De diciembre de 2012, cuando entregó la
Secretaría de Hacienda a Luis Videgaray, al jueves 8, cuando éste se la
devolvió, el itinerario administrativo y político de José Antonio Meade ha sido
fructífero. En el ínterin, estuvo en la cancillería y en la Secretaría de
Desarrollo Social, donde supo congraciarse con los sectores más necesitados,
pero sobre todo cultivó amistad con la clase política, los empresarios y
representantes del clero. Hoy que está otra vez en Hacienda, vuelven a
mencionarse sus aspiraciones presidenciales para 2018. Sin embargo, el camino
está muy accidentado.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
El pasado 30 de agosto, José Antonio Meade Kuribreña pronunció dos discursos en
los que elogió las aportaciones de los presidentes priistas a la política
social, de Lázaro Cárdenas del Río a Enrique Peña Nieto.
Su primera intervención fue
precisamente en el Estado de México, frente al grupo de senadores del PRI, en
un encuentro previo al arranque de la nueva Legislatura; la segunda, ante la
bancada de diputados priistas. Fueron casi idénticos. Eran sus últimos días
como titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol).
Nueve días después, el jueves
8, el presidente Enrique Peña Nieto nombró a Meade titular de Hacienda y
Crédito Público, en sustitución de Luis Videgaray. Ninguno de los partidos
mostró reticencia por ese cambio; el PAN incluso externó su disposición para
trabajar con él en el paquete económico 2017.
Los comentaristas, por su
parte, comenzaron a mencionar a Meade como posible candidato del PRI a la
Presidencia para 2018. Y aun cuando él siempre elude hablar sobre sus
aspiraciones políticas, los discursos que pronunció ante los legisladores
priista cobraron relevancia.
Bajo ese perfil
voluntariamente discreto, Meade dedicó su corta estancia en la Sedesol –donde
estuvo sólo 378 días– a realizar una intensa campaña política para posicionarse
en la administración peñanietista.
Durante ese periodo Meade no
movió una coma a las estrategias de combate a la pobreza implementadas por su
predecesora Rosario Robles Berlanga. Eso sí, viajó, y mucho. Encabezó 246 actos
públicos, 145 de ellos fuera de la Ciudad de México, de acuerdo con una
revisión exhaustiva de su agenda y los discursos que pronunció.
Como titular de la Sedesol
aprovechó las “giras de trabajo” y otras reuniones para tejer alianzas con
actores clave de la vida política del país, las cuales quedaron plasmadas en 85
acuerdos o convenios; uno cada cuatro días.
Reforzó también sus vínculos
con gobernadores –a la mayoría los trata con familiaridad–, alcaldes,
empresarios, banqueros, líderes de organizaciones campesinas y ganaderas,
militares, académicos y representantes religiosos. Y, por supuesto, se lució
repartiendo despensas a los beneficiarios de programas sociales y anunció
mayores recursos para entidades federativas y municipios.
Y aunque no milita de manera
formal en ningún partido, ha sido funcionario en dos administraciones federales
del PAN y otras dos del PRI. En los últimos cinco años, Meade, hijo del priista
Dionisio Meade y sobrino nieto de Daniel Kuri Breña, uno de los fundadores del
PAN en 1939, ocupó sucesivamente las secretarías de Energía (Sener) y de
Hacienda en el sexenio de Felipe Calderón; así como las de Relaciones
Exteriores (SRE), de Desarrollo Social, y de Hacienda bajo la administración de
Peña Nieto.
El miércoles 7, El Universal
publicó una entrevista con Meade, en la que se centró en la controvertida
visita del estadunidense Donald Trump a México, que desembocó en la renuncia de
Videgaray, presunto autor intelectual de la invitación al candidato
republicano.
En esa entrevista, Meade
comentó que la visita de Trump “sirvió al país y a los mexicanos”. Los costos,
dijo, eran menores. Al día siguiente fue nombrado titular de la Secretaría de
Hacienda y Crédito Público.
