El abatimiento de Heriberto Lazcano fue imprevisto, pues la Secretaría de Marina nunca sospechó que se tratara del líder de Los Zetas. Su vida, así como su muerte, continúa siendo un misterio.
Saltillo, Coahuila.- Fue el domingo 7 de
octubre al mediodía, alrededor de las 13:30 horas, en el municipio de
Progreso Coahuila, donde se llevaba a cabo un juego de beisbol
llanero, hasta donde llegó personal de la Marina y comenzó la
persecución; después la balacera que duró aproximadamente media hora, un
hombre murió junto a su acompañante.
Pasaron más de seis horas
para que un agente del Ministerio Público llegara al sitio y diera fe de
los hechos, a la postre el cuerpo de la persona caída fue llevado a una
funeraria de Sabinas, Coahuila, en donde después sería robado y a la
fecha no aparece, es la historia de Heriberto Lazcano Lazcano, el máximo
líder Zeta que era buscado por autoridades de México y Estados Unidos.
El
poblado cuenta con telefonía celular, mide apenas un kilómetro y medio
desde el arco de entrada hasta la última casa, está rodeado de ranchos
agrícolas con una pobre industria del ganado, la única mina de carbón ya
no opera y la exploración de gas detona apenas algo de empleo.
Según
las cifras oficiales, la población total del municipio es de
aproximadamente 3 mil 500 habitantes. A días de la muerte de Heriberto
Lazcano en el sitio se respiraba el miedo: lo mismo de las familias que
no querían permitir que sus hijos salieran a las calles, como de los
adultos que temían hablar libremente cuando se les preguntaba sobre la
presencia de Lazcano y su gente en la región.
La muerte
La
muerte de “El Lazca” fue imprevista, pues la Secretaría de Marina nunca
sospechó que se tratara del líder de Los Zetas y tuvo la primera
noticia hasta el lunes por la noche, un día después del abatimiento,
cuando se lo informó la Procuraduría de Coahuila.
Lazcano murió en
un operativo que llevaron a cabo seis infantes de fuerzas regulares de
la Primera Zona Naval, a bordo de una camioneta, quienes realizan
labores de patrullaje en la región.
Sus verdugos no fueron tropas
de élite y mucho menos numerosas. “Si hubiéramos sabido que era el jefe
de Los Zetas, se hubiesen mandado a mucho más elementos y de Fuerzas
Especiales”, dijo una fuente del Gobierno Federal. Funcionarios
federales dijeron que desde el 2010 Lazcano ya sólo se movía entre el
noreste de Coahuila y Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Para andar entre
la gente, prescindía de su escolta y manejaba un perfil bajo. La Armada
recibió una denuncia anónima que únicamente reportaba que había sujetos
con armas en un juego de beisbol en Progreso, Coahuila. No tuvo
referencia de que se tratara de un alto líder criminal.
Por eso
enviaron sólo a una camioneta hasta el sitio. Los infantes llegaron a
las 13:30 horas hasta el parque y fue cuando Lazcano y otro sujeto, de
nombre Mario Alberto Rodríguez Rodríguez, presunto jefe de plaza en
Progreso, se subieron de inmediato a una camioneta y arrancaron.
Rodríguez iba al volante y “El Lazca” de copiloto.
De acuerdo con
las fuentes, en medio de la persecución, el exmilitar logró bajarse del
vehículo, con un rifle de asalto AR-15 que traía acondicionado con un
dispositivo lanzagranadas. Logró disparar una granada que hirió con una
esquirla a uno de los marinos.
Su ataque no alcanzó para disuadir a
sus persecutores ni lograr huir, pues fue muerto al tercer impacto de
bala. Uno fue en la cintura, otro en el abdomen y el mortal le entró por
la nuca. Lazcano no llevaba ninguna identificación, al parecer cargaba
con un teléfono celular que estaba apagado.
Su presunto cómplice
llevaba una credencial que lo identificó como Adalberto Rodríguez. A las
14:00 horas terminó la refriega y los marinos solicitaron el apoyo de
la Procuraduría de Justicia del Estado, cuyos agentes ministeriales y
peritos arribaron al lugar de los hechos hasta las 20:00 horas del
domingo.
