias. Peña Nieto no
está viendo todo el espectro de lo que viene con Trump y reaccionando a sus
estertores sin analizar las cosas. Su equipo no le ayuda, como el no haber
registrado las audiencias para reformular su discurso. Peña Nieto no puede
mostrar la debilidad que exuda ante Trump, pero menos aún verse ignorante de lo
que está sucediendo en Washington.
(NOROESTE/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 13/01/2017 | 04:05 AM)
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