lunes, 30 de diciembre de 2013

¿ POR QUÉ ?

Era un matón que siempre traía el pie hundido en el acelerador. Si no tenía cómo ni en qué gastar la energía de ese polvo vitamínico ni forma de quemar su adrenalina, se ponía a barrer: barrerlo todo, su cochera y la banqueta, la del vecino, la de enseguida y toda la cuadra, regar las plantas de los jardines propios y cercanos.

Un día llegó preguntando al hombre que vivía junto a su casa, que si sabía de unos pendejos que habían ido a procurarlo. No, nada. Y él solo se contestó, Es que vinieron y andaban investigando o no sé qué, y dijeron que me estaban buscando. Al día siguiente salió en los periódicos que dos jóvenes habían sido muertos a tiros a la vuelta del barrio.

Había sido él. Ya ve, para que sepan con quién se meten estos hijos de su puta madre. Los ubiqué y hasta supe para quién trabajaban. Los atoré a los batos. Eran dos pero les gané el jalón. Antes les saqué la sopa, claro. Y pum pum les di fierro a los culeros. Ya ve, ahora están tiesos y yo platicando.

Su familia sabía en qué andaba. Por eso la esposa, una mujer agradable y monumental, tomaba distancia cuando su esposo llegaba con amigos para tratar asuntos de negocios. Tipos de mirada enturbiada y paso marino. Voz lerda y trastabillante. Tomaba de la mano al hijo de ambos, un bien educado e inteligente morro de siete años, y se iban de ahí. Volvían cuando aquel remolino de tufos letales se disipaba.

Era más fácil que olvidara las llaves de la casa o del carro, la cartera, su credencial de elector, los papeles para algún trámite, sus dos celulares o el radio Nextel. Lo que no olvidaba era su Glock automática. Siempre surtida, el cartucho cortado, tres cargadores igualmente abastecidos: un guerrero del asfalto con el falo parado y el tiro arriba.

Siempre ondeado, siempre arriba con esos viajecitos de tres rayas y en fila pa’que amarre. Un buen trago de Tecate. La roja porque esa es para hombres. Con tres esnif “se hace la machaca”. Si no tenía jale debía inventarse qué hacer pero ya. Si no, iba a salir corriendo, tratando de deshacerse de todo: huir de sí mismo.

Cuando le avisaron que iban tras él se sintió chingón. Que vengan, aquí los espero. Igual me la pelan. Limpió su Glock y revisó su abastecimiento y pertrechos. No pensó que igual lo iban a agarrar mientras estaba en un restaurante, aunque pusiera el fierro sobre la mesa, o cuando se trasladaba con su familia en la camioneta.

Por el retrovisor vio que dos carros se apuraban en la fila. Vienen por mí. Lo dijo en voz alta y trató de huir pero los vehículos de adelante y estacionados lo encajonaron. Bajó y corrió. Luego los rafagazos. A un lado, el niño gritaba por su madre, ya muerta. Preguntaba, anegado, por qué no me mataron a mí. ¿Por qué?
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario