Reportan operación de falsos policías
El convoy compuesto de dos camionetas y un auto bajó la velocidad
cuando llegó a la colonia Los Laureles, al oriente de esta ciudad, pues
su objetivo estaba dentro de una casa.
Era pleno medio día de principio de semana. Estaba caluroso. Con el
sol cayendo radiante, sin una nube en el cielo. Todos los habitantes de
ese sector estaban en sus labores cotidianas. Las madres preparando los
alimentos y alistándose para recoger a sus hijos de la escuela. Los
padres ausentes, en sus trabajos. Los niños y jóvenes en su habitual
inocencia, pero no exenta de picardía, se divertían a su manera. Era la
cotidianidad en Los Laureles.
Ese sector, marginal y elegido por el Gobierno municipal para
desarrollar su programa de “reconstrucción del tejido social”, colinda
con la colonia Siglo XXI. Ambas tienen un viejo historial de raza brava
enfrentada con la seguridad y paz pública. Ahí, la Policía Preventiva
que entonces comandaba el actual secretario de Seguridad Pública, Genaro
García Castro, cuando fungió como jefe de Seguridad Pública Municipal
en Ahome al servicio del alcalde Mario López Valdez (2002-2004), fue
pillada haciendo tranzas con narcomenudistas, de quienes recibía cuota
por renta de piso para la venta de toda clase de drogas. Fue el primer
escándalo de la colusión policías-narcomenudistas que terminó en nada:
cero policías sentenciados, cero narcomenudistas procesados, cero
funcionarios desbancados. Más bien, todos los involucrados ganaron
impunidad. Los gendarmes continuaron en sus labores cotidianas, los
narcomenudistas aumentaron su emporio doméstico y los funcionarios
ascendidos ahora a cargos estatales. El escándalo desatado por el
entonces gobernador, Juan S. Millán Lizárraga, solo fue para circo y
exhibición de un novato político que ganó unas elecciones locales para
alcalde.
Pero ese día, en Los Laureles, nadie se percató de que unos pares de
ojos acechaban. Ellos, los del comando, se tapaban el rostro con
capuchas tácticas. Enfundaban ropas negras que incluían pecheras
policiales. Gorras con insignias frontales de AFI, que correspondían a
la desaparecida Agencia Federal de Investigaciones, auxiliar del
Ministerio Público Federal que integra la Procuraduría General de la
República. Pistolas en los muslos, armas largas en los hombros.
Llegada la hora, aparcaron en la esquina de Margarita Campesina y
Olivos. Descendieron de sus camionetas, tumbaron la puerta principal de
una casa. Las mujeres los enfrentaron, pero fueron vencidas. Tomaron a
su objetivo: Miguel Ángel Castro Moreno, de 39 años de edad, y trataron
de sacarlo de la vivienda. Él opuso resistencia, se defendió. Lanzó
puñetazos y puntapiés, y en respuesta recibió un balazo a quemarropa. El
plomo ardiente lo pasmó. Y sin fuerzas fue casi llevado a rastras hasta
una de las camionetas. Lo abordaron “a huevo” y el convoy desapareció
de la vista de los curiosos, que por el disparo, el trajín de los
armados y el ruido de las camionetas encendidas los habían sacado a la
calle.
Algunos minutos después llegaron las policías, recabaron datos, se
desplegaron, pero nada lograron. El comando y el convoy se habían
esfumado en sus plenas narices, mientras ellos se trasladaban a la
emergencia reportada.
La familia imploró ayuda a los gendarmes pero nada han conseguido. Ha
pasado una semana de que Miguel Ángel ya no está en casa y nadie sabe
de su paradero.
El alcalde Zenén Aarón Xóchihua Enciso prefirió no tocar el tema,
porque le raspaba el trienal discurso de que los convoyes ya no
transitaban impunemente por la ciudad, imponiendo terror en la
población. Para él, las privaciones de la libertad en forma ilegal por
falsos policías o policías verdaderos son inexistentes, y por lo tanto,
no cuantificables.
Y optando por no hablar, por pasar de largo, arengó de que su Policía
está echada para adelante, que es la mejor corporación preventiva de
Sinaloa, que le da muchos apoyos como despensas, becas, bonos, armas
nuevas y potentes, patrullas recién salidas de las agencias y más, mucho
más.
Para el abogado Martín López Félix, presidente de la Asociación Roberto Pérez Jacobo, los casos de levantones
por policías falsos o verdaderos van en aumento, y aunque en el
discurso la autoridad no lo reconoce, los postes de la ciudad dan cuenta
de ello pues son tapizados por avisos de búsqueda de personas por sus
propios familiares.
Las operaciones policiales están encaminadas a combatir un solo
delito, el narcomenudeo, pero no a prevenir la incidencia criminal, lo
que es erróneo y prueba de que no hay política anticriminal con soporte,
dice el abogado que se ha convertido en el único litigante en criticar
al Gobierno, al menos en la zona norte de Sinaloa, en donde los levantones son cosa cotidiana.
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