En permanente exploración de
nuevas formas para acercarse al lector, la columna Estrictamente Personal ha
buscado durante más de tres lustros decodificar la toma de decisiones en la
política mexicana y exponer las tensiones del sistema en el que operan. Los
parámetros técnicos del género no han sido barrera nunca para que en el formato
de columna se mezclen otros géneros como el del reportaje y la crónica, con un
énfasis permanente en la investigación y en la explicación de los fenómenos que
afectan a la sociedad.
1ER. TIEMPO: La casa, lo
primero que se barre. Eso de improvisar puede ser un riesgo para un gobernante.
Si no tiene claridad sobre un tema y una posición de ventaja, puede ser
contraproducente. Eso le pasó al presidente Enrique Peña Nieto cuando, en un evento
en el Instituto Nacional de Acceso a la Información y Transparencia, se apartó
del discurso que llevaba escrito y decidió hablar espontáneamente. La síntesis
del discurso recordó la línea que utilizó el entonces candidato José López
Portillo en la campaña presidencial de 1976: “La solución somos todos”. En este
caso, en palabras de Peña Nieto, fue la corrupción somos todos, con lo que
reiteró algo dicho desde enero, que el fenómeno es esencialmente cultural. El
discurso del Presidente tuvo sus altibajos por una sencilla razón, carece de
autoridad moral. Sólo quien nada debe ni teme puede lanzar la primera piedra,
señaló en su discurso, pero quien debe y teme, mejor que cuide la lengua.
Sobretodo, cuando en sus palabras se olvidó que lo que alimenta la corrupción
es la impunidad y que impedirla sí está en sus manos. Un día después del
discurso, desde el interior de Los Pinos —leyó bien, desde el interior de Los
Pinos— mostraron su molestia con lo que pasa ahí. En la columna anónima de El
Universal, “Bajo Reserva“, que muchas veces ha recogido en esta administración
lo que le regalan en Los Pinos y Bucareli, publicó que había mucha molestia en
la casa presidencial por la forma como Adriana Rivera, cuñada del Presidente,
usaba su influencia para que la organización de todos los eventos que realiza
el gobierno las hicieran cinco empresas con las que tiene relación. La fuerza
de Adriana Rivera en Los Pinos es conocida; hasta vive en una de las cabañas de
Los Pinos, que fueron construidas por López Portillo para su madre, pero que
nadie, hasta Peña Nieto, había utilizado para la extensión de la familia
presidencial. Al día siguiente, en “Bajo Reserva“, se publicó un desmentido de
su anterior ítem. Sin embargo, la columna anónima no estaba mal. Cada vez es
más amplia la molestia en el círculo íntimo del Presidente sobre la forma cómo
los hermanos de la primera dama, Angélica Rivera, transforman esa influencia en
beneficios particulares. Lo que trascendió en El Universal no vino de los
enemigos declarados del Presidente, sino de los que cerca de él no encontraron
mejor forma de llamarle la atención.
