La cruzada católica del FNF contra el
matrimonio igualitario es vergonzosa y vulnera los más elementales derechos
humanos. Su nacionalcatolicismo, es decir, su ideología fascista, contraviene
importantes estamentos legales nacionales e internacionales. Foto: Especial
“Estoy convencido de que
actúo como agente de nuestro Creador. Al combatir a los judíos estoy haciendo
la voluntad del Señor”, dijo Adolf Hitler para justificar el exterminio de 6
millones de judíos.
Hitler, un católico
cristiano, escribió en su libro “Mein Kampf” la esencia del régimen nazi: “Al
defenderme del judío, lucho por la obra del Señor”. Y es que Hitler nació
católico, así como los mayores dictadores de derecha: Francisco Franco en
España, Antonio de Oliveira Salazar en Portugal, Benito Mussolini en Italia,
Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, Jorge Rafael Videla en
Argentina o Augusto Pinochet en Chile…
Todos ellos invocaron el
nombre de Dios para cometer todo tipo de atrocidades. Y el Vaticano los vio con
buenos ojos en su momento. La relación de la jerarquía católica con estos
hombres forma parte de la historia de la religión. Allí están las fotos de los
Papas recibiendo a estos criminales fascistas, dándoles la comunión, bendiciéndoles,
santificándoles. Este tipo de catolicismo es la expresión máxima del
nacionalcatolicismo.
Sorprende que ese
nacionalcatolicismo siga vigente en México. Y que las cruzadas que durante 200
años se libraron en Europa para restablecer el control cristiano para combatir
musulmanes, eslabos, judíos, cristianos ortodoxos griegos y rusos, mongoles,
cátaros, husitas, valdense, prusianos… continúen ahora contra los gays.
Porque eso es lo que está
enarbolando el Frente Nacional por la Familia (FNF), una organización
ultraconservadora impulsada por el Partido Acción Nacional y su brazo armado el
Yunque y sostenida económicamente por un grupo de empresarios aliados de la
jerarquía.
La cruzada católica del FNF
contra el matrimonio igualitario es vergonzosa y vulnera los más elementales
derechos humanos. Su nacionalcatolicismo, es decir, su ideología fascista,
contraviene importantes estamentos legales nacionales e internacionales.
Las manifestaciones del
sábado contra la iniciativa de legalizar el matrimonio entre personas del mismo
sexo en México, fueron protestas bajo el grito “Deus lo vult” (Dios lo quiere),
el mismo que se utilizó para llevar a la horca, a la hoguera y el exterminio a
millones de personas. Desde los años 30 del siglo XIX no había este tipo de
marchas multitudinarias realizadas en 16 ciudades de ocho estados, donde existe
mayoría panista.
Afortunadamente no en todas
partes tuvieron eco. Hubo ciudades donde solo congregaron 300 personas como en
Nezahualcóyotl o mil 500 como en Toluca. Pero allí están las tristes imágenes
de Puebla, Querétaro, Guadalajara y Monterrey, lugares tradicionalmente
conservadores y con un alto índice de doble moral e hipocresía.
Ya me gustaría saber cuántos
de esas personas que asistieron para defender el concepto tradicional de
familia tienen una verdadera familia, no solo de puertas afuera. O cuántos de
esos padres y madres que gritaban consignas contra los homosexuales no llevan
una doble vida, son infieles, tienen una preferencia sexual diferente oculta en
el clóset o sencillamente no aman a su pareja.
Sigue sin estar claro qué
están defendiendo. ¿La familia tradicional? Tal vez, es la familia impulsada
por los Legionarios de Cristo, orden fundada por el sacerdote pederasta Marcial
Maciel o por el Opus Dei, la obra del misógino y clasista Escrivá de Balaguer.
O tal vez, la familia defendida por los grandes protectores de sacerdotes
pederastas, los cardenales Norberto Rivera y Juan Sandoval Iñiguez, ambos
director de clínicas para “curar” la pederastia clerical y responsables de
sostener y esconder allí a auténticos depredadores sexuales como Nicolás
Aguilar o Carlos López Valdez.
¿Todos los que asistieron a
estas marchas son católicos nazis? Lo dudo. Seguramente la mayoría de los
católicos congregados desconoce que gran parte de los argumentos utilizados por
el FNF son mentira y el resto están manipulados a su conveniencia, aprovechando
la falta de información de mucha gente en términos de sexualidad, un tema que
sigue siendo tabú para una buena parte de los católicos mexicanos.
Las imágenes de marchas de
gente que exigen eliminar los derechos de otras personas, son verdaderamente
tristes. Claro que tienen derecho a manifestarse libremente. Ese no es el
punto. La cuestión es, por qué manifestarse para lastimar y perjudicar a otros
seres humanos. ¿En qué les afecta el legítimo matrimonio entre parejas del
mismo sexo?
