La naturaleza del "levantón"
de Jesús Alfredo Guzmán, hijo de El Chapo, pone a dudar a más de uno
Puerto Vallarta, Jalisco.- La
madrugada del lunes 15, un comando entró en uno de los restaurantes de postín
en la zona turística más exclusiva de Puerto Vallarta y secuestró al hijo de
Joaquín “El Chapo” Guzmán. La operación fue rápida, quirúrgica e higiénica.
Pero además, fue acompañada
de un proceso posterior de información y propaganda ajeno al modus operandi de
los cárteles de la droga, que añade opacidad a un caso de sí extraño: entre
criminales no se secuestran; se asesinan.
Tampoco son cuidadosos en las
capturas, sino intimidantes y violentos. Nunca se esfuerzan en editar y
dosificar videos y fotografías, como lo hicieron previo a difundirlo a través
de un blog que difunde videos de la guerra de los cárteles.
El ataque a La Leche. Foto: El Universal
Las autoridades adjudicaron
el secuestro al cártel Jalisco Nueva Generación, que nació hace casi una década
de las ruinas del cártel del Milenio de los hermanos Valencia, y protegido por
“El Chapo” Guzmán, que ofreció el mando a Nemesio Oseguera, “El Mencho”, a
cambio de traicionar a Ignacio Coronel, viejo socio de los líderes del cártel
del Pacífico, que quería heredar la plaza de Jalisco a su sobrino.
Coronel murió en un
enfrentamiento con el Ejército en 2010, y Oseguera fue el hombre de Guzmán
hasta que, durante su primera etapa en la prisión del Altiplano, se
independizó.
“El Mencho” es considerado el
narcotraficante más explosivo e inestable que existe, mercurial y violento. El
secuestro de Alfredo Guzmán Salazar fue todo lo contrario a su perfil.
Jesús Alfredo Guzmán. Foto: El Universal
El cártel Jalisco Nueva
Generación ha seguido los pasos de Los Zetas en la utilización de las redes
sociales para propaganda e intimidación. Las usan para causar terror y ganar
por esa vía batallas mentales. No son empleadas para persuadir sobre una idea o
una acción, o para ganar adeptos por la vía del convencimiento. Tampoco como
una herramienta de comunicación.
En el caso del secuestro del
hijo de Guzmán, se dieron tres momentos en escasas 24 horas, donde la difusión
de imágenes que estaban en poder de las autoridades de Jalisco fue
transmitiendo mensajes para receptores aún no identificados.
El primero fue un paquete de
cuatro fotografías en donde aparecía —en dos de ellas— Guzmán Salazar, y se
podían ver con relativa claridad los rostros de algunos de los secuestradores.
Las fotografías fueron tomadas de las imágenes de dos de las cámaras de
seguridad del restaurante “La Leche”, donde fue el secuestro, lo que lleva a
preguntarse: ¿Quién decidió qué fotografías serían difundidas en esta primera
entrega? ¿Quién las editó y encerró en un circuló la imagen del hijo de “El
Chapo” para se fácilmente identificado?
Kate del Castillo con el hijo de 'El
Chapo'. Foto: Twitter
La segunda fotografía no
salió de “La Leche”, sino supuestamente de un teléfono celular encontrado en
uno de los vehículos que se supo utilizaron los secuestradores en el secuestro.
La fotografía era de Guzmán Salazar, cachete con cachete con Kate del Castillo.
Por una declaración a la radio del padre de la actriz, Eric del Castillo, se
sabe que esa fotografía fue tomada cuando el hijo de el Chapo los llevó a ella
y al actor Sean Penn a la cita con su padre en la sierra de Durango.
El señor del Castillo, sin
embargo, dijo, ‘uno piensa que porque así se lo comunicó su hija- que esa
fotografía había sido editada para borrar a Penn. Si esto es así, ¿quién y con
qué objetivo decidió volver a machacar sobre la supuesta cercanía de la actriz
con Guzmán? Kate del Castillo, por cierto, ha ido ganando a la PGR en
tribunales acceso a su expediente para poder armar mejor su defensa en caso que
la acusen formalmente de algún delito relacionado con el crimen organizado.
La tercera imagen fue un
video del interior de “La Leche” donde se resuelve el por qué las primeras
informaciones hablaban de alrededor de 16 personas involucradas en el
incidente, y cómo fue el operativo. En él se muestra que el secuestro tenía
blancos específicos, que no había intención de asesinar a nadie en el lugar, y
que no les importaba dejar testigos vivos, porque dejaron irse a todos a
quienes no buscaban.
Ni un solo disparo; ni un
acto violento en el sitio. Fue rápido, no hubo sangre y los captores mostraron
técnica en el manejo y control de sus presas. El video es de aproximadamente 33
segundos, de los poco más de tres minutos que duró la acción, y está editado
con imágenes de dos cámaras. Su difusión aclara todo lo que sucedió adentro del
restaurante y lo nada apresurado de la acción, lo que sugiere un halo de
impunidad.
Las fotografías y los videos
estaban en manos de los forenses cuando empezó su difusión. El fiscal de
Jalisco, Eduardo Almaguer, dijo, que eran filtraciones que se estaban
investigando. Pero no sólo fueron filtraciones, que es algo grave. Lo
inquietante es la forma y las consecuencias que tuvo la sucesión y dosificación
de las imágenes, editadas y empaquetadas con un propósito misterioso.
¿Quién está realmente atrás
del secuestro? ¿Cuál es el propósito? ¿Quién el o los destinatarios? Este es un
acto de propaganda con un diseño ajeno a los cárteles de la droga, pero
aparentemente utilizándolos. Idea, recursos, producción y difusión masiva, es
lo que hubo en Puerto Vallarta. No sabemos quién ordenó y está detrás de las
acciones, pero quien debe tener claro toda esta cadena de mensajes subrepticios
es el gobierno. O al menos, es lo que quisiéramos creer.
(EL DEBATE/ RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 22/08/2016 - 06:00 HS)
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