Es decir, el personal naval estuvo en espera seis horas
con los cadáveres. La no intervención de la SIEDO en las diligencias
iniciales era por el desconocimiento de que se trataba del número uno de
Los Zetas.
Luego de que la Marina entregara los cuerpos, éstos
fueron trasladados hasta las instalaciones del Servicio Médico Forense
de Sabinas. La Armada se retiró sin saber quién era el sujeto sin
identificaciones, aunque ya se habían levantado sus huellas dactilares y
fotografías.
El robo del cuerpo
La muerte del líder
Zeta vino precedida por una serie de errores, primero autoridades
tardaron para llegar a dar fe, luego el identificarlo fue una odisea y,
para colmo de males, cuando estuvieron seguros de que era Heriberto
Lazcano el cuerpo fue robado por un comando armado de la funeraria.
“Un
comando armado, cubierto el rostro y fuertemente custodiado, tomó los
cuerpos y en la carroza los sustrajeron de las instalaciones, obligando
al propietario a conducir dicho vehículo”, dijo el procurador de
Coahuila, Homero Ramos Gloria.
“Como no hay Semefo en esos
municipios, los cuerpos fueron enviados a la funeraria, mientras que
ellos analizaban las evidencias que el Estado les dio. La vigilancia de
los restos correspondía a la Marina, no a los estatales”, expresó un
informante.
“En ese ‘inter’, en el que se cruzaba la evidencia y
las muestras que luego dieron como resultado la identificación de ‘El
Lazca’, el comando se llevó el cuerpo”, añadió.
A un año de
ocurridos los hechos, el cuerpo de Heriberto Lazcano sigue sin aparecer y
con el cambio de Presidente las políticas de seguridad cambiaron, por
lo que es muy remota la posibilidad que se trabaje para hallarlo,
mientras que la historia del narcotraficante, así como su muerte,
seguirá siendo un misterio.
Murió por 6 disparos
El
gobierno de Coahuila informó que de acuerdo con la necropsia realizada
al cuerpo de Heriberto Lazcano Lazcano, su fallecimiento se dio a causa
de seis disparos de arma de fuego recibidos.
En un comunicado, la
administración estatal mencionó que los disparos provocaron al líder de
“Los Zetas” laceraciones y hemorragia cerebral intraparenquinmatosa
bilateral, así como choque hipovolémico, entre otros efectos.
Indicó
que, en el anfiteatro de la funeraria García de Sabinas, el perito
médico forense de la PGJE realizó la necropsia de ley al cadáver de una
persona que se tenía como “No Nombre” (NN), por lo que se emitió el
dictamen médico legal.
Detalló que el examen traumatológico señala
una herida por proyectil de arma de fuego de grueso calibre con
orificio de entrada en la región occipital, alojando el proyectil en la
base del cráneo, en la parte anterior izquierda con trayectoria de atrás
hacia delante de abajo hacia arriba y de izquierda a derecha.
Señaló
que tenía otra herida por proyectil de arma de fuego de grueso calibre
con orificio de entrada en la parte posterior de la región parietal
izquierda y orificio de salida en región parietal derecha que fracturó
el hueso occipital.
Agregó que también tenía una herida por
proyectil de arma de fuego con orificio de entrada en la parte superior
del glúteo derecho con orificio de salida.
Uno más lo recibió en
la parte superior de glúteo izquierdo y orificio de salida en la parte
superior de muslo izquierdo con trayectoria de atrás hacia delante de
arriba hacia abajo.
Otra herida por proyectil de arma de fuego con
orificio de entrada en la región pectoral derecha por debajo de la
tetilla, que perforó el diafragma, asas intestinales y mesentario, con
trayectoria de arriba hacia abajo, de adelante hacia atrás y de derecha a
izquierda.
También otra herida por proyectil de arma de fuego por
arriba del codo derecho, que causó fracturas múltiples de los huesos
que conforman el codo, trayectoria de atrás hacia adelante, de arriba
hacia abajo y de derecha a izquierda.
Subrayó que la necropsia
arrojó que el fallecimiento se dio a causa de laceración y hemorragia
cerebral intraparenquimatosa bilateral y choque hipovolémico y choque
traumático.
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