“Otra vez Jorge Hank”, comenta indignado un especialista en cuidar a la fauna
silvestre del zoológico bajacaliforniano, mientras muestra ejemplares de tigres
siberianos, osos negros, ualabíes, cacatúas, coatíes, entre otras codiciadas
especies.
En tanto conduce al reportero hacia el lote donde se encuentran resguardadas
las extravagantes aves de Hank, compradas por su escolta Óscar Gómez Islas, el
experto se muestra indignado por el hacinamiento, “las cajas de cartón
asfixiantes”, y en general las “condiciones deplorables” en las que fueron
transportadas las raras especies que “de milagro no se murieron todas”, haciendo
alusión a un cardenal encontrado extinto.
En el zoológico ensenadense, una construcción de madera de 8 por 4 metros,
con luz artificial adecuada y temperatura especialmente regulada a 30 grados,
hospeda a los coloridos pájaros.
En sus respectivas jaulas de alambre están un joven halcón caracara (caracara
cheriway), cuatro tucanes (ramphastus sulfuratus) aún desparpajados por el
inapropiado viaje y dos colorados cardenales comunes (cardinalis
cardinalis).
También, cuatro ambicionados jilgueros comunes (myadestes occidentalis), de
cuya ave el funcionario federal destaca que se encuentra en los listados de la
NOM-059-SEMARNAT-2010, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de
diciembre de 2010, y clasificada como “especie de protección especial”.
Además, tres clarines (myadestes unicolor) contemplados como “especie
amenazada” por la NOM-059-SEMARNAT-2010, con pena máxima de hasta 9 años de
prisión para quien trafique con ellos.
En sus respectivas jaulas se encuentran tres cenzontles (mimus polyglottos);
tres tigrillos (pheucticus melanocephalus); un cuitlacoche común (toxostoma
curvirostre) y una primavera merulín (turdus grayi).
A diferencia de las demás aves del zoológico que no cesan de gorjear (muestra
de envidiable salud y de su cuidado profesional), las decomisadas al escolta del
ex presidente municipal de Tijuana “están estresadas”.
Los delicados cenzontles, que normalmente son muy cantadores, permanecían en
reposo, tristes, ni pío soltaban. De hecho, un ejemplar de esta especie hasta
tiene raspada toda la cabeza, porque las plumas se le cayeron de tanto
estrellarse en la minúscula jaula.
Los polluelos más pequeños apenas logran “volar” en mini jaulas de ornato de
no más de 20 centímetros de largo, ancho y altura.
El especialista del Parque del Niño lamentó el hecho de que las aves fueran
trasladadas en “inapropiadas” cajas de cartón como embalaje, que a su vez
contenían las mini jaulas de alambre.
Como plataforma donde el funcionario coloca agua y comida selecta a las finas
aves, las diminutas jaulas todavía tienen el papel periódico de medios como
Ecos Periódico, de Ciudad Satélite, y otros ejemplares de Lomas de San
Mateo, Estado de México.
Para poder reubicarlos a algún hábitat especial, los funcionarios de la
Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) y del Parque del Niño
comentaron a este Semanario que sólo están esperando a que se cumpla el plazo de
cinco días (el cual vence hoy viernes 20 de enero) para que el juez
correspondiente resuelva el caso de tráfico de aves protegidas por autoridades
mexicanas.
Durante ese lapso, los especialistas sólo han alimentado y ubicado en una
locación adecuada a los animales de plumaje extraño. Y es que, argumentan los
funcionarios, tampoco los pueden enviar a algún zoológico especialista en cada
una de las especies, al carecer de documentación y porque todavía no se resuelve
legalmente el tráfico de aves protegidas y amenazadas del que fueron objeto los
desafortunados pájaros.
A propósito de las facturas, cuya leyenda dice “Mundo Salvaje Importador y
Exportador de Fauna Silvestre” y “La Catita”, que los traficantes hankistas
presentaron, un funcionario de la PROFEPA explicó a ZETA que el
juez deberá juzgar no sobre las facturas, sino la validez de los permisos de los
vendedores.
“Como presentaron documentos que acreditan la legal procedencia, el juez
valorará la validez de las facturas. No puedes decir, ‘yo me encontré el tucán y
lo agarro, me lo llevo a mi casa, y luego con una factura que yo tengo de un
negocio, pues se lo vendo a fulanito’. O sea, no funciona así. Tienes que tener
un permiso de la SEMARNAT para ser vendedor de fauna silvestre. En ese sentido,
el juez tiene que verificar quién se lo vendió; no es nada más ‘ah, ya tengo la
factura aquí’”.
Mientras un juez resuelve sobre el tráfico de aves protegidas y amenazadas,
el Parque del Niño, en coordinación con la PROFEPA, resguardan las especies
confiscadas al escolta de Jorge Hank Rhon.
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