domingo, 23 de abril de 2017

RELACIONES CON EL PODER


En su camino, don Julio se cruzó con numerosos protagonistas del poder, con algunos compartió sus ideas, a otros los enfrentó en silencio o con los medios como testigo, pero nunca dejó de pelear por lo que creía correcto


Quizás fue en el ámbito público donde Julio Berdegué Aznar desplegó de manera más clara su personalidad, ser su amigo o su rival implicaba siempre recibir su atención directa, don Julio no se guardaba nada.

Famoso por su explosivo carácter, era capaz de levantarle la voz lo mismo a uno de sus más humildes empleados que a un Presidente de la República, y oportunidades tuvo muchas, nunca eludió el enfrentamiento con nadie.

Dueño de un físico y una voz que resaltaban donde se presentara, don Julio fue protagonista de enfrentamientos memorables, era capaz de arrastrar los medios de comunicación a sus disputas y enfrentarse públicamente alguien, eso sí, con su razón de por medio.

No lo movía el dinero, hablaba de millones de dólares como hablar de piedras que necesitaba para construir uno de sus hoteles; lo movían sus proyectos, la estrategia necesaria para seguir construyendo, peleaba sus propias guerras, siguiendo los movimientos de las batallas históricas que leía por las noches.

Podía pelearse a muerte con un enemigo de sus ideas y después retirase para reconstruir la amistad que lo unía con su adversario.

El primer gran personaje que don Julio conoció fue el Presidente Lázaro Cárdenas, a quien veía cada 14 de abril, en los festejos de agradecimiento que los exiliados españoles le rendían.


Unos años después y con la juventud encima, don Julio fue hasta Michoacán y tocó la puerta del ex Presidente, quien salió a recibirlo y le dedicó una hora de charla que don Julio agradeció hasta el último día de su vida.

Incluso el agradecimiento de don Julio con Lázaro Cárdenas sobrevivió al tiempo; años después, ya como empresario, apoyó a Cuauhtemoc Cárdenas en sus aspiraciones políticas. Hoy, un busto del legendario Tata Cárdenas se erige en un lugar destacado del Fraccionamiento El Cid.

Años después, cuando trabajaba en la Secretaría de Marina, en el departamento de Marina, acudía a solicitar sus viáticos con un Oficial de Cuenta y Administración, se llamaba Luis Echeverría, quien después se convertiría en Presidente de México.

“Con Echeverría íbamos a pedir los vales para la gasolina y para hacer los viajes de estudio”, recordaba don Julio.

En 1961, a su llegada definitiva a Sinaloa y ya trabajando en Escuinapa, entra en contacto con Gabriel Leyva Velásquez, entonces Gobernador del estado y enamorado de aquella zona.


“Con él tuve muy buena relación para los negocios y para la amistad”, aseguraba Berdegué.

Ahí en Escuinapa conoce a otro de sus grandes amigos, Antonio Toledo Corro, una amistad que alimentará toda su vida y uno de los pocos amigos que mantuvo hasta el fin.

“Con Toledo tuve mis bronquillas, pero siempre por terceras personas, al final se acabaron y Toledo y yo somos muy amigos… todos nuestros amigos se nos han muerto, quedamos él y yo”, recordaba.

Conoció a Alfonso Calderón, cuando apenas era dirigente de la CTM en Los Mochis y a Juan S. Millán en sus tiempos de líder sindical.

Conforme iba en ascenso su carrera como empresario pesquero y después como hotelero, mantuvo relación con todos los gobernadores en turno.

“Siempre no muy de cerca, no muy ligados con ellos, porque siempre era crítico, en la empresa hablaba y decía cosas que no me parecían, siempre fui crítico de lo que no estaba de acuerdo”.

Sus enfrentamientos con políticos y empresarios fueron memorables, la mayoría se mantuvo fuera de los reflectores, pero algunos llegaron a trascender a las páginas de los periódicos.

Con el primer político que mantuvo un enfrentamiento serio fue con Leopoldo Sánchez Celis, por el deseo del entonces Gobernador de aglutinar las cooperativas por zonas, lo que desató las críticas de don Julio, que lo acusaba de no conocer el negocio de la pesca.

Al final, el punto de vista de don Julio se mantuvo y, a pesar del crudo enfrentamiento, al final de su mandato Sánchez Celis acudía a El Cid a sostener largas partidas de dominó con su propietario.


Ese rasgo del empresario mazatleco lo mantendría toda la vida, no tenía empachos para enfrentarse con nadie, pero siempre hacía un esfuerzo por mantener los lazos de amistad, si los había.

Francisco Labastida le causó uno de sus grandes enojos, al invitar a Sidek y cederle los terrenos donde hoy se construye la Marina Mazatlán, y donde don Julio pensaba extender el complejo de El Cid hasta llegar a Cerritos.

“Entonces (Pronatur) le pasa los terrenos a Labastida, y bueno Labastida me da la gran sorpresa, diciendo, dizque amigo, se trae a Sidek”, aseguró don Julio.

Pasado el coraje y analizando el problema a la distancia, don Julio reconocía los argumentos de Labastida y explica las razones que le dio el político para no venderle a él los terrenos.

