COLUMNA
INVITADA
Bulmaro Pacheco Moreno
Fue
Don Juan Alfredo Robinson Robinson quien nos presentó en Guaymas con Arturo de
la Huerta Oriol, hijo del ex presidente Adolfo de la Huerta y su esposa Clara
Oriol. Juan Alfredo, un excéntrico personaje a sus 80 años (había nacido en
1897 y murió un día antes de cumplir los 98), trabajaba con una energía fuera
de serie para el Ayuntamiento.
Sus
conocimientos sobre Guaymas y su historia rebasaban los de cualquier cronista
que se le pusiera enfrente.
El
famoso “Juanero” Robinson había vivido Guaymas de cerca y a profundidad. En su
permanente recorrido por sus calles y colonias, ubicaba y platicaba con los
vecinos. Como testigo presencial había visto crecer a la ciudad y conocía a
casi todos los personajes más sonados del pueblo por su nombre. Fue amigo personal
de los dos presidentes municipales de Guaymas -en la historia- más cercanos al
pueblo: “José “Mocho” Martínez y Florencio Zaragoza Maytorena.
Don
Arturo - ingeniero civil de la UNAM, competente y activo- trabajaba entonces
para la Junta de Caminos de la SCT y vivía en la medianía de sus ingresos,
derivados de su trabajo en el servicio público y de las ganancias de una huerta
de naranjas que cuidaba con esmero.
En
los tiempos del exilio de su padre, él y su hermano Adolfo, de niños vendieron
periódicos en Los Ángeles, California, para completar el gasto familiar; lo
presumía con orgullo y se jactaba.
No
escatimaba en compartir las amenas charlas de tarde en tarde, acompañadas del
infaltable café hervido preparado por su esposa Luz Mendoza y el jugo de sus
espléndidas naranjas sin semilla, en medio de anécdotas sobre su padre, los
pasajes de la historia en la política y en el exilio y sobre todo, como buen
vecino que amaba su pueblo, sus preocupaciones sobre el puerto de Guaymas, sus
problemas y su crecimiento. Su casa -hoy ocupada por una notaría- fue sede
principal de amplias y acaloradas discusiones sobre el rumbo del municipio con
la participación de amigos, ex presidentes municipales y una variedad de
liderazgos que siempre lo respetaron.
Su
pariente Alejandro Carrillo Marcor que llegó al gobierno estatal en 1975, le
ofreció la oportunidad de colaborar en su gobierno; pero don Arturo se mantuvo
distante: “Prefiero opinar cuando él me lo pida, tengo mucho que hacer aquí y
ayudaré en todo lo que tenga que ver por el puerto para la solución de
problemas como el del agua”, decía.
Expresaba
su preocupación por lo Indefenso que se encontraba el puerto ante los fenómenos
naturales y lo poco que se hacía para la protección de sus habitantes. “El problema
real de Guaymas decía, son los pobres que viven en las cañadas, los cerros y
los arroyos y que no tienen otra cosa más que la esperanza de regularizar sus
terrenos, ¿quién y cuándo hará algo por ellos?”, expresaban al unísono con un
dejo de pesimismo un liberal de cepa como don Arturo y un anarquista, muy
inteligente, rebelde y temerario como “Juanero”. Con la muerte de ambos, personajes
de excepción radicalmente guaymenses, se fue una parte importante de la
historia local.
Don
Arturo fue donando gradualmente los terrenos heredados por su padre a un
costado de la carretera internacional de lo que hoy es la colonia Fátima... por
la capilla fundada por don José R. Garibay a principios de la década de 1950,
en la punta de un cerro (“para que la vieran los pescadores al salir a jugarse
la vida”, decía). Lo que empezó como un asentamiento alrededor de una llave de
agua, hoy es un núcleo urbano poblado por marginados provenientes del medio
rural del valle y de otros estados, que, bajo la presidencia de Óscar Ulloa,
vieron los inicios del ordenamiento.
Esa
parte fue la más dañada por la lluvia de la semana pasada y constituye una de
las varias tragedias que Guaymas ha vivido en su historia, veamos:
La
primera tragedia del siglo XX fue la tormenta que azotó el puerto precisamente
¡un 4 de octubre de 1911!. Dice Teodoro Paz: “Desde muy temprana hora comenzó a
caer sobre nuestra ciudad una llovizna menudita, tal y como si se tratara de
una equipata; pero conforme pasaban las horas, la lluvia arreciaba y el viento
tomaba mayor velocidad dejándose ver en el horizonte negros nubarrones”...”
Para que las gentes no sufrieran hambres y fríos, el gobernador Maytorena les
mandó en carros tirados por bestias, alimentos y cobijas...Por su parte el
presidente Madero, comisionó al administrador de la aduana marítima de este
lugar señor Crespo Talamantes, para que en su nombre entregara cantidades de
dinero a las personas pobres más afectadas por la catástrofe”.
La
segunda fue el llamado Sitio de Guaymas, que duró un año completo entre 1913 y
1914. Eran los tiempos de gobierno de Victoriano Huerta y el puerto jugó un
papel estratégico en el plan del gobierno usurpador por someter a los
sonorenses que, junto con el gobernador de Coahuila Venustiano Carranza, eran
en esos momentos la única resistencia contra la dictadura. Por un lado el
general Huertista Pedro Ojeda y los gobernadores espurios Francisco H. García y
Joaquín Téllez nombrados por el golpista y que despachaban en Guaymas; y por el
otro Álvaro Obregón, Benjamín Hill y Salvador Alvarado. Entre abril de 1913 y
julio de 1914, Guaymas asediado sufrió carencias, hambre, insalubridad,
abandono y vivió prácticamente en estado de sitio, con abastecimientos que se
hacían vía Baja California Sur. La tragedia terminó con la derrota de Huerta y
el triunfo de los constitucionalistas, pero la población tardó años en
reponerse.
En
1948 ocurrió la tercera tragedia. Guaymas sufrió los efectos de otro fenómeno
meteorológico casi tan devastador como el de 1911. Aquí la intervención de
Abelardo L. Rodríguez ante el presidente Miguel Alemán fue clave. Agustín
García López, titular de la SCOP dirigió los trabajos de rehabilitación del
puerto.
La
cuarta tragedia fue el 4 de septiembre de 2009. El ciclón Jimena arrasó parejo.
Durante días llovió sobre el puerto hasta que se acumularon 798 mm de agua en
36 horas, generando daños considerables entre la población. Fue un completo
caos, desastre y el aislamiento de Guaymas. Muchos no habían vivido
interrupciones del tráfico carretero hacia Hermosillo y el Sur por la
desaparición de tramos completos de carretera y de puentes. En algunos
aspectos, Guaymas no se repone totalmente de aquel ciclón.
La
quinta y más importante tragedia de Guaymas es su abandono, su falta de rumbo y
la carencia de liderazgos con garra.
De
tiempo atrás, Guaymas luce sucio, abandonado en algunas zonas, abundancia de
basura con numerosos terrenos baldíos dejados a su suerte y sin una pizca de
exigencia a sus propietarios, construcciones sin regulación en arroyos, cerros
y zonas peligrosas que desaparecen con las primeras tormentas, su centro
histórico en ruinas por la indolencia y la falta de interés (“sale muy caro
mantenerlo, hay otras prioridades y no hay quién lo haga, dicen con frecuencia
para disculparse”) Las viejas casonas otrora motivo de orgullo, lucen
abandonadas y alicaídas, una verdadera lástima.
Eso
es lo que ha hecho crisis, y ha puesto en evidencia el fenómeno natural que
afectó al municipio la semana pasada. Hoy Guaymas luce devastado no solo en lo
material, también moral, política y socialmente.
Los
liderazgos que en otros tiempos distinguieron al municipio, hoy brillan por su
ausencia. En el pasado Guaymas generó liderazgos importantes en los sindicatos,
en el cooperativismo, en la empresa privada y en el sector público que-con
auténtico sentido de unidad- combinaron con éxito la representación gremial con
la política partidista y la gestión económica y social.