Uno de los argumentos
repetidos hasta la saciedad por los líderes de este frente, es que lo hacen por
los niños. Mentira. Esa es una falacia. Y lo demuestro con pruebas. ¿Cuántas
manifestaciones multitudinarias ha organizado esta gente para protestar contra
los miles de curas pederastas que existen en México y que han dañado a miles de
niños y niñas, sacerdotes protegidos por la jerarquía? Ninguna.
En Guadalajara, donde la
Guerra Cristera aún les proporciona a algunos católicos tanto orgullo, es
lamentable que todas estas personas que marcharon contra los gays, se mantengan
en silencio y no condenen la existencia de la mayor clínica para curas
pederastas dirigida por el cardenal Sandoval Iñiguez en Tlaquepaque, Jalisco,
un lugar investigado por la Interpol, donde supuestamente obtienen refugio
depredadores sexuales con sotana de más de 16 países.
¿Por qué el Frente Nacional
por la Familia no organiza manifestaciones contra los curas pederastas? Porque
no son congruentes. Esta organización esta formada por verdaderos fanáticos
fundamentalistas nacional católicos. Gente que no razona, que se dedica a
intoxicar, manipular, mentir sobre la sexualidad humana.
Al mayor especialista del
ano, el cardenal Norberto Rivera, ahora habrá que añadir a los líderes del
frente, Juan Dabdoub Giacoman, presidente de Con Familia; Luz María Ortiz Quintos,
de la Unión Neoleonesa de Padres de Familia; Marcial Padilla y Enrique Guzmán,
junto a Carolina López o Carolina Garza, defensora de Marcial Maciel,
especialistas en sexualidad y en la llamada “ideología de género”.
Las mentiras del frente son
de risa. Aseguran que los anticonceptivos producen esterilidad, que la reforma
de Peña Nieto a favor del matrimonio igualitarios provocara que cualquier
hombre que se sienta mujer use los baños públicos, que los niños desde
preescolar se vistan de niña o niño para que sean ellos quienes decidan lo que
quieren ser, que los niños de parejas del mismo sexo sufrirán trastornos
psicológicos irreversibles, que la homosexualidad se cura…
En fin, han ido convenciendo
a miles de católicos a apoyar su movimiento a base de mentiras y de jugar con
la ignorancia de la gente que considera la educación sexual como un pecado.
La jerarquía católica
mexicana acostumbrada a lanzar la piedra y esconder la mano, ha dicho que ellos
no convocaban estas marchas de odio y discriminación, pero el Episcopado
Mexicano aclaró que las apoya. Efectivamente. Ya nos quedó claro que la mano
que mece la cuna es la de la Iglesia, porque las marchas estaban llenas de
sacerdotes, monjas, consagradas, gente pura, pues…
Sería bueno saber, si esas personas
que tan rápidamente se prestaron a salir a la calle para quitarle derechos a
otras personas, se consideran a sí mismas “nazis”, católicos nazis, fervientes
admiradores del nacionalcatolicismo, esa religión practicada por Hitler y por
tantos otros criminales de lesa humanidad.
La Iglesia católica está
contenta. Ha conseguido lo que siempre ha logrado. Retroceder unos cuantos
siglos. Cada vez que México y su pueblo avanza, la jerarquía católica, se
encarga de llevar nuevamente a los mexicanos a la involución. La jerarquía
católica no quiere el avance, prefiere mantener sometidos, ignorantes y
obedientes a sus fieles. Los nuevos enemigos son los gays y sus legítimos
derechos.
Como católica practicante, me
declaro en contra. Me avergüenzo de vivir en un país de fundamentalistas católicos.
Pertenezco al segmento de los católicos decentes, aquellos que defienden los
derechos humanos de todos, sin distinción de raza, ideología o preferencia
sexual. Aquellos que no se quedaron estancados en considerar la familia
tradicional como la familia “natural”. Aquellos, cuyo sostén en sus familias no
es un hombre ni una mujer, es el amor. Hay muchos tipos de familia y todas
merecen respeto y gozar de los mismos derechos. Como en el tiempo de las
cruzadas, es bueno aclararlo. Me niego a ser parte de esta nueva embestida de
odio irracional.
La cruzada nazi del Frente
Nacional por la Familia busca perpetuar la santidad del matrimonio, la pureza
de la familia… Los demás somos herejes… ¡Preparen las hogueras!… ¡Alisten la
horca!… los nazis católicos ya están en la calle.
Twitter: @SanjuanaMtz
Facebook: Sanjuana Martínez
(SINEMBARGO.MX/ SANJUANA MARTÍNEZ/
SEPTIEMBRE 12, 2016 - 12:00 AM)
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