CORLEONE,
Italia.- Para llegar a esta pequeña comunidad de 12 mil habitantes a 54
kilómetros al sur de Palermo, hay que desviarse de todas las principales
carreteras que conectan a las grandes ciudades de Sicilia, y llegar a ella por
caminos serpenteantes, algunos de tierra, zona de nadie. Es una comunidad
agrícola que cultiva cereales, olivo y tomate donde no se ve dinero, salvo en
algunos mausoleos fastuosos en el cementerio del pueblo. No hay edificios, ni
casas grandes. Sus tiendas son pequeñas y sus restaurantes más concurridos,
cafeterías.
Se
puede encontrar un hotel en 20 euros y el más caro, de dudosas tres estrellas,
en no más de 85. Pero paradójicamente, la fama mundial de sus ciudades que
sumaron culturas por más de 2 mil años, no alcanza la de Corleone, el pueblo
donde nació el mítico pero inexistente Vito Corleone, El Padrino, que entró a
la inmortalidad por la puerta de Hollywood. Una novela de Mario Puzzo
convertida en una trilogía cinematográfica por Francis Ford Coppola, llevó a
Corleone a convertirse en el nido donde se incubó la mafia siciliana.
No
es así. La primera experiencia mafiosa la presume la provincia de Catania, que
se encuentra muy lejos de aquí, a 250 kilómetros de distancia, mientras que
durante el siglo pasado los capos prefirieron asentarse en Palermo, la capital
de Sicilia, el centro del poder político y económico de la isla, donde el
crimen organizado puede tejer sus redes de protección institucional y crear el
enjambre oscuro de esas relaciones sucias que les permite ganar mucho dinero
sin derramar tanta sangre. Sólo la ruptura de ese equilibrio de corrupción
altera la dinámica de la mafia, como ha sucedido en los últimos años.
Irónicamente,
ninguna de las escenas de El Padrino se filmaron en Corleone, sino en sus
alrededores o en la misma Catania, donde la mafia, molesta primero porque se
iba a realizar la película, enviaron a sus representantes para hablar con
ejecutivos de Paramount y los guionistas para llegar a un acuerdo. Este fue que
del guion desaparecieran las palabras “mafia” y la “cosa nostra”.
A
cambio, incluso hubo momentos en que ayudaron a la filmación a contener a la
gente, que quería molestarlos o por curiosos. Pero que Vito Corleone no
existiera –la novela de Puzzo está inspirada en la vida real del capo Carlo
Gambino, nacido en Palermo– y que Corleone no forme parte de la historiografía
del crimen organizado siciliano, no significa que esta carezca de palmarés
delincuencial. De hecho, pocas comunidades lo tienen como Corleone.
La
violencia también estuvo asociada con el desarrollo del pueblo durante los 50 y
los 60, en los años posteriores en que la mafia siciliana peleó contra la
dictadura de Benito Mussolini y le arrebató al final de la Segunda Guerra
Mundial el control sobre la isla. En esos años aparecían muertos en las calles
o sus cuerpos destrozados después de haber sido tirados decenas de metros por
las laderas de las colinas. Eran los reacomodos de las mafias que estaban
luchando por sus espacios.
Uno
de quienes emergió como uno de los más grandes mafiosos italianos fue un nativo
de Corleone, Salvatore Riina, Otto Riina, como lo conocen, quien fue
sentenciado a cadena perpetua en 1993 por haber asesinado directamente a
alrededor de 40 personas y haber ordenado el asesinato de más de 100, entre las
que se cuentan las dos más famosas en el mundo, la de los jueves Giovanni
Falcone, quien decidió enfrentar a los capos sicilianos y pagó con su vida y la
de su esposa cuando volaron el auto en el que viajaban en 1992, y la de otro juez,
Paolo Borsellino, quien retomó el trabajo de su gran amigo, pero sólo vivió 30
días para contarlo. A la captura de Riina su segundo, Bernardo Provenzano, lo
sustituyó y llegó a convertirse en el último Padrino de Sicilia, el jefe de
todos los jefes hasta su muerte natural en julio del año pasado, a los 83 años.
Después
de ellos Corleone no ha dado más mafiosos de cepa, aunque produjo otros tres de
significativa relevancia, Michele Navarra y Luciano Leggio, que iniciaron la
mafia en este pueblo, y Leoluca Bagarella, quien le disputó el liderazgo de la
mafia a Provenzano cuando capturaron a Riina. Desde el trabajo de Falcone la
mafia siciliana ha ido a la baja, y ha sido superada en utilidades del crimen
organizado por la Ndrangheta, de la zona de Calabria, que se encuentra en la
punta de la península italiana, junto a Sicilia, que a diferencia de esta, que
fuera de Italia sólo se enfocó en Estados Unidos, ha diversificado sus
actividades en otras naciones, como en México, donde tienen una relación con
Los Zetas, y se ha convertido en una organización con más poder y dinero del
que tienen los sicilianos. Pero esto no significa que la mafia tiende a
desaparecer.
En
agosto pasado el ministro del Interior italiano, Angelino Alfano, disolvió el
Ayuntamiento de Corleone por sus relaciones con el crimen organizado. Fue una
investigación de seis meses detonada por los altos índices de violencia y tuvo
como una de sus conclusiones descubrir que el hermano de la Alcaldesa se había
reunido con los mafiosos locales para rentarles una planta de productos lácteos
que era del Gobierno municipal.
El
caso llamó mucho la atención porque la Alcaldesa, que ha negado toda
vinculación con el crimen, se había distinguido por ser antimafia. Lo que
sucedió no sorprendió a muchos. Hubo incluso quien afirmó, desde el centro de
poder en Palermo, que durante más de tres décadas, la mafia ha gobernado
Corleone. Si no es así, es lo que parece. En junio pasado, una procesión
religiosa terminó con un mitin de protesta frente a la casa de Otto Riina para
pedir a las autoridades su liberación. El cura del pueblo dijo que fue algo
casual, pero pocos le creyeron.
(ZOCALO/
ESTRICTAMENTE PERSONAL/RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 08 DE ENERO 2017)
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