domingo, 21 de mayo de 2017

PANISTAS OLVIDADIZOS


Dibujo: Archivo

Federico Benítez López y Alfredo de la Torre Márquez dirigieron la Policía Municipal en Tijuana. Los dos con gobiernos panistas. Uno fue asesinado a fines de abril, año del 94. Otro terminando febrero de 2000.

Federico manejaba su pick-up-patrulla y era de noche. Tres hombres en dos vehículos le alcanzaron y dispararon. Primero su escolta Ramón Alarid fue alcanzado por un par de balazos mortales. Benítez recibió siete. Entró en agonía. Más o menos a 10 minutos después, socorristas cruzrojeños lo atendieron. Lograron mantenerlo vivo. Pero falleció enseguida de entrar al quirófano.

Utilizando la clásica frase, Federico “murió en el cumplimiento del deber”. Estaba en su oficina y recibió inesperado alerta: Poderosa bomba estallaría en el sofisticado taller “Matrix Aeronautic”. Terroristas o no. Falsa alarma o no, debía actuar. No era novedad. Antes escuchó muchos avisos como ése, pero ninguno como en tal fecha: Lo transmitió el Gobernador del Estado, Licenciado Ernesto Ruffo Appel. Y éste recibió la amenaza telefónica desde el Distrito Federal y hasta Mexicali. Le llamó el Licenciado Miguel Montes, Fiscal Especial del caso Colosio.

No hay hasta el momento una explicación lógica sobre eso. Nunca fue advertido a un funcionario federal sobre posible estallido a tres mil kilómetros de distancia. Tampoco por qué el señor Montes no avisó a su inmediato superior. Pero sí al Gobernador en Mexicali… a 200 kilómetros del sitio amenazado. Si el fiscal especial “se brincó las trancas”, debió hablar con el Alcalde en Tijuana o el jefe Benítez. No le eran desconocidos. Recién estuvo con ellos iniciando la investigación sobre el crimen del candidato presidencial. Sigue siendo rara esa triangulación de alerta México-Mexicali-Tijuana. Nunca se investigó quién pudo prevenir al señor Montes sobre el bombazo. Ni el Gobernador Ruffo preguntó. Tampoco después averiguó. Y en las mismas Benítez.

Han pasado ocho años y otros tantos meses del asesinato. Y solo esa serie de hechos encadenados: Benítez atendió el llamado del Gobernador. Comprobó la falsedad de la amenaza. Abandonó “Matrix Aeronautic” y camino a su oficina vino la tragedia. La deducción es simple: Obligaron a Benítez salir de su oficina para matarlo. El aviso desde el Distrito Federal surtió efectos utilizando al Fiscal Montes y al Gobernador Ruffo.

Federico fue nombrado director policíaco sin tener experiencia. Por eso en la corporación era el “tírenle al blanco” con burlas y pullas. Cuando hablaba por radio lo pitorreaban desde lo recóndito. Los reproches tenían razón agregada: Benítez logró confiscar droga como nadie en ese puesto. Hasta participaba personalmente en las confiscaciones. Además era bien sabido. Fue de los pocos jefes que rechazó tratos con la mafia. Pero con todo y eso no reculó. Algo por espíritu panista y mucho por ayudar al Presidente Municipal Héctor Osuna Jaime, tercero consecutivo desde cuando en 1989 el PAN ganó las elecciones. Ahora es Senador de la República.

Alfredo de la Torre vivía como y de la Policía desde cuando tenía 17 años. Por eso sabía quiénes eran “mañosos” en la Federal, Estatal y Municipal. Convivió con ellos. Recibió muchos nombramientos. Uno, Director de la Penitenciaría “La Mesa”. Ahí, obligadamente trató directa o indirectamente con el narcotráfico. Supo manejar la situación a su manera hasta el relevo. Pero en 1997 sorprendió: Era agente estatal. Luego de un sospechoso ataque mafioso evidente sabido y no neutralizado fue cambiado inmediatamente de Tijuana a Mexicali. El movimiento tuvo dos lecturas: Fue una decisión del Procurador José Luis Anaya Bautista para justificar su torpeza en ese suceso, o zafó de una posible investigación a De la Torre. Indudablemente y por experiencia, estaba enterado de los detalles.