LAS GIRAS
De acuerdo con el recuento
que Proceso hizo con base en la información pública disponible, como titular de
la Sedesol, Meade viajó 17 veces al Estado de México, 12 a Guerrero, nueve a
Oaxaca, siete a Puebla y Michoacán, seis a Hidalgo, Jalisco, Chihuahua y Baja
California Sur, cinco a San Luís Potosí y Nayarit, y cuatro a Querétaro, Nuevo
León y Chiapas.
A principios de este año,
Meade firmó con los gobernadores de las 32 entidades federativas un “Convenio
por un México sin pobreza”. Sin embargo, en sus “giras de trabajo” el
funcionario lucía más como candidato en campaña de seducción que como titular
de la Sedesol.
En sus alocuciones frente a
los beneficiarios de programas sociales acarreados –después de sesiones de
entrega de bienes, ya fueran televisiones, cuartillas sociales o alimentos–
solía hablar de su amistad con algunos gobernadores.
En Tlaxcala, por ejemplo,
donde gobierna el priista Mariano González Zarur, declaró: “De las primeras
cosas que hacía yo después de asumir un nuevo puesto era ir a ver a Mariano. En
la casa somos amigos de Mariano. Yo, desde hace 15 años; mi papá, desde hace
más”.
Durante 2015, Meade extendió
elogios similares a los mandatarios Eruviel Ávila Villegas, del Estado de
México; Carlos Lozano, de Aguascalientes; Manuel Velasco Coello –El Güero, lo
llama Meade–, de Chiapas; Javier Duarte Ochoa, de Veracruz; Arturo Núñez, de
Tabasco; Egidio Torres Cantú, de Tamaulipas; Silvano Aureoles Conejo, de
Michoacán; y Héctor Astudillo Flores, de Guerrero, a cuya tome de posesión
asistió.
Ante los beneficiarios de los
programas sociales, Meade se mostró como un funcionario comprometido con el
pueblo, aunque en muchas ocasiones su actitud derivó en demagogia y
paternalismo.
“Cada vez que llega un
funcionario a trabajar en el sector rural y que no conoce bien el campo, cómo
lo criticamos. ¿Qué es lo que decimos? ¿Que el único campo que conoce es cuál?
El campo de golf, ¿verdad? Yo ni siquiera juego golf”, declaró Meade en Jalisco
el pasado 24 de junio.
“¿Para quién trabaja el
gobernador? ¿Para quién trabaja el presidente Peña Nieto?”, preguntó el pasado
29 de junio en Michoacán. Y añadió: “Ningún otro color nos importa, ningún otro
nos divide. Quienes aquí estamos venimos a recordarles que el presidente Peña
Nieto los tiene en el corazón y que está trabajando por ustedes”.
El Estado de México fue la
entidad que más recorrió Meade acompañado por Ávila Villegas. El pasado 22 de
enero se reunió con Ana María Chimal Velasco, la presidenta municipal de
Atlacomulco, de donde proviene el grupo priista en el poder, Peña Nieto incluido.
El entonces titular de la
Sedesol tampoco descuidó al estado de Hidalgo, del que es originario el
secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Entre el 18 de enero y el
7 de febrero de este 2016 viajó tres veces a la entidad.
ALIANZAS EMPRESARIALES
El 8 de septiembre de 2015,
apenas 10 días después de asumir el cargo en la Sedesol, Meade asistió a la
comida anual de los 300 líderes más influyentes de México, organizada por la
revista del mismo nombre.
Este año multiplicó los
encuentros con las élites empresariales del país, las cuales reprobaron en
muchas ocasiones la gestión de Videgaray en Hacienda.
Meade viajó a Chihuahua en
enero pasado, donde firmó un convenio con el magnate de las telecomunicaciones
Carlos Slim Helú. Posteriormente acordó convenios con Banamex, Nestlé, Grupo
Bimbo, PepsiCo, Femsa y Soriana, el Consejo Ejecutivo de Empresas Globales, la
International y la American Chamber of Commerce y Grupo Bafar, entre otros.
