Raymundo
Riva Palacio
En
una comida reciente en la casa de uno de los empresarios más importantes de
México, algunos de los presentes cuestionaron la idea del presidente Enrique
Peña Nieto de que la prensa extranjera tenía un interés específico por criticar
a México. Uno de los empresarios, como se refirió en este espacio ayer, dijo
que las críticas en los medios del mundo no eran sólo sobre México, sino una
constante en América Latina cuando de corrupción gubernamental se trataba. Este
fue el tema dominante en esa comida incómoda para Peña Nieto, que se corrió al
final hacia Andrés Manuel López Obrador y su ambición presidencial en 2018.
Nadie
dudaba que López Obrador estaría en la boleta electoral. El análisis que
hicieron algunos empresarios es que la realidad nacional se había acomodado a
su retórica. López Obrador ha sido consistente en su mensaje simple, claro y
permanente sobre los mismos temas.
La
dicotomía entre el bien y el mal, que enmarca su concepto teológico-político de
ver la vida, ha girado en torno a tres grandes temáticas: la pobreza y la
desigualdad, la economía y la corrupción. Los tres están alineados hoy
fuertemente a su favor.
Sobre
la economía, sugirieron algunos empresarios, la gestión ha dado como resultado
un pobre crecimiento. El cuarto año será peor que los tres anteriores,
recordaron, aunado al presupuesto más austero en un cuarto de siglo. López
Obrador, se recordó en la comida, ha propuesto en sus campañas presidenciales
un cambio radical en el modelo económico.
El
argumento de que las políticas de los tecnócratas neoliberales han empobrecido
a los mexicanos, se expresó con palabras diferentes en la comida, adquiere
verosimilitud. A partir de la desigualdad, López Obrador ha desarrollado un
discurso potente y persuasivo de la confrontación entre buenos y malos, y una
“mafia del poder” que ha saqueado a la nación. Sus palabras se entreveran,
expusieron, con las acusaciones de corrupción.
En
la primera parte de la comida, uno de los empresarios enumeró los casos de
corrupción en América Latina que metieron en problemas a sus gobiernos, y
recordó las acusaciones de conflicto de interés relacionados con la “casa
blanca”, la casa de campo en Malinalco del secretario de Hacienda, y las
imputaciones de corrupción en la obra pública vinculada con grupos
empresariales cercanos al presidente Peña Nieto.
La
fotografía, por más unidimensional que sea, encaja plenamente en las denuncias
sostenidas de López Obrador. Lo que se ha visto en América Latina, dijo uno de
los empresarios, es que sí hay consecuencias para quienes se ven involucrados
en actos de corrupción, mientras que en México no pasa nada.
El
presidente no decía nada, de acuerdo con la reconstrucción de la comida. En el
mismo contexto, hablaron de cómo en estos tres años la popularidad de Peña
Nieto ha caído y perdido el acuerdo para gobernar, mientras que el apoyo a
López Obrador se mantiene prácticamente intacto. Nadie soslayó que en la boleta
presidencial de 2018 Peña Nieto no figurará, pero es el contexto lo que veían.
Uno
de los empresarios hizo una referencia a los votos en la elección de 2012. Ese
año Peña Nieto logró 19 millones 226 mil 784 votos, el 38.21% de la votación,
contra 15 millones 896 mil 999 de López Obrador, que representó el 31.59% de la
votación. En las elecciones intermedias, el PRI llegó a 11 millones 638 mil 675
votos, o el 29.18% de la votación, contra 3 millones 346 mil 349 votos, que
sumaron
el 8.39% del electorado.
Ninguno
de los presentes en la comida manejó los datos con precisión, pero utilizaron
las cifras para efecto de argumentación. Peña Nieto no estuvo en la boleta en
las elecciones intermedias, pero el PRI lo escondió en las campañas para evitar
que sus negativos crecientes impactaran sobre los candidatos. López Obrador
tampoco estuvo en la boleta, pero la campaña de Morena, el partido que por
primera vez contendió en una elección, se centró totalmente en él. La realidad
que veían es cristalina: Peña Nieto había sido un lastre para el PRI, mientras
López Obrador lo fue todo para Morena.
uno
de los empresarios recordó que inclusive Peña Nieto como candidato enfrentó una
dura oposición con López Obrador en 2012. Nadie lo dijo en ese momento, pero un
mes antes de la elección hace tres años, en dos ocasiones el candidato de la
izquierda superó al priista en los tracking poll
–incluido
en el del PRI–.
Para
2018, dijo uno de los empresarios, Peña Nieto no estará en la contienda y ni el
secretario de Hacienda, Luis Videgaray, ni el de Gobernación, Miguel Ángel
Osorio Chong, ni el de Educación, Aurelio Nuño, o el actual líder del PRI,
Manlio Fabio
Beltrones,
tienen el carisma que tenía él.
Los
empresarios, dijo una de las fuentes, reflejaron su miedo a López Obrador. No
lo quieren en Los Pinos, pero por la forma como expusieron sus ideas y
criticaron –no dicho de esta forma– la impunidad en su administración, ven muy
probable que gane la Presidencia dentro de tres años.
No
se reveló si Peña Nieto hizo algún comentario sobre este diagnóstico. Tampoco
si haría algún cambio en la forma como lleva el gobierno o relevaría a algunos
de los secretarios que más cuestionaron. Pero ese tipo de franqueza, cruel a
veces, nunca la había visto con los empresarios.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
/ twitter: @rivapa
(ZOCALO/
COLUMNA “ESTRICTAMENTE PERSONAL” DE RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 30 DE SEPTIEMBRE
2015)
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