En menos de 30 horas, esta
ciudad aportó su cuota de homicidios a las estadísticas estatales, con tres
individuos ejecutados, sumiendo a la autoridad municipal y policial en una ola
de descrédito social por revictimizar a los sacrificados.
La ola de sangre comenzó al
filo de las 03:00 horas de este domingo 14 de agosto, en el barrio Colombiano
—mote popular que se le asignó por la venta indiscriminada de cocaína en la
década de los 90, cuando la policía preventiva estaba en la nómina de la
narcomenudistas—, y concluyó el lunes 15
de agosto en el fraccionamiento Juan Cota, al nororiente de la ciudad, un
sector de clase media, y otrora tranquilo.
Tres horas después de que la
policía fuese alertada por teléfono de la operación de un grupo armado en el
sector la Cuchilla ,y tras simulados operativos de búsqueda, los agentes
encontraron el cadáver de quien sería identificado como Osvaldo Fidel
Montenegro, de 22 años, residente de la colonia Tabachines Uno. El cadáver
yacía en la calle Corregidora, casi esquina con el callejón Juan Carrasco.
Doce horas después del
homicidio del joven, un residente de la colonia Jiquilpan encontraría la muerte
a manos de un sujeto que a quemarropa y a sangre fría le disparaba con una
pistola.
Julio César Kelly Bañuelos,
de 55 años, quedaba tendido en la acera de la calle Vicente Guerrero casi
esquina con bulevar Juan de Dios Bátiz, en el mismo sector de su residencia.
Conocido por el apodo del
Tigre, de Julio César la policía recabó informes de que éste había sido privado
de la libertad en noviembre del 2011 en la esquina de los bulevares Adolfo
López Mateos y Poseidón. Un tiempo después reapareció con vida.
El Tigre resultó ser hermano
de Juan Kelly Bañuelos, el Juanito, masacrado en la década de los 90 cuando la
ciudad se convulsionaba por el arribo de ciudadanos colombianos.
Minutos después, en Antonio
Rosales y calle Capomos, en Infonavit Macapule, la policía interceptó a Efraín
Ruelas L. En el cacheo le encontraron una pistola calibre 380 abastecida. Un
testigo lo identificó como el sicario que mató al residente de la colonia
Jiquilpan.
Hasta el fin de semana no se
establecía si Efraín Ruelas era vinculado a proceso por el asesinato del civil
de la colonia Jiquilpan o sólo se había remitido a la Subdelegación “C” de
Procedimientos Penales de la Procuraduría General de la República (PGR) por la
posesión de la pistola, que de acuerdo con abogados consultados, estaría en
libertad por alcanzar fianza, dado que el arma no es de grueso calibre.
La policía aún no concluía el
papeleo del crimen cuando un tercer homicidio les fue reportado. Esta vez fue
en la calle Ignacio López Rayón casi esquina con República de Chile, en el fraccionamiento Juan Cota. A bordo de
un auto Honda, línea Acoord color verde, que tenía los medallones delantero y
trasero impactados por balazos, yacía el cadáver de un joven.
La policía levantó varios
casquillos para fusiles automáticos. Con esos disparos se había privado de la
vida a Armando “N”, de 31 años, residente del poblado Alfonso G. Calderón, en
la sindicatura Gustavo Díaz Ordaz, el Carrizo.
Tras reaparecer en público,
el jefe de la policía municipal y coordinador de la Policía Ministerial del
Estado, Gerardo Amarillas Gastélum, justificó la tripleta de asesinatos en los
antecedentes personales de las víctimas, y aventuró la hipótesis de que éstos
se habían cometido en el cobro de venganza.
Reiteró su argumento de que
el municipio está en calma y de que la ciudad es la más tranquila de la
entidad, porque no hay un grupo armado que la penetre para delinquir ya que la
policía tiene el control urbano, pese a la cuota de sangre que pagó la
comunidad.
El jefe policiado ponderó el
arrojo, valentía y eficiencia de sus subordinados, a quienes consideró
eficientes porque aclararon uno de tres homicidios, el perpetrado por un
residente de la colonia Tepeca.
El alcalde Arturo Duarte
García restó importancia a los asesinatos perpetrados a plena luz y sin que la
policía pudiese evitarlos y exigió a reporteros ver lo bueno y no los saldos de
sangre que le causan daño a la imagen de tranquilidad que tiene Ahome y por lo
cual se ha elevado el turismo en un 40 por ciento.
Al igual que su jefe de
policía, resaltó la eficiencia policial cotidiana que ha reducido en 68 por
ciento los homicidios, y ejemplificó que ello se traduce en la exitosa
detención de un sujeto que participó en uno de tres homicidios perpetrados a
sangre fría, y del que escaparon los autores, como tuviesen vía libre y permiso
para matar.
(RIODOCE/ Luis Fernando Nájera/ Los
Mochis en 22 agosto, 2016)
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