Eran
liderazgos que se hacían escuchar por los gobiernos, con una buena base social
de apoyo y con relaciones estatales y federales que les permitían acceder a
gestiones importantes para el desarrollo.
Al
tiempo que pugnaban por resolver problemas y se hacían escuchar en todos los
niveles de gobierno, también fomentaban y articulaban la representación
política, impulsaban la movilidad social y el progreso de las familias que se
notaba en el ingreso familiar.
Era
frecuente observar a presidentes y gobernadores hacer presencia en Guaymas por
lo que sus liderazgos representaban. Hoy, esos liderazgos auténticos no se ven
por ningún lado. Los que pudieran estar en ciernes no viven en el municipio
(Zataráin, Astiazarán) , y la desaparición del modelo de desarrollo que por
años les generó distribución del ingreso y movilidad social (Cooperativismo) ha
desaparecido, sin que ese vacío haya sido cubierto siquiera por los nuevos
modelos de desarrollo que tienen como base a la industria maquiladora (para una
parte de la población del valle), pero que -al no contemplar el factor
desarrollo humano- y al no alcanzar para todos, ha agudizado el problema de la
distribución del ingreso y la descomposición social muy evidente en la región.
De
liderazgos como los de Gaspar Zaragoza, Óscar Ulloa, Florentino López Tapia Julio
Luebbert, entre otros, el único que queda y por ahora se observa en el
municipio es el que ejerce el ex presidente municipal Marco Antonio Llano, que
a sus 77 años sigue dando batallas por el municipio desde su campo agrícola,
donde crea empleos, y no deja de trabajar con éxito.
Toño
Llano no escatima tiempo ni esfuerzo por participar todavía en tareas de
servicio a la comunidad. El orgullo porteño seguido le levanta el ánimo, a
pesar de las altas y bajas muy propias de la política.
A
principios de los Noventa del siglo pasado con intención política malsana se
atacó hasta destruir el sistema cooperativista en la pesca, pasando al sector
privado -vía los bancos- los bienes de esas organizaciones con una visión
perversa, interesada y sin duda, con doble propósito. ¿Donde quedaron por
cierto los reciclados promotores de esa tragedia?
El
remedio resultó peor que la enfermedad porque generó una fuerte concentración
del ingreso en pocas manos, que sacó el capital del puerto, la pesca con el
tiempo decayó por la visión y mercantilista y sin vocación de los nuevos
propietarios,los liderazgos reales fueron copados, atacados, desplazados y
perseguidos por provocadores, autoridades y bancos y la pobreza no tardó en
hacerse sentir en amplias capas de la población, sobreviviendo solo los
ribereños.
Con
la crisis agrícola del valle disminuyó la fuerza de las organizaciones
campesinas, los sindicatos nacionales -otrora poderosos-, también combatidos
perdieron fuerza y la representación política en el terreno de la pluralidad
partidista -al principio inducida-, abonó más en la discordia y en las diferencias,
que en el mejoramiento y la calidad de vida de la población.
La
crisis que hoy vive Guaymas se podrá evaluar y contabilizar por los numerosos
daños y la destrucción que el fenómeno meteorológico ha causado con la misma
intensidad del ocurrido el mismo día de 1911. Pero en el fondo, lo que no se ha
valorado ni estudiado todavía, y lo que verdaderamente ha hecho crisis, es el
abandono, la indolencia, la carencia de rumbo y la ausencia de liderazgos de un
pueblo que, en sus mejores momentos,por la calidad de su gente, le ha
respondido a Sonora y a México. Seguido se nos dice que las tragedias enseñan,
y obligan a los pueblos a replantear su historia. Que la de hoy no sea la
excepción, y pronto Guaymas salga de su crisis. Ojalá.
(MONITOR
GUAYMAS/ TOMADO DE TERMÓMETRO EN LÍNEA / BULMARO PACHECO/ 26 DE OCTUBRE 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario