MÉXICO,
D.F. (apro).- La cifra es de escándalo: sólo en los nueve meses que van
de 2013 se han perpetrado 225 agresiones contra reporteros y medios de
comunicación, según difundió este viernes 11 el grupo Artículo 19
(proceso.com.mx/?p=355125). Hablamos de amenazas, golpes,
“desapariciones”, incendios, secuestro, asesinato… Este año, pues, es el
peor para los periodistas en toda la historia mexicana. El peor.
Resulta
abominable: no sólo por los periodistas afectados, por sus familiares y
por sus medios, que ya sería bastante. Sino, sobre todo, por este
México que se resquebraja —que necesita certezas en medio de tanta
simulación y mentira—.
No hay democracia sin buenos medios, ni
buenos medios sin seguridad. No se trata, pues, de los informadores,
sino de los informados.
Este mismo viernes, el grupo Prensa Libre MX difundió un video
en el que los propios afectados denuncian que hubo alrededor de 50
reporteros agredidos en la marcha del pasado 2 de octubre, sea por
granaderos (la mayoría) o por vándalos enmascarados. Cincuenta, en tres
horas. No exigen trato especial, sólo que les permitan trabajar.
Aseguran
que es un problema recurrente y una fractura al Estado de derecho.
Tienen razón: la situación está empeorando. En un contexto de profunda
violencia, es fácil que esto pase inadvertido, pero ni siquiera durante
lo peor de la guerra calderonista contra el narco hubo tantas agresiones
en tan poco tiempo.
No hablamos de anécdotas ni de gajes del
oficio. No cuando los policias dan de toletazos a la cámara, no cuando
corretean y someten a periodistas debidamente identificados. No cuando
ya suman cuatro marchas en la que ha habido civiles embozados.
¿Quiénes
son los responsables? En primer lugar, las autoridades, que tienen
nombre y apellido: el presidente Enrique Peña Nieto, el coordinador de
Seguridad Pública federal, Manuel Mondragón; el jefe de Gobierno del DF,
Miguel Ángel Mancera; el secretario de gobierno capitalino, Héctor
Serrano; el secretario de Seguridad Pública de la Ciudad de México,
Jesús Rodríguez; el procurador local, Rodolfo Ríos Garza; el director de
Concertación del DF, Pedro Bello…
De hecho, según Artículo 19, de
los 67 ataques del último trimestre, 36 fueron cometidos por
“servidores públicos”: 19 estatales, 12 municipales y cinco federales.
Paralelamente
está el hecho de que con el priismo se ha potenciado el soborno a los
periodistas (chayote): billetes dentro de libros, comidas
pantagruélicas, viajes de ensueño…
En segundo lugar (y sólo en
segundo lugar) está el crimen. Pero aquí también hay que apuntar es
deber de las autoridades sofrenarlo.
Los dueños de las empresas
mediáticas tienen otra gran porción de culpa. Hay salarios y líneas
editoriales miserables. Hay quien amenaza a sus periodistas si intentan
denunciar iniquidades.
Ahora bien, aunque sea políticamente
incorrecto también es momento para la autocrítica. Los comunicadores no
solemos concitar apoyos multitudinarios porque en muchas ocasiones no
hemos estado a la altura de nuestra responsabilidad (informar, nomás). A
la fecha hay publicaciones que se venden al mejor postor, reporteros
comprados y enfoques tendenciosos. Cuando en las marchas los
manifestantes gritan “¡Prensa vendida, cuéntanos bien!”, no se puede
negar que no les falta razón.
Otro problema al interior del gremio
es la tremebunda falta de solidaridad. Cuando Prensa Libre MX estaba
buscando a quiénes se sumaran a su video recibió una respuesta inaudita,
de una organización, decimos, de reporteros: no participarían, dijeron,
porque el problema implicaba fundamentalmente a fotógrafos. No puedo
mencionar quién lo dijo porque se trató de una charla informal.
Comentarios:
Twitter: @JCOrtegaPrado
juan.ortega@proceso.com.mx
/11 de octubre de 2013)
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