martes, 8 de octubre de 2013

UN AÑO Y NADA...NUNCA APARECIÓ EL CUERPO DE "EL LAZCA"

El abatimiento de Heriberto Lazcano fue imprevisto, pues la Secretaría de Marina nunca sospechó que se tratara del líder de Los Zetas. Su vida, así como su muerte, continúa siendo un misterio.

Saltillo, Coahuila.- Fue el domingo 7 de octubre al mediodía, alrededor de las 13:30 horas,  en el municipio de Progreso Coahuila,  donde se  llevaba a cabo un juego de beisbol llanero, hasta donde llegó personal de la Marina y comenzó la persecución; después la balacera que duró aproximadamente media hora, un hombre murió junto a su acompañante.

Pasaron más de seis horas para que un agente del Ministerio Público llegara al sitio y diera fe de los hechos, a la postre el cuerpo de la persona caída fue llevado a una funeraria de Sabinas, Coahuila, en donde después sería robado y a la fecha no aparece, es la historia de Heriberto Lazcano Lazcano, el máximo líder Zeta que era buscado por autoridades de México y Estados Unidos.

El poblado cuenta con telefonía celular, mide apenas un kilómetro y medio desde el arco de entrada hasta la última casa, está rodeado de ranchos agrícolas con una pobre industria del ganado, la única mina de carbón ya no opera y la exploración de gas detona apenas algo de empleo.

Según las cifras oficiales, la población total del municipio es de aproximadamente 3 mil 500 habitantes. A días de la muerte de Heriberto Lazcano en el sitio se respiraba el miedo: lo mismo de las familias que no querían permitir que sus hijos salieran a las calles, como de los adultos que temían hablar libremente cuando se les preguntaba sobre la presencia de Lazcano y su gente en la región.

La muerte

La muerte de “El Lazca” fue imprevista, pues la Secretaría de Marina nunca sospechó que se tratara del líder de Los Zetas y tuvo la primera noticia hasta el lunes por la noche, un día después del abatimiento, cuando se lo informó la Procuraduría de Coahuila.

Lazcano murió en un operativo que llevaron a cabo seis infantes de fuerzas regulares de la Primera Zona Naval, a bordo de una camioneta, quienes realizan labores de patrullaje en la región.

Sus verdugos no fueron tropas de élite y mucho menos numerosas. “Si hubiéramos sabido que era el jefe de Los Zetas, se hubiesen mandado a mucho más elementos y de Fuerzas Especiales”, dijo una fuente del Gobierno Federal. Funcionarios federales dijeron que desde el 2010 Lazcano ya sólo se movía entre el noreste de Coahuila y Nuevo Laredo, Tamaulipas.

Para andar entre la gente, prescindía de su escolta y manejaba un perfil bajo. La Armada recibió una denuncia anónima que únicamente reportaba que había sujetos con armas en un juego de beisbol en Progreso, Coahuila. No tuvo referencia de que se tratara de un alto líder criminal.

Por eso enviaron sólo a una camioneta hasta el sitio. Los infantes llegaron a las 13:30 horas hasta el parque y fue cuando Lazcano y otro sujeto, de nombre Mario Alberto Rodríguez Rodríguez, presunto jefe de plaza en Progreso, se subieron de inmediato a una camioneta y arrancaron. Rodríguez iba al volante y “El Lazca” de copiloto.

De acuerdo con las fuentes, en medio de la persecución, el exmilitar logró bajarse del vehículo, con un rifle de asalto AR-15 que traía acondicionado con un dispositivo lanzagranadas. Logró disparar una granada que hirió con una esquirla a uno de los marinos.

Su ataque no alcanzó para disuadir a sus persecutores ni lograr huir, pues fue muerto al tercer impacto de bala. Uno fue en la cintura, otro en el abdomen y el mortal le entró por la nuca. Lazcano no llevaba ninguna identificación, al parecer cargaba con un teléfono celular que estaba apagado.

Su presunto cómplice llevaba una credencial que lo identificó como Adalberto Rodríguez. A las 14:00 horas terminó la refriega y los marinos solicitaron el apoyo de la Procuraduría de Justicia del Estado, cuyos agentes ministeriales y peritos arribaron al lugar de los hechos hasta las 20:00 horas del domingo.

Es decir, el personal naval estuvo en espera seis horas con los cadáveres. La no intervención de la SIEDO en las diligencias iniciales era por el desconocimiento de que se trataba del número uno de Los Zetas.

Luego de que la Marina entregara los cuerpos, éstos fueron trasladados hasta las instalaciones del Servicio Médico Forense de Sabinas. La Armada se retiró sin saber quién era el sujeto sin identificaciones, aunque ya se habían levantado sus huellas dactilares y fotografías.

El robo del cuerpo

La muerte del líder Zeta vino precedida por una serie de errores, primero autoridades tardaron para llegar a dar fe, luego el identificarlo fue una odisea y, para colmo de males, cuando estuvieron seguros de  que era Heriberto Lazcano el cuerpo fue robado por un comando armado de la funeraria.

“Un comando armado, cubierto el rostro y fuertemente custodiado, tomó los cuerpos y en la carroza los sustrajeron de las instalaciones, obligando al propietario a conducir dicho vehículo”, dijo el procurador de Coahuila, Homero Ramos Gloria.

“Como no hay Semefo en esos municipios, los cuerpos fueron enviados a la funeraria, mientras que ellos analizaban las evidencias que el Estado les dio. La vigilancia de los restos correspondía a la Marina, no a los estatales”, expresó un informante.

“En ese ‘inter’, en el que se cruzaba la evidencia y las muestras que luego dieron como resultado la identificación de ‘El Lazca’, el comando se llevó el cuerpo”, añadió.

A un año de ocurridos los hechos, el cuerpo de Heriberto Lazcano sigue sin aparecer y con el cambio de Presidente las políticas de seguridad cambiaron, por lo que es muy remota la posibilidad que se trabaje para hallarlo, mientras que la historia del narcotraficante, así como su muerte, seguirá siendo un misterio.   

Murió por 6 disparos

El gobierno de Coahuila informó que de acuerdo con la necropsia realizada al cuerpo de Heriberto Lazcano Lazcano, su fallecimiento se dio a causa de seis disparos de arma de fuego recibidos.

En un comunicado, la administración estatal mencionó que los disparos provocaron al líder de “Los Zetas” laceraciones y hemorragia cerebral intraparenquinmatosa bilateral, así como choque hipovolémico, entre otros efectos.

Indicó que, en el anfiteatro de la funeraria García de Sabinas, el perito médico forense de la PGJE realizó la necropsia de ley al cadáver de una persona que se tenía como “No Nombre” (NN), por lo que se emitió el dictamen médico legal.

Detalló que el examen traumatológico señala una herida por proyectil de arma de fuego de grueso calibre con orificio de entrada en la región occipital, alojando el proyectil en la base del cráneo, en la parte anterior izquierda con trayectoria de atrás hacia delante de abajo hacia arriba y de izquierda a derecha.

Señaló que tenía otra herida por proyectil de arma de fuego de grueso calibre con orificio de entrada en la parte posterior de la región parietal izquierda y orificio de salida en región parietal derecha que fracturó el hueso occipital.

Agregó que también tenía una herida por proyectil de arma de fuego con orificio de entrada en la parte superior del glúteo derecho con orificio de salida.

Uno más lo recibió en la parte superior de glúteo izquierdo y orificio de salida en la parte superior de muslo izquierdo con trayectoria de atrás hacia delante de arriba hacia abajo.

Otra herida por proyectil de arma de fuego con orificio de entrada en la región pectoral derecha por debajo de la tetilla, que perforó el diafragma, asas intestinales y mesentario, con trayectoria de arriba hacia abajo, de adelante hacia atrás y de derecha a izquierda.

También otra herida por proyectil de arma de fuego por arriba del codo derecho, que causó fracturas múltiples de los huesos que conforman el codo, trayectoria de atrás hacia adelante, de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda.

Subrayó que la necropsia arrojó que el fallecimiento se dio a causa de laceración y hemorragia cerebral intraparenquimatosa bilateral y choque hipovolémico y choque traumático. 


(VANGUARDIA/   Redacción /lunes, 07 de octubre del 2013)

 

 



 

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