miércoles, 8 de febrero de 2012

RED DE PROSTITUCION DE MENORES EN MEXICALI


La detención de una mujer acusada de lenocinio con menores mostró los mecanismos de una intrincada red de prostitución de niñas en el comercio sexual en Mexicali, una maraña de complicidad donde participan empleados de hoteles y taxistas.

Sergio Haro Cordero
“Yo trabajo de piruja, tengo relaciones sexuales con señores que no conozco y me pagan muy bien, soy bien ambiciosa y con mi ‘amá’ no tengo lo que quiero, quiero ropa y salir cuando yo quiera”, expuso llanamente ante el juez Yareli, de apenas 13 años de edad.
Otra más, Blanca Flor -también de trece años- dijo que antes trabajaba de paquetera, pero ganaba más trabajando en el sexo-servicio, y así lo explicó: “Voy a seguir trabajando de prostituta, me gusta ganar mucho dinero en poco tiempo, eso es lo ‘chilo’”.

Ambas fueron identificadas dentro de  una red de jovencitas de entre 13 y 17 años que se prostituían bajo el amparo de “La Tía”, y que formaban parte de un extenso equipo que incluye a empleados de hoteles de paso y taxistas. El hilo común: Se iniciaron como edecanes de la cervecería, eran parte de las famosas “Chicas Tecate”.

A mediados de enero fue detenida “La Tía” o “La Niurka”, una joven mujer a quienes las menores señalaron como la “madrota”, la que las enganchaba para regentearlas en la prostitución. Para tenerlas, bastaba una llamada a su celular desde hoteles como El Moro, Virreyes, Los Reyes, Aeropuerto, Olimpo y hasta Araiza, según mencionaron. Se trata de un caso iniciado desde 2006.

“Yo no sabía que eran menores de edad, ellas traían credenciales con las que entraban al Híjole, ahí no dejan entrar sin credencial de elector”, dijo María Guadalupe Román Valenzuela “La Niurka” en su declaración preparatoria tomada al mediodía del lunes 16 de enero por el juez interino Juan García Alberto, quien está a cargo del Juzgado Quinto Penal en Mexicali.

En la misma declaración, de manera ambigua Román Valenzuela trató de zafarse de los señalamientos. Afirmó que conoció a las jovencitas en el bar El Híjole, que sabía que trabajaban en la Tecate como edecanes y que bailaban en ese antro. “Me cayeron bien, después nos seguimos viendo porque nos la pasamos bien”, expuso la acusada de lenocinio. Aceptó que algunas vivieron en su casa “porque las habían corrido”, pero su marido no las aguantó, sobre todo una vez que llegaron a su hogar encontrando a las jóvenes tomando con amigos y con la música a todo volumen.

Cuando le preguntaron el porqué de las acusaciones de que contactaba clientes para que tuvieran relaciones sexuales con las menores, María Guadalupe sólo contestó: “Porque yo me imagino que Tania y Vanessa les han de haber dicho eso…”

Pero las jovencitas, casi niñas, dijeron mucho más. Yareli y Flor, de 13 años, Vanessa -también menor-, Tania de 16 años y Rosa María, relataron con precocidad y lujo de detalle sus experiencias en el sexo-servicio. Incluso una de ellas, Rosa, contó ante los investigadores que en uno de los “servicios” se encontró con el “profesor Mario”, quien le daba clases en la Escuela Primaria Flores Magón. “Lo besé en la boca y le hice el sexo oral, porque él sí me gustó, a los demás solamente con condón”, expuso la menor, quien antes amplió que en las recomendaciones hechas por “La Niurka” en cuanto a las reglas básicas en el trato con los clientes, estaban siempre usar preservativo, nunca besar en la boca y nunca “hacerlo anal”. Todo explicado por una adolescente que, por su edad, debería estar cursando la secundaria.

Las historias de vida relatadas ante las autoridades suenan tristemente comunes, como el caso de Yareli, quien se escapó de su casa y fue localizada por su madre una semana después en un domicilio del fraccionamiento Casa Magna. La señora detectó que ahí habitaban cinco muchachas, todas menores de edad. Según su hija, las otras jóvenes le regalaban ropa, celulares y la renta la había pagado una señora que apodaban “La Tía”. “Sospecho que esas jóvenes se prostituyen, y tal vez también mi hija”, expuso la mujer, quien presentó denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) por el posible delito de lenocinio.

En su declaración, Yareli indicó que junto con su amiga Blanca Flor, ambas de 13 años, huyeron de sus respectivos hogares, hasta que localizaron a Tania y a Vanessa en Quintas del Rey, donde les pidieron quedarse. A los pocos días les explicaron que ambas trabajaban de prostitutas con una persona con el sobrenombre de “La Tía”, quien era la encargada de contactarlas cuando había algún “servicio” en un hotel. “`La Tía’ dice en qué cuarto, en qué hotel y qué servicio es el que quiere el cliente, ya sea un masaje o tener relaciones sexuales”.

Expuso que decidió aceptar para tener su propio dinero –además ya había perdido su virginidad-, así obtuvo su primera encomienda y la llevaron hasta el hotel Los Reyes, ubicado en la carretera al Aeropuerto de Mexicali, en la orilla Oriente de la ciudad. Antes de entrar al cuarto le repitieron las reglas: no besos en la boca, no hacerlo anal, usar protección y hacerlo oral solamente si ella estaba de acuerdo. Dijo que le pagaron 150 dólares, de los cuales se quedó con 100 y 50 para “La Tía”, aunque de esta última parte le tocaban 20 al empleado del hotel que sirvió de enlace.

También refiere que le hablaron para ir a una fiesta en el exclusivo residencial San Pedro, una despedida de soltero donde hubo  hasta policías. “Todas cogimos con morros ahí”, dijo la joven-niña, quien esa noche se ganó 300 dólares; 100 por asistir y 200 por tener sexo. A ella le tocó un tipo que dijo llamarse Pedro y ser agente policiaco. Otra vez fueron al motel Samil -en pareja, ella y Tania- para darle un “servicio” a quien sólo supo que era boxeador y se apellidaba Chávez, quien estaba junto con otro hombre. Cada una se llevó 150 dólares.

Otro testimonio, el de Flor, ratifica lo expuesto por su amiga, explicando que la invitaban cuando había eventos de la cervecería Tecate y le pagaban 400 pesos, pero no le alcanzaba. “Empecé a tener citas con hombres mayores y de todo tipo, hasta menores de edad”, refiriendo también que era “La Niurka” la que los contactaba y enviaba a los hoteles mencionados, ratificando las mismas recomendaciones.

“Terminan como en cinco minutos, y se me hace mucho, después ellos se cambian y se van y yo me meto a bañar, pero primero nos tienen que pagar”, aseguró la adolecente de 13 años, a quien sus amigas trataban en diminutivo, “Florecita”, y amplió su crudo testimonio: “La mayoría de los clientes son de 30 años para arriba y el más viejito ha sido de 60 años, pero ellos ya no pueden, sólo me quito la ropa y me acuesto con él y platicamos, los masturbo pero a veces no terminan”, dijo en su avispado y precoz lenguaje.

También declaró que el dinero ganado lo gastaba en ropa, taxis y tarjetas de celular, y en la lista de hoteles visitados incluyó al Moro, Reyes, Aeropuerto, Virreyes. Con ese dinero pagaban la renta y a la semana podía llevarse 4 ó 5 mil pesos.

Otra de ellas, Zulma, relató que cuando entró a trabajar a la Tecate conoció a Rosa y a Tania, quienes la involucraron en el sexo-servicio a través de “La Tía”.

“Los hoteles le hablan a ella y son muchos: Aeropuerto, Olimpo, Araiza, El Moro. Primero se hospedan los clientes en el hotel y hablan a la recepción, piden una muchacha o dos y él dice cómo la quiere, si güerita o nalgona, y de la recepción le hablan a ‘La Niurka’. Ella tiene a muchas muchachas más que trabajan”, dijo la joven, quien a su corta edad ya cuenta con un vasto lenguaje, endurecido por la experiencia:

“Hasta eso se vienen bien rápido, a veces unos no porque le pegan al perico y no se vienen y duran mucho, pero cuando es así, yo les digo que no soy su muñeca y me voy. Si miro que está muy tomado o drogado, no me quedo”, manifestó la joven ante las autoridades, asegurando que María Guadalupe Román Valenzuela no es la única que mueve muchachas en los hoteles. Mencionó los nombres de otras madrotas: Regina, Tania, Elba, Kevin y Francis.

Pero también recordó el golpe que significó para ella que su hermanita de 13 años se integrara -a sus espaldas- en la red de prostitución que regenteaba “La Niurka”. Los testimonios son muy similares, sólo varía el tono del relato y algunas frases, como Rosa María, quien asentó en su declaración: “Todas somos menores de edad, pero a ‘La Niurka’ no le importa eso, lo que le importa es hacer dinero, aunque no tengamos ni dieciocho años”.

La orden de aprehensión contra María Guadalupe Román Valenzuela por la presunta responsabilidad del delito de lenocinio, fue girada en noviembre de 2006, pero fue capturada hasta mediados de enero de 2012, con 31 años de edad.

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