Foto:Isaí Lara
A 45 minutos de que el
presidente municipal diera el “Grito de Independencia”, el lugar que se reservó
para funcionarios, amigos e invitados VIP, dolía de solitario.
Sitiados por vallas de metal
y un muro de policías y guardaespaldas, el alcalde Jorge Astiazarán y sus
invitados cómodamente sentados en una de las esquinas de El Centro Cultural
Tijuana.
Las sillas blancas vacías
bien pudieron representar el blanco de una bandera mexicana.
Mientras la clase importante
cenaba ensaladas y antojitos gourmet, allá, en las calles que rodearon el
monumento “Las Tijeras” esperaban ansiosamente un repertorio de animadores y
cantantes.
En la gala del alcalde, vino
tinto en copas de cristal; afuera, cerveza caliente en vasos de plástico.
El menú para los protegidos:
flautas milimétricas, pero de banquete, quesadillas apenas embarradas de queso
y burritos de machaca o frijoles con queso. Para embriagarse, o bien, degustar
botellas de Buchanan’s, tequila Herradura y vino bajacaliforniano.
Para el pueblo, vasitos de
elote, fritangas y bebidas de todo tipo, ésas sí, pagadas por sus propios
consumidores. Las familias de regidores y funcionarios, aplauden desde la
distancia, las familias de la clase trabajadora un poco apretujadas de pie y a
la espera de Cristian Castro.
Ya de noche, y pensando en
retrospectiva, el caos generado por el tráfico y las calles cerradas por la
Policía Municipal, pueden ponerse en duda si valieron la pena.
Pues la poca convocatoria no
alcanzó para llenar las calles alrededor del evento. Sin dificultad, cualquiera
pudiera caminar entre la gente y sus chiquillos tirándose espuma blanca,
pintados con los colores de la bandera o comiendo churros azucarados.
Un tiempo de mariachi amenizó
los acurrucos del primer edil y la primera dama. Que de pie y de cerca, se
hablaban románticamente. Él, en traje la cubría con sus brazos, ella con
vestido mexicano dulcemente reposó sus manos en el pecho del alcalde y ahí
“juntitos los dos cerquita de Dios…” de todos se olvidaron.
Primero, el animador, al
micrófono presumió lo que a simple vista era falso “está atiburrado” luego
compartió otra percepción: “esto ya se está empezando a llenar”.
Eso fue faltando 15 minutos
para que Astiazarán tomara con una mano la campana y con otra la bandera en el
Grito de Independencia.
Minutos antes, el hallazgo de
restos humanos de un hombre metidos en una bolsa de plástico y acompañado de un
narcomensaje quitaba la tranquilidad de la Delegación Sánchez Taboada.
Entre los pocos funcionarios
que se encontraron en el área reservada del evento, están los regidores Martha
Rubio, José Cañada y Felipe Ledezma; la presidenta de la Comisión Estatal de
Derechos Humanos, Melba Olvera marida en un traje rosa mexicano; el secretario
general de gobierno, Carlos Mejía con bebida en mano, el ex secretario de
Desarrollo Económico, Xavier Peniche; el delegado del Centro, Karim Chalita y
el director del SIMPATT, Rodrigo Bustamante.
En el escenario se instaló un
escenario en breves minutos tipo colonial para el presidente y el ciudadano
doctor Jorge Enrique Astiazarán Orcí y el general de la Segunda Zona Militar,
José Ricardo Bárcena Rosiles.
El presidente municipal
simulando al cura Miguel Hidalgo y leyendo un acordeón nombró algunos de los
personales históricos y pidió un “viva” para Tijuana “tierra de migrantes”.
El resto ya se conoce: banda
de guerra, la bandera ondeando, el viva para los héroes que “nos dieron
patria”, el himno nacional y los fuegos artificiales que, tratándose de Tijuana
y sus tiempos de violencia, bien pudieron confundirse con una balacera.
(SEMANARIO ZETA/ Isaí Lara Bermúdez/
Jueves, 15 septiembre, 2016 10:35 PM)
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