Es urgente que la Comisión
Federal de Electricidad salga a dar la cara para confirmar o desmentir un
potencial accidente en la Central Nuclear de Laguna Verde, en Veracruz.
En los últimos días circulan
informes de que seis trabajadores de esa planta de energía nuclear sufrieron
contaminación por materiales radioactivos -Cobalto-60, que los pone en riesgo
de contraer cáncer.
El caso, aunque sea poco
conocido, sucedió hace meses y presumiblemente fue ocultado deliberadamente por
el Jefe de Protección Radiológica, David Morgado Acosta, a quien acusan de
alterar los registros para esconder la radioactiva información.
No se trata de una simple
filtración informativa. Está exhibida en el documento de inspección
IIIE-01/18-LV01 en el que se dan los detalles y se reconoce lo que durante
meses se negó.
El problema radica en que de
acuerdo al artículo 258, fracción IV del Reglamento General de Seguridad
Radiológica, de confirmarse el ocultamiento intencional del accidente, podría
revocarse la licencia de operación a la única planta de energía nuclear
mexicana.
Ese reglamento dice al calce:
“Es motivo de suspensión de la presente licencia cuando la Comisión Nacional de
Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS) considere que existe una afectación
significativa a la seguridad debido a que la CFE proporcione información falsa
sobre aspectos relacionados con la seguridad de la Central….”
Ya los seis trabajadores, a
lo que mantenían silenciados bajo amenaza de despido, emitieron un comunicado
que ya investiga el ingeniero Juan Eibenschulz Hartman, director de la CNSNS.
El problema de Laguna Verde
se complica, porque se advierte que la Asociación Mundial de Operadores
Nucleares reprobó en su última inspección a la planta nuclear mexicana, que se
instaló al borde de ganarse la clausura. Le dieron 90 días para para corregir
las irregularidades.
Laguna Verde siempre fue un
proyecto controversial. Licitado en 1969 durante el sexenio de Gustavo Díaz
Ordaz, se construyó con tecnología de 1976 y su primer reactor entró en
operación 14 años después, en 1990, durante el sexenio de Carlos Salinas. Para
cuando comenzó a operar, ya era obsoleta.
Pero la generación de energía
nuclear se estancó en México. Y a 42 años de entrar a la era de la tecnología
nuclear, su generación satisface apenas el 3 por ciento del consumo nacional de
energía.
El lado más negro de la
historia es que desde hace años se cuestiona la obsolescencia de sus reactores,
similares a los que operaban en la planta de Fukushima, en Japón, que registró
un accidente nuclear tras un terremoto el 11 de marzo del 2011.
Tan obsoletos, que desde hace
meses es urgente un cambio de válvulas de seguridad en Laguna Verde,
mantenimiento que no puede hacerse porque ya no las fabrican. Y esa es otra
alerta roja más.
El incidente del accidente
oculto se da en momentos en que la CFE se evalúa la construcción de cuatro
plantas nucleares nuevas, que se licitarían entre el 2019 y el 2028.
La pregunta es si con la mala
experiencia de Laguna Verde, vale la pena acelerar o definitivamente clausurar
el programa nacional de energía nuclear.
¿Por qué apostar a algo tan
riesgoso y dependiente tecnológicamente, cuando por sus evidentes riesgos
países como Alemania e Italia la vetaron desde hace décadas?
Hoy lo urgente es que la CFE
salga al paso para aclarar sobre el presunto accidente y el peligro de que al
confirmarse el ocultamiento o la falsificación de información, Laguna Verde
estaría en peligro de ser clausurada.
(REPORTE INDIGO/ RAMÓN ALBERTO GARZA/ / JUL 24, 2018)
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