“Tú no tienes dinero, me dijo, hace 20 años que estás ahí para hacer un campo de golf para dragar un pedazo de la marina y estos cabrones tiene toda la lana del mundo, lo que tú tardarías 20 años ellos lo van a hacer en dos”, explicó.

Utilizando su capacidad para ver el futuro, don Julio aseguraba haber profetizado el fracaso del Grupo Sidek en Mazatlán.

“Mira, se van a terminar tus seis años de gobierno, ahorita vas empezando, y te vas a ir y se va a ir Sidek y yo aquí voy a seguir, se las canté tal como pasó”.



A pesar del enfrentamiento, don Julio recibió el pésame de Labastida cuando murió su padre y después hizo un gran esfuerzo hasta reparar la relación con el político.

Su enfrentamiento más conocido, debido a que trascendió a los medios, fue con Alejandro Higuera, durante su primera administración, quien lo acusó de utilizar agua de la red de drenaje pública sin pagarla.

Ya sin ánimos de pelear con Higuera, don Julio acusaba al entonces gerente de Jumapam, Carlos Felton, de decirle al Alcalde que él se robaba el agua para su Hotel Granada, con una tubería oculta que llegaba al Fraccionamiento El Dorado.

La acusación pública de Higuera provocó que don Julio llevara a los medios hasta sus terrenos, donde mandó excavar para demostrar que los tubos estaban sellados.

Don Julio presentó una demanda por difamación contra Higuera lo que provocó la intervención de Juan S. Millán, quien les pidió que terminaran con el enfrentamiento.

“De acuerdo, pero que me pida una disculpa porque a mí me llamó ladrón y yo no soy ningún ladrón”, respondió don Julio.

En una reunión en el puerto, a donde acudió Millán como “juez de paz”, don Julio aseguró que, después de mucho discutir, Higuera le ofreció disculpas, terminando así con uno de los pleitos más sonados entre los mazatlecos, aunque la polémica por el agua siguió hasta su muerte.
  
De Jorge Rodríguez Pasos, el candidato del PT cuya llegada a la Alcaldía de Mazatlán mucha gente atribuye a don Julio, el empresario asegura que sí lo ayudo, pero en una forma mucho menos significativa de lo que se cree.

Aseguraba que lo conoció por medio de Dino Durán, quien lo invitó a una de los mítines de Pasos.

“Fui a la parte de atrás (del mitin) y me asusté, me asombré del jalón que tenía este amigo, haz de cuenta un santón, le llevaban niños para que los tocara. ¿Qué es esto?, dije”.

Con la certeza de que Pasos iba a ganar, lo recibió en su oficina donde lo apoyó con un programa de despensas, pero don Julio aseguraba que nunca le dio dinero ni apoyos de otra índole.

De la administración municipal de Ricardo González tampoco tenía buenos recuerdos, porque don Julio aseguraba que lo atacaba sin la valentía de Higuera, y que se negó a renovarle el contrato que permitía que El Cid utilizara las aguas negras del Ayuntamiento.

“Fatal me fue con él, mucho peor que con Higuera, porque Higuera era de frente, echaba carazos y lo decía, y me ponía pinto en los periódicos, el otro era jesuitón, él fue el que nos quiso cerrar el campo de golf”.

Al final, la negativa del Ayuntamiento lo obligó a utilizar las propias aguas negras de los hoteles y el fraccionamiento y tratarlas, lo que don Julio agradecía a Ricardo González.

En el segundo mandato de Alejandro Higuera, don Julio aseguraba que ya no tenían problemas porque hicieron las paces desde el inicio de su administración.

Con Andrés Manuel López Obrador cenó en una visita del candidato a Mazatlán, lo apoyó sin darle dinero, pero se quejaba don Julio de la desorganización de los lopezobradoristas para llevarlo al poder.

A Fidel Castro nunca lo conoció, otro de los mitos que se deshacen en el tiempo. don Julio conoció a Ramón Castro, hermano del Presidente cubano, en una visita de empresarios a Cuba.

Ahí les recomendaron que no fueran a señalar que Ramón se parecía mucho a Fidel porque eso le molestaba mucho a Ramón por ser hermano mayor del Comandante.

“Que barbaridad, le dije, qué asombrado me deja usted, le dije. Cómo se parece Fidel a usted. ‘Ja, ja, ja, este es un listo, ya le habían dicho’, se reía él, le caí muy bien, me sentó por un lado”, se carcajeaba don Julio.

Con empresarios mazatlecos de su altura mantenía una gran relación: con Francisco Madero, a quien lo consideraba un gran amigo, junto con Leovi Carranza, pero a empresarios como Ernesto CopPel lo separaba el estilo de ser y de trabajar y mantuvo algunas diferencias con él.

Recordaba con gran admiración a Manuel Clouthier, con quien lo unía una gran amistad y un gran parecido físico, incluso don Julio aseguraba que en la calle la gente le llegó a gritar: “Adelante, Maquío, sigue adelante”.

Don Julio siempre buscó amigos y adversarios a su medida, los enfrentaba y los quería, discutía de frente y con toda la pasión del que cree en sus convicciones, y sólo se quejaba de que el tiempo se estaba llevando a sus amigos y decía que tarde o temprano incluso se lo llevaría a él.


ASÍ TE LO CONTAMOS HACE 10 AÑOS



(NOROESTE/ Ariel Noriega/ 21/04/2017 | 04:00 AM)   

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