lunes, 22 de agosto de 2016

EN AHOME, PERMISO DE MATAR PARA COBRAR VENGANZAS



En menos de 30 horas, esta ciudad aportó su cuota de homicidios a las estadísticas estatales, con tres individuos ejecutados, sumiendo a la autoridad municipal y policial en una ola de descrédito social por revictimizar a los sacrificados.

La ola de sangre comenzó al filo de las 03:00 horas de este domingo 14 de agosto, en el barrio Colombiano —mote popular que se le asignó por la venta indiscriminada de cocaína en la década de los 90, cuando la policía preventiva estaba en la nómina de la narcomenudistas—, y concluyó  el lunes 15 de agosto en el fraccionamiento Juan Cota, al nororiente de la ciudad, un sector de clase media, y otrora tranquilo.

Tres horas después de que la policía fuese alertada por teléfono de la operación de un grupo armado en el sector la Cuchilla ,y tras simulados operativos de búsqueda, los agentes encontraron el cadáver de quien sería identificado como Osvaldo Fidel Montenegro, de 22 años, residente de la colonia Tabachines Uno. El cadáver yacía en la calle Corregidora, casi esquina con el callejón Juan Carrasco.

Doce horas después del homicidio del joven, un residente de la colonia Jiquilpan encontraría la muerte a manos de un sujeto que a quemarropa y a sangre fría le disparaba con una pistola.

Julio César Kelly Bañuelos, de 55 años, quedaba tendido en la acera de la calle Vicente Guerrero casi esquina con bulevar Juan de Dios Bátiz, en el mismo sector de su residencia.

Conocido por el apodo del Tigre, de Julio César la policía recabó informes de que éste había sido privado de la libertad en noviembre del 2011 en la esquina de los bulevares Adolfo López Mateos y Poseidón. Un tiempo después reapareció con vida.

El Tigre resultó ser hermano de Juan Kelly Bañuelos, el Juanito, masacrado en la década de los 90 cuando la ciudad se convulsionaba por el arribo de ciudadanos colombianos.

Minutos después, en Antonio Rosales y calle Capomos, en Infonavit Macapule, la policía interceptó a Efraín Ruelas L. En el cacheo le encontraron una pistola calibre 380 abastecida. Un testigo lo identificó como el sicario que mató al residente de la colonia Jiquilpan.

Hasta el fin de semana no se establecía si Efraín Ruelas era vinculado a proceso por el asesinato del civil de la colonia Jiquilpan o sólo se había remitido a la Subdelegación “C” de Procedimientos Penales de la Procuraduría General de la República (PGR) por la posesión de la pistola, que de acuerdo con abogados consultados, estaría en libertad por alcanzar fianza, dado que el arma no es de grueso calibre.

La policía aún no concluía el papeleo del crimen cuando un tercer homicidio les fue reportado. Esta vez fue en la calle Ignacio López Rayón casi esquina con República de Chile,  en el fraccionamiento Juan Cota. A bordo de un auto Honda, línea Acoord color verde, que tenía los medallones delantero y trasero impactados por balazos, yacía el cadáver de un joven.

La policía levantó varios casquillos para fusiles automáticos. Con esos disparos se había privado de la vida a Armando “N”, de 31 años, residente del poblado Alfonso G. Calderón, en la sindicatura Gustavo Díaz Ordaz, el Carrizo.

Tras reaparecer en público, el jefe de la policía municipal y coordinador de la Policía Ministerial del Estado, Gerardo Amarillas Gastélum, justificó la tripleta de asesinatos en los antecedentes personales de las víctimas, y aventuró la hipótesis de que éstos se habían cometido en el cobro de venganza.

Reiteró su argumento de que el municipio está en calma y de que la ciudad es la más tranquila de la entidad, porque no hay un grupo armado que la penetre para delinquir ya que la policía tiene el control urbano, pese a la cuota de sangre que pagó la comunidad.

El jefe policiado ponderó el arrojo, valentía y eficiencia de sus subordinados, a quienes consideró eficientes porque aclararon uno de tres homicidios, el perpetrado por un residente de la colonia Tepeca.

El alcalde Arturo Duarte García restó importancia a los asesinatos perpetrados a plena luz y sin que la policía pudiese evitarlos y exigió a reporteros ver lo bueno y no los saldos de sangre que le causan daño a la imagen de tranquilidad que tiene Ahome y por lo cual se ha elevado el turismo en un 40 por ciento.

Al igual que su jefe de policía, resaltó la eficiencia policial cotidiana que ha reducido en 68 por ciento los homicidios, y ejemplificó que ello se traduce en la exitosa detención de un sujeto que participó en uno de tres homicidios perpetrados a sangre fría, y del que escaparon los autores, como tuviesen vía libre y permiso para matar.

(RIODOCE/ Luis Fernando Nájera/ Los Mochis en 22 agosto, 2016)


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