Asimismo, participó en
reuniones de la Confederación Patronal de la República Mexicana, la Cámara
Nacional de la Industria de la Transformación, la Confederación de Cámaras
Industriales, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y
Turismo y el Consejo Coordinador Empresarial.
También asistió a la Cumbre
Financiera Mexicana, al Congreso Nacional del Colegio de Ingenieros Civiles de
México, a la asamblea general de socios del grupo de consultoría Deloitte
México y al de la Confederación Nacional Campesina. Sostuvo encuentros con la
Asociación Mexicana de la Industria del Petróleo, la Academia del Derecho
Fiscal y el Foro Forbes Mujeres Poderosas.
El 17 de enero, durante la
celebración del 50 aniversario de la ordenación episcopal de Antonio Chedraoui,
arzobispo de la Iglesia Ortodoxa de México y pieza importante en la élite
político-empresarial mexiquense, Meade se encontraba en primera fila, sentado
al lado de Carlos Hank Rhon. Ofreció un discurso, no como ciudadano, sino como
titular de la Sedesol. Lo acompañó su equipo de Comunicación Social.
En la entidad mexiquense,
Meade firmó convenios de colaboración con las empresas Chedraui y Walmart, pero
también con la Fundación Teletón, dirigida por Fernando Landeros Verdugo, y la
Universidad Anáhuac, operada por los Legionarios de Cristo. En la Ciudad de
México rubricó otro con la Universidad Panamericana, la institución del Opus
Dei de la que egresó Peña Nieto.
En dos ocasiones viajó a
Acapulco, en donde asistió a ceremonias sobre el Buque Escuela Cuauhtémoc, junto
con Salvador Cienfuegos Zepeda, titular de la Secretaría de Defensa Nacional, y
Vidal Soberón Sanz, a cargo de la Secretaría de la Marina, con la que la
Sedesol firmó un convenio en marzo pasado.
También se presentó a las
reuniones plenarias de los senadores y diputados del PRI y del Partido Verde
Ecologista de México (PVEM), y participó en dos ocasiones en las conferencias
de congresos locales, a las que asisten los legisladores estatales de toda la
República.
Incluso, con el pretexto de
promover el programa “Futbol por la inclusión” –patrocinado por la trasnacional
Coca Cola–, Meade visitó a la Selección Nacional de futbol el pasado 24 de
mayo. A menos de dos meses de arrancar el Mundial, el funcionario posó para la
fotografía junto a los jugadores.
OPERADORES
El 20 de agosto de 2015,
cuando todavía estaba al frente de la SRE, Meade estuvo en la investidura de
Manlio Fabio Beltrones y Carolina Del Mazo como presidente y secretaria general
del PRI, respectivamente.
La aparente cercanía del
funcionario con Beltrones y su intromisión en los asuntos internos del partido
provocaron molestia y asombro en varios sectores del tricolor. Las sospechas se
confirmaron ocho días después, cuando Peña Nieto anunció el nombramiento de
Meade como titular de la Sedesol.
Meade distribuyó los puestos
clave de la dependencia entre personas muy cercanas que trabajaron para él en
Hacienda y lo siguieron en la cancillería.
Así, ofreció la subsecretaría
de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional a Vanessa Rubio Márquez; a
Ignacio Vázquez Chavolla lo nombró oficial mayor; su amigo Juan Manuel Valle
Pereña heredó la paraestatal Diconsa; Julio César Guerrero Martín quedó al
frente de la Oficina del Secretario, mientras Mario Zamora Gastélum fue
colocado en la Unidad de Coordinación de Delegaciones de la Sedesol.
Zamora Gastélum, quien
trabajó para Meade en Financiera Rural en 2003, aprovechó su puesto clave en la
Sedesol para realizar operaciones políticas. En Sinaloa, por ejemplo, reveló
malas prácticas del PRI al secretario estatal panista Roberto Cruz para dañar
al tricolor, según pláticas telefónicas filtradas a El Universal en junio
pasado. La Sedesol confirmó la veracidad de las grabaciones, pero negó que se
tratara de una operación política.
