CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En
Michoacán nuevamente el crimen organizado está dominando muy a pesar del canto
de las sirenas que el presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador perredista
Silvano Aureoles lanzaron con la detención de Servando Gómez La Tuta, el líder
de los Caballeros Templarios. Todo fue una mentira porque detrás hubo un pacto
de ambos gobiernos con el Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y otros
grupos locales del narco vestidos de autodefensas que hoy nuevamente se han
entronizado con el poder de las armas y el terror.
La mentira oficial comienza
con Alfredo Castillo, entonces comisionado para la Paz en Michoacán, quien fue
el artífice de Peña Nieto para arrebatarle el territorio a los Caballeros
Templarios mediante la utilización de las autodefensas de Tierra Caliente que
se convirtieron en la mejor arma de combate, sobre todo aquellos que habían
sido templarios y que se transformaron en los “arrepentidos” bajo el mando de
los hermanos Uriel y Juan José Farías Álvarez, El Abuelo, ligados al CJNG.
Estos dos hermanos son clave
para entender los pactos oscuros de Peña Nieto con el CJNG y que hoy tienen
nuevamente a Michoacán en sus manos y sufriendo en una espiral de violencia y
terror con ejecuciones, extorsiones y tráfico de drogas, principalmente
metanfetaminas hacia los Estados Unidos desde el puerto de Lázaro Cárdenas.
Pero en esta historia también
es clave la presencia de otro personaje, el general colombiano Óscar Naranjo
Trujillo, quien pactó con los hermanos Farías y auspició la formación de las
autodefensas de Michoacán como un grupo con tintes paramilitares por el cobijo
que tuvo desde el Ejército con la dotación de armas y con dinero del gobierno
federal.
Desde el 24 de febrero de
2013, cuando aparecieron las autodefensas en la región michoacana de Tierra
Caliente, se generaron múltiples sospechas sobre su origen y financiamiento. En
su momento, el gobierno de Fausto Vallejo dijo que estaban apoyadas por el CJNG
y las acusó de ser delincuentes. Lo mismo sostuvo el grupo de Los Caballeros
Templarios en mantas y videos de La Tuta.
La mayor sospecha era que
estaban apoyadas por el Ejército y el gobierno peñista que les había dotado de
armas, protección y dinero para mantener a los miles de integrantes que se
habían sumado con el paso de los meses.
Dicha idea fue confirmada por
el expresidente municipal de Tepalcatapec, Guillermo Valencia, quien aseguró
que Óscar Naranjo Trujillo, estuvo en noviembre de 2012 en ese pueblo y en la
Ruana, los dos pueblos donde surgieron las autodefensas, donde se entrevistó
precisamente con los hermanos Farías.
Naranjo fue asesor en el tema
de seguridad nacional de Peña Nieto desde el 14 de junio de 2012, cuando aún
era candidato presidencial. El general guardó un bajo perfil durante los dos
años en los que estuvo como asesor de Peña Nieto. Era lógico que así lo hiciera
pues en la década de los noventa, siendo jefe de la Policía Nacional de
Colombia, fue acusado de estar detrás de los grupos paramilitares en su país y
estuvo considerado el “mejor policía del mundo” luego de que desarticulara a
los cárteles de Cali y Medellín.
Pero la presencia del general
Naranjo no pasó inadvertida para Los Caballeros Templarios. El 8 de diciembre
de 2013, en ocho municipios, incluida Morelia, aparecieron mantas y volantes de
este grupo acusando al general colombiano de estar vinculado con los grupos de
autodefensa de la Tierra Caliente, a expensas del gobierno federal.
Así, bajo el mando real de
los hermanos Farías ligados al CJNG y con el auspicio del gobierno federal, las
autodefensas llegaron a tener una estructura organizativa encabezada por el
Consejo General –integrado por 37 comandantes que representaban cada zona
ganada. Dentro de ese alto mando estuvo José Manuel Mireles, quien se convirtió
en el vocero de todo el movimiento, lo que le trajo problemas con José Manuel
Farías El Abuelo.
Mireles fue el único de las
autodefensas que defendió la idea original de convertirse en un grupo protector
de la población. Fue por eso que no aceptó la entrega de las armas ni
convertirse en fuerza rural, lo cual lo convirtió en un obstáculo para el
gobierno que lo metió a la cárcel bajo cargos inventados.
A los pocos meses de su
nacimiento, las autodefensas llegaron a tener 15 mil hombres luchando en
diferentes lugares y en un año consiguieron lo que en seis años Felipe Calderón
no pudo: liberar y recuperar el territorio michoacano que el crimen organizado
dominó por 12 años; romper los vínculos que Los Caballeros Templarios tenían
con el gobierno de Fausto Vallejo; desarticular la estructura de liderazgos que
imponía la ley de impuestos, cobro de cuotas y extorsiones a todos los
empresarios, comerciantes, profesionistas, productores agrícolas y consorcios
mineros de China, y poner fin al cogobierno que existía en la mayoría de los
113 municipios.
Una vez cumplida su misión,
el 26 de enero de 2014 el general Oscar Naranjo renunció y regresó a su país,
para incorporarse al equipo de Juan Manuel Santos. Alfredo Castillo también
renunció y Peña lo hizo comisionado de deporte. Mientras, las autodefensas de
tierra caliente se convirtieron en fuerza rural y muchos se incorporaron a las
filas del nuevo grupo criminal reinante en Michoacán, el CJNG con el cual pactó
el gobierno de Enrique Peña Nieto y que hoy se ha erigido como el cártel más
fuerte de México y uno de los más importantes en el mundo de las drogas.
(PROCESO / ANÁLISIS/ JOSÉ GIL OLMOS/14 SEPTIEMBRE, 2016)
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