2DO. TIEMPO: Otra vez la paja
en el ojo ajeno. Las palabras del presidente Enrique Peña Nieto sobre la
corrupción como responsabilidad de todos, dejó a más de uno perplejos. El
Presidente aún no le puede dar la vuelta a la revelación de la casa blanca,
propiedad de su esposa adquirida a través de la inmobiliaria creada para ese
único propósito de su amigo Juan Armando Hinojosa Cantú. La primera noticia
sobre esa relación se dio cuando Juan Armando Hinojosa García, hijo del
empresario nacido en Sinaloa, pero con más de 30 años de trabajo en el estado
de México, murió el 28 de julio de 2012 en un accidente de helicóptero cuando
viajaba a la capital federal, después de una fiesta en la hermosa hacienda
Cantalagua, en Michoacán, propiedad de los empresarios. Ese desarrollo fue
hecho por Mayolo R. del Mazo Alcántara, primo del tío del Presidente, Alfredo
del Mazo González, quien desde los tiempos mexiquenses ha buscado colarse al
círculo íntimo de Peña Nieto —sin éxito, por cierto—. Esa propiedad está ahora
bajo la mirada investigadora, porque existe la sospecha de que es una de las
propiedades que tiene el Presidente escondidas. No hay documento público que
demuestre esa creencia, como tampoco la forma como después de haber estado en
la congeladora de la obra pública tras el escándalo de la casa blanca, las
empresas de Hinojosa, cuyas nóminas tuvieron que recortarse a la mitad, están
recuperando su viejo esplendor. No a nivel federal, donde sigue vetado, sino en
el estado de México, donde el último recuento en la industria de la
construcción es que le han otorgado cerca de 190 contratos de obra pública a
empresas que aunque tienen otros nombres, son de su propiedad. La relación entre
Peña Nieto e Hinojosa es tóxica, pero como muchas veces se ha dicho aquí, Peña
Nieto es más amigo de sus amigos que sus amigos de él, y las recomendaciones a
Hinojosa de vender sus empresas de construcción, se convirtieron en un estímulo
para que le siguieran dando obra pública. Percepción, legitimidad y corrupción
son tres temas muy distintos, pero cuando no se han terminado de aclarar, como
es el caso del Presidente y la casa blanca, o el regreso de Hinojosa a la obra
pública, hablar de estos temas en forma tan determinante resultan un bumerán
sobre cuyos efectos tendrá que rendir cuentas ahora, o después de terminar su
mandato.
3ER. TIEMPO: La corrupción no
tiene rasero. La afirmación presidencial de que la corrupción no es patrimonio
del gobierno sino abarca a la sociedad entera es correcto, pero tiene un matiz.
La corrupción de un funcionario público, nombrado por una persona, como en el
caso de Enrique Peña Nieto, que tiene el mandato de tomar decisiones colectivas
en nombre de cada mexicano, hace que el delito obligue a una rendición de
cuentas y un castigo ejemplar. El gobierno peñista, en este sentido, no ha
hecho nada para presumir. Sanciones menores recibió el director de Conagua,
David Korenfeld, su amigo y aún visitante asiduo a eventos en Los Pinos, por
utilizar el helicóptero de la empresa estatal para fines particulares, y sólo
renunció porque la opinión pública lo devoraba. El subsecretario de
Comunicaciones y Transportes, Raúl Murrieta, fue retirado discretamente de su
cargo, pese a las acusaciones de malos manejos en las licitaciones de
carreteras. Murrieta también respaldó a Benito Neme, director de Caminos y
Puentes, doble compadre de Peña Nieto, para entregarle al grupo de Atlacomulco
de Roberto Alcántara, los peajes de las carreteras pese a carecer de
experiencia. Neme, a su vez, está acumulando señalamientos de manejos opacos en
su dependencia. Luis Enrique Miranda, otro compadre del Presidente,
recientemente nombrado secretario de Desarrollo Social, fue de los mexiquenses
que llegaron al gobierno federal y en tres años se construyó una mansión en las
Lomas de Chapultepec con un valor comercial estimado en 55 millones de pesos.
Algunas imputaciones han sido hechas públicas, las consecuencias han sido
nulas, en tanto que ni siquiera han acusado recibo o planteado una
investigación interna. Los más señalados por la industria, como Murrieta o
Emilio Lozoya, ex director de Pemex, se fueron a su casa y tienen aspiraciones
para regresar de alguna forma al servicio público. La lista de personas en el
entorno peñista que en lo que va del sexenio han elevado significativamente su
nivel de vida sigue creciendo. Ya el Presidente reflexionará algún día si la
bonanza exponencial fue tan espontánea como su discurso, o si hay algo débil en
su forma de ver la corrupción y después de todo, no es sólo tan cultural como
lo cree.
@rivapa
(EJECENTRAL.MX/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
RAYMUNDO RIVA PALACIO/2016-10-05 a las 9.48.37 p.m.)
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