En los cambios y recambios llegó a la Dirección de Seguridad Pública Municipal. Tiempo después, el río empezó a sonar llevando el rumor: “Sirve a los Arellano”. “Es compadre de Ismael ‘El Mayel’ Higuera”. A De la Torre no le mortificaban sus compañeros, como a Benítez. Ni tampoco le torpedeaban en la radio interior. Fue más grave. Algunos de los supuestamente fieles policías lo espiaron. Conocieron su ir y venir. La mafia utilizó a uniformados y lo mataron. La mañana del domingo 27 de febrero salió solo de su casa. Acostumbraba ir en plan de revisión a la oficina. Desayunaba en Sanborn’s y regresaba a su residencia por la familia para ir a misa. Como cada domingo, ordenó descanso a su escolta. Subió a la Suburban. Igual que a Benítez, dos vehículos le siguieron. Se emparejaron y le atinaron 57 de por lo menos 100 disparos con AK-47, “cuerno de chivo” y Uzi. Cuando llegaron los paramédicos ya estaba muerto.

Mientras no se demuestre lo contrario, el narcotráfico ejecutó a Federico y De la Torre. Las evidencias no desmentidas hasta el momento: A uno por no amafiarse y a otro por ser amigo de los “carteleros”.

Ernesto Ruffo Appel era Gobernador cuando asesinaron a Benítez. Por tercera persona y circunstancialmente, supo el nombre de Rodolfo García Gaxiola “El Chipilón” como autor. Pero no pudo concretarlo. Era un joven, en esos tiempos Comandante de la Policía Judicial Federal en Hermosillo. Siempre se dijo que de esa Ciudad a Tijuana viajó solamente para ejecutar a Benítez. Y se dio como válido el motivo: Federico rechazó una oferta para permitir narcotráfico. Después del crimen aceptó una entrevista con ZETA en Ciudad Obregón y lo negó. Pasaron años y fue ejecutado de carro a carro en un alto de semáforo.

El 2 de mayo del 94, ZETA publicó un extenso artículo. Lo escribieron Héctor Javier González y Adela Navarro. Revelaron hartos detalles. Si hoy lo lee un buen policía, tiene pistas. Pero los hechos del pasado son claros. Hubo miedo y desapego. Como se dice, “falta de voluntad política”. No puede alegarse oposición. Los panistas estaban acostumbrados a enfrentarla. Eran tercos con el gobierno contrario. Y si les regateaban justicia, la buscaban hasta fuera del país.

Ruffo tenía datos claves y no se utilizaron. A los comités municipal, estatal y nacional panistas ni cosquillas. En lugar de aclarar se abrazaron al acertijo y al conformismo. Luego pelearon más una regiduría y no por aclarar el crimen. Les interesó la autoindemnización. Se encorajinaron con los trastupijes propios y ajenos en el Congreso. Hicieron gran escándalo cuando fueron eliminados de la nómina o las candidaturas. Total, le echaron paladas a la justicia y se treparon en lo convenenciero. En los gobiernos priistas era costumbre “tapar” los crímenes porque había otros poderosos políticos relacionados. Los panistas se volvieron desentendidos ante el narcotráfico.

Los gobiernos de Acción Nacional impusieron el nombre de Benítez a un bulevar. Como si fuera para exculpar su pecado de omisión. A De la Torre lo menospreciaron. Ni siquiera bautizaron con su nombre un callejón. Fue secreto a voces: Nada más por no navegar bajo la bandera de Acción Nacional.

El caso de Alfredo se enredó en la suciedad del narcotráfico. Nadie ha desmentido la versión sobre la detención de sus presuntos matones: La mafia de “El Mayo” Zambada los capturó y entregó al Gobierno Sustituto, con la gravedad de revolver entre ellos a inocentes. Por cierto, ya estuvieran libres. Pero no tienen billetes para contratar a un abogado habilidoso. Y por otro lado, sigue en pie la referencia no confirmada oficialmente: Policías bajo las órdenes de Alfredo siguen prófugos tras participar en el asesinato. Hay una mezcolanza de versiones y también de actitudes convenencieras del Gobierno panista.

Parecido al caso de Benítez, en el de Alfredo hay demasiadas pistas como para encontrar la solución. Pero lo mismo se puede llamarle miedo, incapacidad o falta de voluntad política. Lo real es: Cuatro gobernadores, otros tantos alcaldes, más procuradores y directores de la Policía Judicial, no han podido aclarar estos crímenes. Se trata de dos personas que fueron llamadas a colaborar con administraciones pretendientes del cambio social. Ya sabemos el comportamiento de cada uno. Pero es inhumano y desilusionante cómo los panistas se olvidaron de quienes les sirvieron. No hay pretexto, como en tiempos de Ruffo, sobre un Gobierno federal contrario. Ahora también allí gobierna Acción Nacional. Pero…

Escrito tomado de la colección “Dobleplana” y publicado por última vez el 6 de diciembre de 2002; propiedad de Jesús Blancornelas.


(SEMANARIO ZETA/ Dobleplana/  Jesús Blancornelas/ Lunes, 8 Mayo, 2017 12:00 PM)

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