miércoles, 8 de febrero de 2012

SE DICE INOCENTE, PRESUNTO AGRESOR DE MUJER CANADIENSE EN MAZATLÁN






Denuncia supuesto “chivo expiatorio” supuesta tortura con “chicharra” eléctrica


Cayetano Osuna    
“Me dieron toques eléctricos en mis partes privadas y me decían que me iban a dejar estéril”, denunció el presunto agresor de la turista canadiense.



El pasado sábado 28 de enero, Marco Antonio Higuera Gómez, procurador general de Justicia del Estado, acompañado por el director de la Policía Ministerial del Estado, Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, presentaron a José Ramón Acosta Quintero como el presunto agresor de la turista canadiense Sheila Nabb, a quien supuestamente no conocía y que fue encontrada gravemente golpeada la madrugada del 20 de enero en el Hotel Riu, ubicado en la zona de Cerritos.

Desde que presentaron a Acosta Quintero las dudas razonables han sido: “Tú le das un golpe a alguien y te quedan las marcas aquí en los puños; oyes, pero si le desgracias la cara a alguien a trancazos, ¿cómo no vas a tener una seña de nada?”.

“Con una chicharra eléctrica puesta en los güevos (testículos) y en otras partes del cuerpo, hasta yo me hubiera declarado culpable de que le pegué la madriza a la turista canadiense”, dijo un mazatleco, cliente de José Ramón Acosta Quintero, a quien este desde hace ocho meses le sacaba a pasear su perro pastor alemán por el Centro Histórico de la ciudad, por la módica cantidad de 120 pesos semanales.

La mañana del lunes 30 de enero, Ríodoce entrevistó en el penal de Mazatlán a José Ramón Acosta Quintero, alias el Ray, quien dijo que sus aprehensores lo habían torturado aplicándole la “chicharra” eléctrica en diversas partes del cuerpo y que temía por su vida dentro de la cárcel.

Acosta Quintero también había asegurado que se dedicaba a “amaestrar” perros y que entre sus clientes se contaban tanto estadounidenses como connacionales que tienen sus domicilios en el centro de la ciudad.

Antes de convertirse en noticia nacional e internacional, Acosta Quintero, junto con el pastor alemán, manejaba alrededor de quince canes de diversas razas, que sin conocerse entre sí, “amaestrados” por él que turnaba el paseo matutino en la avenida Carnaval, del fraccionamiento Playa Sur, atravesaban el centro histórico, tomaban el malecón y retornaban al punto de partida.

Beethoven

—¿En qué trabajabas antes de que te detuviera la Policía? —preguntó Ríodoce al inculpado.
—Yo trabajo amaestrando perros. De cualquier raza. Les enseño modales.

—¿Qué clase de modales?
—Que se sienten, que se acuesten, que se levanten y para que hagan “popó” afuera de sus casas.

—¿Cuántos años tienes de entrenador de perros?
—De dos a tres años.

—¿Dónde has trabajado entrenándolos?
—Trabajo en el Centro y tengo muchos clientes por todo Mazatlán.

—¿Tienes perros educados en tu casa?
—Tenía tres, pero cuando se embarazó mi mujer (su esposa Brenda Paola Zamudio, de 19 años de edad, con cinco meses de embarazo) nos deshicimos de ellos. Se los regalamos a unas personas que les gustan los perros.

—¿Cómo le hacías para conseguir clientes?
—Se contacta a la persona, al amo del perro, y se le pregunta qué quiere que haga.

—¿Cómo se comunican los perros?
—Se comunican con su lenguaje corporal: la vista (la mirada), como ladran, como mueven la cola. Los perros entienden muy bien y tienen sentimientos.

—¿Cuál raza de perros es más inteligente?
—El más inteligente es el San Bernardo. Le gustan las montañas. El perro que entrené se llama Beethoven.

—¿Cómo te fue con Beethoven?
—Muy bien, ese perro es muy inteligente. Es de un señor que vive en el fraccionamiento El Conchi.

—¿Te gusta mucho “amaestrar” perros?
—Sí, mucho.

El 1 de febrero, un contacto de Ríodoce informó que días antes de que la Policía detuviera a José Ramón, lo veían salir con perros por las avenidas Carnaval y Miguel Alemán, donde seguramente tenía algunos clientes.

Cuando este semanario dio con los “amos” de los canes “amaestrados” por José Ramón los encontró muy indignados e incrédulos hacia las autoridades encargadas de impartir justicia, porque les parecía muy extraña la manera tan rápida que habían capturado al supuesto responsable de golpear a la canadiense Sheila Nabb en el Hotel Riu, ubicado en la zona de Cerritos.

Mientras los inconformes reprobaban los “métodos de investigación” utilizados por las autoridades estatales, que el pasado sábado 28 de enero presentaron a Acosta Quintero como el presunto culpable, desde el interior de las viviendas los perros ladraban, movían la cola o se ponían tristes, como esperando ver llegar a su “amaestrador” para que los sacara a pasear.

“Así los verás, están desubicados, desde que José Ramón no viene a sacarlos a pasear”, comentaron.

“El chacal”
Desde el domingo 29 de enero, aunque un diario local en su encabezado se había referido a Acosta Quintero como el Chacal, no pocos ciudadanos  empezaban a llamar al presunto golpeador de la canadiense como “chivo expiatorio” a raíz de que su pronta detención dejaba dudas razonables.

El maestro universitario, Ignacio Osuna García, quien se cuenta entre los clientes de Acosta Quintero en su calidad de amo de dos perros, uno Labrador y otro Chihuahua, dijo que la aprehensión del acusado le sonaba a “chivo expiatorio”.

“Está muy apresurado esto; me suena que las autoridades tienen necesidad de presentar un ‘chivo expiatorio’, eso es lo que a mí me suena”, dijo con la incredulidad reflejada en su rostro.

Respecto a quienes se atrevieron a calificar de Chacal a Acosta Quintero, quien apenas unos días antes de su detención había paseado a sus dos perros por la ciudad, manifestó: “Y yo pienso que los medios (de comunicación) deben de frenar un poquito el hocico y no hablar tanto de una persona como el Chacal; quiero que un méndigo periodista de esos periódicos venga y me diga, ¿qué es un chacal?; ¡idiotas!”.

Y mientras algún periodista quiere ir al fraccionamiento Playa Sur, a decirle qué es un chacal, el catedrático adelantó su definición: “Chacal es el que destroza las conciencias de un pueblo como lo están haciendo ellos, con pinches noticias pendejas, amarillistas, eso es un chacal”.

La veladora
Apoyado por un traductor voluntario, Ríodoce entrevistó a la estadounidense Betty, de 84 años de edad, que vive por la calle Playa Rosarito del fraccionamiento Playa Sur, cliente de José Ramón, pues tiene una perrita de nombre Bobby que muestra una conducta triste por la ausencia de José Ramón.

La entrevistada dijo que adora a México, pero que algo extraño está pasando en la justicia mexicana porque ella conoce a José Ramón como una persona tranquila y educada, que entraba y salía con toda confianza a su casa por Bobby.

Aseguró que es amiga de José Ramón y cuando supo que lo habían involucrado, le prendió una veladora para que la justicia lo ilumine, ahora que se enteró de que fue torturado en diversas partes de su cuerpo.

Lorena Valverde, ciudadana del estado de Colorado, Estados Unidos, dueña del perro TJ, opina que ella y su esposo siempre le dejaban abierta la puerta de su casa a José Ramón para que muy temprano entrara por TJ.

Tanto ella como su esposo opinaron que a pesar de que quedaron muy impresionados al leer en los periódicos que José Ramón fue detenido como el presunto responsable de golpear a la canadiense, ellos firmarían una carta favorable al entrenador de su can, porque es una buena persona y muy respetuosa.

Por su parte, una mazatleca con domicilio en el mismo fraccionamiento, que pidió que se omitiera su nombre, opinó que las autoridades encargadas de impartir justicia en Sinaloa deben llamar a declarar a todas aquellas personas a las que José Ramón les paseaba el perro, para que corroboren su conducta.

“José Ramón es una persona educada y muy paciente, no nos cabe en la cabeza que puede ser un asesino en serie, como dicen”, comentó.

De la canadiense agredida, opinó: “Yo me pregunto dónde está la agredida, si ella es la supuesta afectada, ella debe estar aquí en Mazatlán para que las autoridades le pongan al supuesto agresor enfrente, porque es cierto que no puede hablar, pero sí puede escribir, puede pensar y señalar a su atacante”.

Clientes indignados: “Que se le dé la oportunidad a Derechos Humanos a que revise a José Ramón. ¿Cómo es posible que no lo revisen?, ¿van a esperar cuatro, cinco días, hasta que se le alivien los güevos?, cuando el hombre los tiene cosidos (por la chicharra eléctrica) ahorita”.

Cargos de la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa:

José Ramón está acusado del delito de homicidio en grado de tentativa, por lo que podría ser sentenciado a 14 años de prisión.

“Al ser revisada (la víctima canadiense, Sheila Nabb) por el personal médico se diagnosticó fractura en zona frontal, huesos orbitales, huesos de la nariz, traumatismo facial, mismas que hacen necesaria una cirugía reconstructiva, lesiones que de acuerdo con el dictamen pericial médico son de las que sí ponen en peligro la vida (de la agredida) y tardan más de 15 días en sanar”.

 

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