Ciudad
de México.- Frente a la grave crisis de desapariciones –tanto forzadas como
realizadas por particulares– que vive México, la sociedad civil debe madurar y
organizarse para presionar a las instituciones y fomentar mecanismos de
justicia transicional, ya que “el club de impunes jamás se autocastigará”,
afirmó hoy el académico Edgardo Buscaglia.
En
videoconferencia desde Estados Unidos, el investigador de la Universidad de
Columbia recordó que “en Colombia la sociedad civil se ha organizado mucho más,
las víctimas se han juntado con sindicatos, estudiantes y otros sectores
organizados y, a través de esta integración, han ejercido una presión mayor
sobre las autoridades”, explicó, para enseguida añadir que “hay que imponer un
costo social a la impunidad con paros o atraer la atención internacional”.
Decenas
de miradas observaban la pantalla, instalada en la UAM Xochimilco, para
permitir la intervención del especialista durante el arranque del Foro
Internacional sobre Personas Desaparecidas en México, donde estudiantes y
madres de personas desaparecidas conformaban la audiencia.
La
mayoría lleva años buscando a sus seres queridos. Otra familia tiene apenas
seis semanas de desconocer el paradero de su hija. Y se enfrentaron demasiado
con la burocracia y los discursos demagógicos para estar convencidas de la
ignorancia y la indiferencia de la mayoría de los servidores públicos.
De
hecho, ningún funcionario permaneció en el foro después de sus respectivas
ponencias.
Las
madres, en cambio, demostraron que se convirtieron en especialistas en la
materia y que no sólo se trasladaron hacia el recinto académico para escuchar
conferencias magistrales.
“Han
pasado tres años y sigo llorando”, declaró una madre al hablar al micrófono. A
lo largo de más de mil días se volvió una “buscadora profesional”, yendo “a la
brecha” y arriesgando su vida en el destape de fosas clandestinas en
Tamaulipas.
“Mi
propuesta es integrarnos en un grupo de búsqueda ciudadana”, lanzó.
Otra
de las mujeres preguntó de manera tímida sobre aspectos técnicos de la
búsqueda. Mientras la ponente intentaba responder, su vecina agregó:
“Olvidó
precisar que el lugar dónde está su hermana está resguardado por el crimen
organizado y quiere saber cómo forzar a las autoridades a actuar”, agregó.
Lo
mismo ocurrió con la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres en América
Latina y el Caribe, de acuerdo con su integrante Teresa Columba Ulloa Ziáurriz,
ya que si bien empezó con una misión enfocada hacia la prevención, realiza
ahora labores de atención y seguimiento a víctimas y de los casos.
Con
detalles muy crudos, describió algunos de ellos, que abarcan desde redes de
prostitución y tráfico de órganos hasta el empleo de niñas como “dedos” en
Veracruz, una nueva modalidad en la que la menor de edad tiene la misión de
introducirse a las casas de sus compañeras de clase para determinar el nivel
socioeconómico de la familia, evaluando las ganancias de un secuestro.
Ulloa
aseveró que el nuevo sistema penal no es más eficiente que el anterior ya que,
precisó, “los ministerios públicos no están formados para hacer
investigaciones”.
Y
recordó el caso de una niña desaparecida, cuando ella tuvo que sugerir al MP de
consultar el registro de aviación civil para ver los nombres de los pasajeros
que se subieron en aviones a raíz de la desaparición. “No se le había
ocurrido”, deploró.
Tita
Radilla Martínez, hija de Rosendo Radilla Pacheco –visto por última vez en un
cuartel militar de Guerrero en 1974– subrayó por su parte que a pesar del
alcance simbólico del caso de su padre, pues en 2009 llevó a la condena del
Estado mexicano por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH), las
autoridades se siguen negando a investigar lo ocurrido.
“La
justicia es ineficiente, tuvimos que acudir a las instancias internacionales
pero a más de cinco años de la decisión no ha pasado nada, no sé si es bueno o
malo porque los familiares no tenemos nada más”.
Tras
seis semanas de búsqueda incesante, otra madre insistió en que la búsqueda se
convirtió en su ocupación de tiempo completo. “Más busco y más investigo y
menos encuentro”, lamentó.
Con
un tono de resignación, la mujer precisó: “Cada día que pasa se diluyen las
probabilidades de encontrar a mi hija viva, ahora lo que me digo es que voy a
buscar en los Semefos”.
José
Luis Cisneros, académico y criminólogo de la UAM Xochimilco, subrayó el papel
de autoridad “moral y ética” que deberían desempeñar las universidades en temas
tan graves como los de las desapariciones forzadas y en manos de particulares.
Sin
embargo, abandonó rápidamente el tono académico y confesó, desesperado: “Yo no
veo solución, no veo nada. Las reformas van y vienen pero esto sigue igual. La
sociedad es tan egoísta que nada quiere saber. ¡Todos fallamos! ¿Hasta cuándo
vamos a reaccionar?”.
(ZOCALO/
Proceso/ 30/09/2015 - 08:30 AM)
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