El pasado 3 de mayo, Meade
movió sus aspiraciones políticas a un nivel superior: reclutó como “asesor
especial” a José Ramón Martel López, priista potosino de la vieja guardia,
quien asesoró a José López Portillo entre 1976 y 1978, cuando estuvo en Los Pinos.
Martel pasó las siguientes
tres décadas moviéndose en las más altas esferas del PRI. Ocupó, entre otros
cargos, la secretaría adjunta de Roberto Madrazo cuando éste fungía como
presidente del Consejo Ejecutivo Nacional del PRI; como diputado federal –de
2009 a 2012– asumió la vicecoordinación del partido en San Lázaro, e incluso
encabezó durante un mes el Sistema Nacional de Seguridad Pública, a principios
de 2013.
AL FRENTE
Durante sus primeros dos años
en la cancillería, Meade asumió la tarea, relativamente fácil, de alimentar el
llamado Mexican Moment. Peña Nieto lucía entonces en el ámbito internacional
como un presidente reformista y modernizador.
Sus reformas estructurales,
según los medios, abrían la puerta a la inversión extranjera. Meade promovió
esa imagen en los foros internacionales y en los encuentros bilaterales.
Sin embargo, a partir de 2014
el funcionario pretendió apagar los señalamientos internacionales sobre la
evidente crisis de derechos humanos que sacude el país, marcada por la desaparición
forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El 17 de diciembre de ese año,
Meade trató de presentar un panorama positivo de la situación en México;
incluso negó que la tragedia de Iguala afectara la imagen del país ante el
mundo.
Pero en febrero de 2015 la
cancillería de Meade envió una nota diplomática al Vaticano en la que expresó
su “preocupación e inconformidad” ante las advertencias del Papa Francisco de
la posible “mexicanización” de Argentina.
Apenas un mes después la
dependencia entró en conflicto abierto con Juan Méndez, el relator especial
sobre tortura de la ONU, quien aseveró en un informe que la práctica de la
tortura era “sistemática” en el país.
La cancillería descalificó el
informe y a su autor, con el pleno respaldo de Meade. A partir de ese
entonces, el gobierno mexicano rechazó todos los informes que documentaron la
crisis de derechos humanos en el país.
En la Sedesol, Meade respaldó
las declaraciones de Peña Nieto cuando atribuyó al “mal humor social” la
situación del país. En Campeche, el pasado 14 de abril, dijo: “Vale la pena que
dejemos el mal humor, vale la pena que dejemos la crítica sin fundamento y vale
la pena que nos demos cuenta que tenemos un gran país”. Afirmó también:
“Tenemos mucha suerte, hoy, de que el presidente Peña Nieto sea el presidente
de México”.
A finales de junio, Meade
nutrió durante varios días la versión del gobierno federal según la cual los
bloqueos carreteros que mantenía la Coordinadora Nacional de los Trabajadores
de la Educación en Oaxaca impedían el abastecimiento de las tiendas Diconsa y
Liconsa en ciertas regiones.
Mediante una escena teatral,
Meade instaló un puente aéreo y protagonizó la salida del primer avión militar
con su cargamento de maíz.
Un mes más tarde estalló la
polémica generada por el cambio de metodología que operó el Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (Inegi) en el levantamiento de la encuesta de Módulo
de Condiciones Socioeconómicas, con el que “creció” 33% el ingreso del decil
más pobre de México.
Se sospechó que el gobierno
maquilló las cifras para reducir de manera artificial la pobreza, pero Meade
defendió al Inegi.
Hoy, Meade está en Hacienda,
dependencia que recibió en una coyuntura singular, donde la amenaza de crisis
es creciente por los desmanes cometidos por Videgaray y sus operadores.
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ MATHIEU
TOURLIERE/13 SEPTIEMBRE, 2016)
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