domingo, 6 de noviembre de 2011

LAS PUGNAS DE LAS "IZQUIERDAS"

 Por René Avilés Fábila / Crónica
Está a punto de arrancar el “debate” entre los dos más fuertes líderes de “las izquierdas”.

Atrás quedaron los mensajes de respeto y concordancia, la lucha será ríspida: Marcelo Ebrard tratará de desplazar definitivamente a López Obrador y éste de derrotar a su rival.

Si antes el primero dependía del segundo para consolidar sus ambiciones presidenciales y era su empleado ejemplar, lo seguía en todas sus acciones, no reconocía a Felipe Calderón como presidente legítimo, ahora busca cuidadosamente la manera de aplicarle un golpe contundente para noquear a Obrador.

Los capitalinos observamos la pugna con ojos centralistas: suponemos que todo problema político, cultural o económico queda resuelto de manera automática, si lo atacamos desde aquí.

Pero no somos el centro de la república, somos la capital y punto. Cada estado, cada poblado del país, tiene su propia lógica y no vive esperanzado observando los sucesos capitalinos.

Cuentan, pero no determinan sus acciones. Si muchos vemos a Ebrard como “el mejor alcalde del orbe”, no lo es para Jiquilpan o para Saltillo, donde apenas lo conocen y no lo padecen.

Ya pasaron los tiempos en que un habitante de Ciudad Juárez despertaba preocupado porque se había inundado el segundo piso del Periférico y llegaría tarde al trabajo.

El centralismo es más una imagen del pasado que una realidad inmediata.

Las encuestas, por la cercanía con la selección del candidato de “las izquierdas”, son más precisas.

Tanto Manuel Camacho como Marcelo Ebrard, los verdaderos padre e hijo, no están destinados a ganar, su final está próximo. A menos que se dividan más y haya dos candidatos. Entonces las posibilidades serán distintas.

En tal sentido, la historia de ambos es interesante: formados con Salinas de Gortari, rompen con él cuando el mandatario se inclina por Luis Donaldo Colosio.

A partir de ese momento, Manuel y Marcelo van de un lado a otro buscando acomodo. Al fin lo encuentran en un exitoso partido de resentidos políticos que han logrado desplazar a Cárdenas y convertirlo en “líder moral” pero sin voto, de hecho arrumbado. Allí, en el PRD, Ebrard impresiona con su estilo de egresado de una gran escuela, mientras que la mayoría de los perredistas vienen de la universidad de la vida, o como Andrés Manuel, que a duras penas logró concluir una carrera.

Tuerto en tierra de ciegos, Marcelo deslumbra con su mejor modo y educación. Atrás de él hay un largo equipo de académicos e intelectuales que aman el poder.

Andrés Manuel se guía por su instinto, de tal manera que cada rato se equivoca. Pudo ganar el cielo y lo perdió por su estilo brutal, autoritario, de un feroz populismo que le aprendió, entre otros, a Luis Echeverría, cuando ambos eran fieros priistas.

 Sus viejos maestros como Enrique González Pedrero no tienen control sobre el nuevo líder y pronto se hunde: pierde la elección por pocos votos, acusa de fraude y complot a la enigmática mafia y se corona, como Napoleón, emperador, en una ceremonia ridícula, nombra un gabinete y hace del Paseo de la Reforma su reino.

Como gobernante del DF, protegió una y otra vez a Marcelo, lo hizo su delfín, como antes Cárdenas lo llevó a él al estrellato para enseguida perder los ojos. Ya están ahora por romper. Es inminente.

Pero aunque los capitalinos le conceden ventaja a Marcelo porque lo ven todos los días (si Salinas y Madrazo corrían, Ebrard viaja en bicicleta y para no ser menos que Peña Nieto y poder retarlo, la obsesión de todos los candidatos, se casó con una belleza, su Gaviota), pero la realidad es otra y es López Obrador quien puntea en las encuestas.

Su trabajo tenaz de visitar municipio por municipio lo fortaleció. No llegará a la Presidencia de la República, pero será el candidato de “las izquierdas”, a menos que parte del PRD, encabezada por los Chuchos, decida gritar fraude y empeñarse en Marcelo.

 Aquí hay mucha tela de donde cortar, al PRD le interesa mantener la capital en sus manos, de ella salen los dineros y los votos en gran número. Es su mayor fuerza.

 La más reciente encuesta de Mitofsky arroja en el DF el 31% de simpatías por Obrador, mientras que el 23% piensa en Marcelo.

 En el país, la cifra del primero aumenta sensiblemente. Marcelo está confiado en que derrotaría en los posibles debates a Obrador.

No será tan fácil, rodeado de intelectuales fanatizados y subyugados por su figura de caudillo, se defenderá bien, por más que su historial académico sea lamentable.

Su pragmatismo y experiencia de peleador callejero contará. Pero ése no es el problema de ambos, sino las pugnas, los errores, la enorme corrupción de las famosas, por corruptas, “izquierdas”.

Pocos perredistas pasarían una prueba seria que muestre la honorabilidad de sus nuevos recursos y propiedades. Sus pleitos internos dan miedo.

La sociedad no quiere más insultos, ofensas, pillerías, quiere otro tipo de políticos y funcionarios y el perfil de los dueños del PRD no encaja en la idea que la sociedad comienza a hacerse de lo que deben ser sus cuadros gobernantes, especialmente en el DF, pues de otros lados ya los han echado.

 www.recordanzas.blogspot.com

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